Capítulo 14.

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La semana siguió pasando, hasta llegar el viernes. Después de la discusión que presencié entre Héctor y Giselle, dudé en ir a preguntarle a ella qué pasó. Lo descarté y decidí no meterme en sus asuntos. Era raro, pero a pesar de conocerlo de tan solo una semana, sentía algo hacia Héctor que no sabía muy bien qué era. Quizá afecto, o consideración por ser el único que me advertía del peligro que corría. Lo cierto era que desde aquel domingo no había vuelto a cortarme.

Me metieron en un grupo de WhatsApp para hablar de la fiesta de esa noche, que la cambiaron por pasarla en la playa por el insoportable calor que hacía, a pesar de estar en finales de abril. Yo apenas decía nada, pero cuando lo hacía siempre contestaba alguien. Me sentía bien. Con Álex hablaba a veces por conversación privada. Nada serio, primero se disculpó por lo que pasó en la fiesta anterior. Le dije que no se preocupara, ambos éramos inconscientes. Sin embargo algo me decía que ése no era su caso. También Alicia me preguntaba a veces como estaba. Era realmente simpática. Me dijo que estaba pensando en pasar del pelo rojo al azul, e hicimos diversas bromas sobre ello. Héctor creo que no tenía ni mi número guardado, ya que su foto de perfil no me aparecía. Desde la discusión con Giselle no lo había visto. A ella la veía todas las tardes, pues siempre pasaba por su tienda al salir de clase. Nos empezamos a llevar tan bien, éramos tan parecidas y amábamos tanto el arte, que pronto fuimos casi como hermanas. Cuando le conté más o menos lo que pasaba conmigo, se puso a llorar. No me dio muchos detalles, pero dijo que me comprendía perfectamente.

Ese viernes no necesité ayuda de Martina para elegir ropa. Giselle vino encantada. En cierto modo eché de menos los comentarios de mi mejor amiga. Pero la seguridad que me transmitía Giselle cuando me puse uno de sus bikinis, que ya le estaban pequeños, llegó a hacerme sentir atractiva y deseable para cualquier chico. Odiaba la playa, porque odiaba enseñar tanto mi cuerpo en trajes de baño. Pero esa noche no me veía mal. Agradecí que las cicatrices ya casi ni se notaran.

Como la otra noche, todos nos esperaban en el parque cercano al instituto. Había dos neveras portátiles a su lado, supuse con todo tipo de bebida menos agua. Y refrescos tampoco. Saludamos, excepto a Héctor, que se centró en su móvil. Cada vez me caía peor, a pesar de que me ayudó la semana pasada. Repetimos en cuanto a la distribuciones de coches, y de nuevo tuve que soportar las caricias de John y su Alicia. En esta ocasión el trayecto fue más largo.

Llegamos a una playa en la que nunca había estado, cogimos las toallas y neveras, y nos colocamos en un círculo, cerca de la orilla. Estaba totalmente desierto, excepto una piscina de un club de natación al fondo. Cerrada. Era raro que no hubiese ningún apartamento por allí. Recordaba que cuando era pequeña y mi padre nos llevaba a la playa a mi hermano y a mí, decía que uno de sus sueños siempre fue tener un apartamento con vistas al mar. Mis ojos se enrojecieron, pero desconecté de mi vuelta a la niñez cuando Valeria me tendió un vaso de vodka blanco con lima.

- No. No quiero beber hoy. -dije apartando el vaso con una mano- Gracias. -le sonreí para parecer menos borde.

- Vamos. No tienes que preocuparte por mí. Me mantendré alejado. -dijo Álex, con una mueca extraña, sacando sus perfectos y alineados dientes a la luz.

Todos rieron. No quería organizar un numerito como el de la tienda de Giselle, así que acepté el vaso y pegué un pequeño trago. Estaba delicioso, tenía sed, y dos minutos después me sorprendí con el vaso lleno de nuevo hasta arriba.

- ¿Un bañito chicas?

Hugo nos gritó desde la orilla, aunque parecía que el agua le llegaba por la cintura. El tiempo pasaba muy deprisa, al igual que el licor corría demasiado rápido por mis venas. Sin saber cómo, estaba sujetando un vaso en cada mano, ambos casi vacíos. Todos los chicos estaban en el agua. Héctor incluido.

- ¡Vamos! -Giselle se quitó la ropa torpemente, hasta quedarse en bikini. Lara, Valeria y Alicia la imitaron.

- Venga, Erica. -ordenó Alicia, ayudada por Valeria para levantarme.

- No... creo que... -dije, me había entrado hipo.

De pronto me vi con los pies en el agua. Y tras eso, ya estaba nadando al lado de Lara. Se alejó de mí para quedarse con Hugo. Parecía que por fin esa chica se había estabilizado con alguien. Iba a nadar hasta Alicia, pero estaba con John. Los demás estaban ya en la arena, excepto Álex. Estábamos frente a frente. Me sonrió y ambos nadamos hasta salir del agua. Esperaba recordar al día siguiente que solo había pasado eso.

- Odio la arena -Valeria se quejó, intentando quitarse la arena totalmente pegada a sus musculosas pero bonitas piernas. Seguro que hacía algún tipo de deporte.

- Eh. Tengo una idea. -dijo Rubén cuando las dos parejas que faltaban volvieron del agua.

Su gran idea consistía en trepar la valla que rodeaba la piscina, y colarnos para disfrutar de un buen baño sin preocuparnos por la arena. Quise oponerme, en mi interior sabía que era una locura y si nos pillaban podíamos llevarnos una buena. Pero esa era la antigua Erica de mis adentros, la que no bebía nunca ni hacía locuras con gente distinta a Martina. La nueva Erica estaba medio borracha, y tenía ganas de aprovechar todo al máximo.

Cuando tuve la valla en frente me arrepentí de mis deseos. Era el doble de alta que yo. Comenzaron a trepar los chicos, y pasaron al otro lado en escasos segundos. Álex se quedó abajo, y me elevó por la cintura para ayudarme. Creo que noté como puso la mano en mi trasero al estar a mitad de la valla, pero me contuve en vez de girarme y girarle a él la cara. Casi pierdo el equilibrio al saltar para caer dentro del club de natación, pero Héctor me estrechó entre sus brazos. Me disculpé, y me separé casi huyendo.

- ¡Al agua chicos! -gritó con euforia Hugo cuando hubimos cruzado todos. Cogió a Lara de la mano y desaparecieron en el fondo de la piscina.

Tras ellos, John y Alicia se zambulleron quedándose abrazados en el centro. Valeria, Giselle y yo nos tiramos en pompa, provocando una gran salpicada a Álex, Rubén y Héctor, que se lanzaron a perseguirnos. Álex me cogió por los hombros, haciéndome una ahogadilla que casi acaba con mi respiración. Iba a vengarme cuando me hizo una caricia de afecto, y rodeé su cintura con las piernas por la espalda. Me llevó a caballito por toda la piscina.

Estuvimos un buen rato salpicándonos, haciendo carreras de largos y buceando, cuando una luz se encendió en el interior de lo que parecían ser los vestuarios.

- ¿¡Quién anda ahí!? -una voz ronca hizo que saltara el pánico en nosotros.

Rápidamente salimos de la piscina, recogimos nuestras cosas y nos acercamos a la valla. Saltaron uno a uno ágilmente, hasta que me quedé sola sin poder moverme. Esto me recordaba cada vez más a lo patética que era en las clases de gimnasia. Todos me decían que trepara de una vez, pero me pesaban los brazos. El hombre de la voz ronca había salido ya de los vestuarios y apuntaba en mi dirección con una linterna. Iba a poner las manos sobre la cabeza y esperar a que cientos de balas atravesaran mi cuerpo cuando Héctor volvió a saltar quedándose a mi lado.

- Vamos. -me tomó por la cintura como hizo Álex, pero con más ternura todavía, casi como acariciándome, y me impulsó hasta que llegué a lo alto de la valla.

- Eh, vosotros dos, ¡quietos ahí! ¡Voy a llamar a la policía! -el hombre de la voz ronca, que era menos ágil de lo que parecía, un poco rechoncho y con poco pelo, apuntó a Héctor con la linterna.

Mientras se acercaba a él, empezó a trepar, y saltó a la vez que yo, cayendo los dos de bruces al suelo. Los demás ya habían cogido nuestras cosas y se dirigían a los coches. Héctor me cogió por la cintura. Corrimos hasta ellos y en el momento en que el hombre llegó a la valla oímos que nos maldecía una y otra vez. Sin embargo, no podía parar de reír pensando en cómo se me aceleró el pulso durante mi primera persecución, en la que me sentí totalmente libre.

Confío en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora