UNA SEMANA DESPUÉS EN LA CABAÑA PRIVADA DE KIM
Una semana después, la habitación era el reflejo de un huracán de emociones. Kim y Cruz estaban acostados en el piso sobre un colchón que apenas sobrevivía al caos. Todo a su alrededor estaba destruido, pero ellos, entrelazados, estaban perfectamente en paz. Cruz, desnudo y cubierto apenas por las enormes alas negras de Kim, exhalaba un aroma embriagador, dulce y profundo como las uvas más maduras, que parecía impregnar el aire y provocar un efecto adictivo en Kim. Era como si su cuerpo supiera exactamente cómo atraerlo.
Cruz, con una sonrisa pícara en los labios, jugaba con las plumas de las alas de Kim, dejándose acariciar por ellas. Su piel brillaba con el suave resplandor del sudor, y su mirada era traviesa, como quien tiene un secreto que aún no ha revelado. "¿Sabes, Kim? Creo que jamás me sentí tan... vivo. Aunque... después de lo que hiciste conmigo, es difícil no sentirse así. Creo que hasta mi aroma te lo dice," susurró, dejando escapar una risa suave y seductora.
Kim, recostado a su lado, dejó que sus manos recorrieran con lentitud la espalda y la cintura de Cruz, sus alas todavía envolviéndolo en un abrazo cálido. "Tu aroma es... peligroso, Cruz," murmuró, inclinándose para rozar con su nariz el cuello de Cruz, aspirando ese perfume hipnótico que emanaba de su piel. "Es como si hubieras nacido para volverme loco."
Cruz se giró, quedando sobre Kim, su cabello desordenado cayendo como una cortina entre ellos. "¿Eso crees?" preguntó, con una sonrisa traviesa que hizo que el corazón de Kim se acelerara. Con lentitud, pasó un dedo por el pecho de Kim, deteniéndose justo en el borde de sus costillas. "Pues tú... Tú sabes exactamente cómo usar esas alas. Las sentí en cada parte de mi cuerpo, y, sinceramente, no sabía que pudieran hacer tantas cosas."
Kim dejó escapar una risa grave, profunda, que hizo temblar a Cruz de anticipación. "¿Te refieres a esto?" preguntó mientras movía ligeramente sus alas, dejando que las puntas acariciaran las piernas de Cruz con una suavidad que parecía casi un susurro. "Puedo usarlas de muchas más formas... si quieres."
Cruz dejó escapar un gemido suave, mientras arqueaba la espalda ligeramente, entregándose al tacto de Kim y sus alas. "Tienes demasiado poder sobre mí, Kim... Pero me gusta." Sus palabras eran un arma cargada de deseo, y el aroma a uva que emanaba de él parecía intensificarse, como si el mismo aire se llenara de su esencia.
Kim se inclinó más sobre Cruz, sus alas desplegadas ligeramente como un escudo que los separaba del resto del mundo. Sus ojos, oscuros y ardientes, lo estudiaban como si estuviera viendo algo sagrado. "Te advierto, Emiliano... Si sigues desafiándome, no voy a dejarte descansar hasta que te grabes en cada fibra de mi ser."
Cruz, con un destello pícaro en la mirada, llevó una mano hasta el rostro de Kim, trazando con su pulgar el contorno de sus labios. "¿Y quién dice que quiero descansar? Hazme sentir que no existe nadie más en este mundo excepto tú y yo."
Kim dejó escapar un gruñido bajo, un sonido que parecía surgir desde lo más profundo de su pecho, vibrando contra el aire como una promesa. Sin darle más tiempo a Cruz para desafiarlo, descendió sobre su cuello, besándolo con una mezcla de hambre y devoción, marcando la piel sensible con pequeñas mordidas. Cruz jadeó, sus manos encontrando refugio en las plumas suaves de las alas de Kim.
El aroma dulce a uva que emanaba de la piel de Cruz parecía volverse más intenso, como si cada respiración de Kim lo enloqueciera aún más. "Eres un maldito afrodisíaco, Emiliano," susurró Kim contra su oído, su voz ronca y cargada de deseo. "Cada parte de ti me llama... tu aroma, tus labios, tus malditos desafíos."
Cruz arqueó la espalda, atrapado entre el placer y el fuego que corría por su cuerpo. "Entonces tócame... reclámame como solo tú puedes hacerlo."
Kim no necesitó más invitación. Con una fuerza medida, atrapó las muñecas de Cruz por encima de su cabeza, sujetándolas con una sola mano mientras la otra recorría su torso desnudo. "Eres mío, Emiliano," declaró, su tono grave y poseído. "Cada latido de tu corazón... cada suspiro que sale de tus labios... todo me pertenece."
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FUEGO Y DESEO: EL DRAGÓN DOMINANTE (V+18P)
RandomDonde el dolor y el deseo se entrelazan, creando un placer que solo los valientes se atreven a explorar........