Capítulo 15. Es fácil allanar tu casa.

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"Y ahora dime, ¿crees que no hay motivos para seguir aquí? Sonríe, porque quedan tantas cosas por vivir".
Porta, "Vacío".

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-Date prisa -me susurró Maya mientras ella ponía vinagre y salsa picante en el bote del antiséptico bucal.

-Esto es asqueroso -dije mientras moldeaba la carne picada con forma de animal sobre la cama.

-¿Pintaste los símbolos? -preguntó.

-Sí, solo me falta llenar su ropa de ajo y cebolla. ¿Le pusiste el tinte?

-Aún no -dijo y salió del baño.

-Se lo pongo yo, toma, refriégalo por toda la ropa que veas -le entregué la bolsa donde estaba el ajo y la cebolla.

Agarré el tinte negro y rojo y los eché en varios botes de champú y acondicionador.

Volví a la habitación donde estaba Maya oliendo sus manos asqueada.

-¿Huele bien? -sonreí.

-Sí -bufó y se rió-. Oye, ¿dónde estará Allison?

-Hum... -agarré el móvil y puse el vídeo mientras me mordía el labio.

Agarró el móvil frenéticamente mirándolo sorprendida.

-¿Ese es... Darrence? -dijo mientras se oían gemir.

-Sí, me colé en su casa porque no me abría la puerta -me encogí de hombros.

-Dios... -musitó mientras me entregaba el móvil.

-Y él le ofreció a quedarse a dormir, así que...

-Igualmente démonos prisa. Tal vez despertemos a alguien -dijo.

Terminamos de ponerle estupideces y signos satánicos en la pared con bandanas cubriendo nuestra boca.
Pusimos velas negras y rojas por todos lados y alrededor de la carne picada moldeada como un perro o un gato.

Nos hicimos una foto con la pared y la cama de fondo.

Olía todo increíblemente mal y me asfixiaba por los sprays.
Apretaba la tela de la bandana contra mi boca mientras le mandaba un mensaje a Owen.

Podía oír cómo alguien caminaba afuera. Y Owen no me respondía. ¿Era ella?

Maya y yo nos pusimos nerviosas mientras nos quedábamos en silencio.

Owen me mandó un mensaje y nos asomamos. Estaba con los brazos abiertos, susurró un "deprisa" y Maya fue bajando por el alféizar y los barrotes de la ventana de abajo.
Saltó y Owen la cogió.
Hice lo mismo y cuando bajé pude oír cómo se abría la puerta de la habitación.

Corrimos hacia el coche y nos fuimos a toda velocidad.

-Disfruta tu regalo, Allison -dijo Maya mientras chocaba los puños con los dos y reíamos.

Lo celebramos con latas de refresco y comida basura.

Estábamos en frente del Central Park; la noche lo inundaba todo.

-Si te preguntan sobre esta noche; niégalo todo -me dijo Maya y sonrió.
Asentí mientras me echaba a la boca unos Skittles ácidos y los masticaba.

Eran las cinco de la mañana cuando llegamos a nuestras respectivas casas. Estaba agotada, pero aún así me quedé un rato asomada a la ventana de mi habitación.

Las luces de la casa de Darrence estaban todas apagadas.
Y supuse que Allison no estaría.

Noté cómo se me cristalizaban los ojos y una lágrima caía por mi mejilla.
Me quedé sorprendida mientras me sorbía la nariz y me refregaba los ojos con la manga de la sudadera.

Azulada ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora