Capítulo 7.

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El sonido de mi móvil me despertó, llegando a mis oídos como una tortura. Al igual que los rayos de sol cuando abrí los ojos, y tenía un extraño sabor amargo en la boca.Miré a mi alrededor confusa. Estaba en mi cama. Todavía llevaba puesto el vestido de la noche anterior, y uno de los zapatos. No me pregunté dónde estaría el otro. Alargué el brazo hasta el móvil luchando con el enorme dolor de cabeza que tenía. Tres mensajes. De Martina, preguntándome si sigo viva. Sin quererlo me vino a la mente mi intento de rajarme los brazos a penas cuatro días antes. Ya le contestaría luego. De momento necesitaba saber qué pasó la noche anterior. Tenía demasiados recuerdos borrosos. Y solo se me ocurría un sitio donde averiguarlo.

- ¿Giselle? -pregunté al entrar en la tienda de arte. Cada vez que lo hacía sentía la necesidad de coger un pincel.

- Vaya vaya, la que no estaba segura de querer ir de fiesta anoche. -dijo al salir de detrás del mostrador, guiñando uno de sus preciosos ojos azules, pintados con su característica raya negra que tanto le favorecía. Algo le hacía estar más guapa ese día, quizá su pelo ondulado en vez de liso, quizá esa blusa blanca que hacia resaltar su piel pálida pero firme. Oh, envidia vete.

- Ya, bueno. -me ruboricé- De eso quería hablarte. ¿Qué pasó anoche? Quiero decir... tengo momentos un poco borrosos.

- Cariño. -echó a reír. ¿Por qué todos parecían reírse de mí?- Debes controlarte más a la hora de beber si quieres sobrevivir con nosotros en cada fiesta.

Lo que debía hacer era replantearme si volver o no a alguna fiesta. Cada vez me sentía más incómoda por el hecho de haberme emborrachado con gente a la que ni conocía.

- Pero, ¿hice algo... embarazoso? -mis mejillas ardían tanto que parecía tener el sol a dos centímetros de la cara.

- No, cariño, -alargó su brazo por el mostrador para coger mi mano- claro que no, solo las cosas que pasan en las fiestas. Cuando un chico y una chica bailan, y van un poco tocados, ya sabes...

Oh, Dios. Chico y chica. Bailando. Tocados. Dios mío, ¿con quién? Entonces me vino a la mente la desaparición de Giselle con aquel chico guapo, la conversación con Valeria y Alicia, cuando se acercó Álex... ¿Álex?

- ¡Álex! -mis ojos se abrieron como platos.

- Vaya, la amnesia empieza a flojear. No te preocupes, en serio. Son cosas que pasan de fiesta. Yo también me lié con Álex cuando celebramos el cumpleaños de Héctor. Por cierto, fue él quién te llevó a casa después de que vomitaras.

- Espera, ¿qué? -hablaba tan rápido y sin dar importancia a nada que me costaba asimilarlo todo. Me había liado con un tío de toma pan y moja, como lo llamaría Martina, el mismo día que lo había conocido. Yo, que para quedar con Lucas a solas tuvo que pasar casi un año siendo solo amigos. Mi mejor amiga va a flipar conmigo- ¿Vomité?

- Yo estaba con Troy, un chico que conocí. ¿O Mike? No me acuerdo de su nombre. -hizo un gesto para señalar que le daba poca importancia- Bueno, te vi bailando con Álex, y sabía que caerías, ¿quién no caería? -puso una mano en su frente mientras abría todavía más sus grandes ojos- En fin, tras eso vino Valeria a decirme que no te sentías bien. Habías vomitado en el baño ya tres veces. Te llevaron fuera a que te diera el aire. Héctor se ofreció a quedarse contigo. Era el único que no tenía ganas de fiesta porque... -frunció el ceño- bueno, él es así. Y lo último que sé es que te dejó en casa.

- ¿Se quedó conmigo? -recordé entonces, minutos antes de que Álex viniese a aprovecharse de mí, que vi a Giselle y Héctor discutir. Se quedó conmigo. Y eso que al verme apenas me saludó.

- Es un caballero cuando quiere. Y un capullo cuando puede, también. -aseguró sacando varios pinceles de distintos tamaños de una bolsa, para colocarlos en un recipiente bajo el mostrador.

- Y eso, ¿por qué?

- Pues... -miró al frente cuando sonó la campanita de la entrada- Vaya, puedes preguntarle tú misma.

Me giré y allí estaba. Tal y cómo lo recordaba de principios de la noche.

Confío en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora