Capítulo 22. ¡Te dije que encendieras la batidora dentro del bote!

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"Créeme, si pienso que te pierdo todo se derrumba. Quiero que pongan tu nombre en la esquela de mi tumba".
Porta, "Cuando estoy sin ti".

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-Será divertido, decían. Seguro que se te da bien, decían -dije sentada en la arena con una tabla de surf a mi derecha-. ¡Todo mentiras!

-No todo se te puede dar bien -dijo April.

-¡Fuiste tú la que me dio alas!, ¿me las cortarás también?
Kellin empezó a reírse.

-¿Y tú de qué te ríes? -dije mordiéndome el labio y quitándome el pellejo.

-No hagas eso -dijo tocando mis labios.

-Déjame, te ríes de mí -le di la espalda.

-Vale -dijo y me levantó poniéndome en su hombro.

-Agh, eres idiota.

-Calla -rió.

Golpeé su espalda y me tiró al agua.
Salí tosiendo y escupiendo agua.

-No me avises, ¿para qué?

-El agua salada es buena para la piel -dijo Kona.

-¿Para la garganta también?

-Estás muy sarcástica hoy, ¿no? -preguntó Darrence.

-Blah, blah, blah -dije saliendo del agua.
Me senté en la terraza observándolo todo, me acerqué a una maceta que había cerca y agarré uno de los girasoles que contenía.

Habían pasado varios días después de aquella conversación con Darrence. Habíamos visitado muchos lugares preciosos y habíamos estado en una playa llena de gente.

Pero ni Owen ni April ligaron, estaban bastante raros.
Drew seguía siendo igual que siempre, y Kellin nunca dejaba su ternura.

-¡Eh! -me gritó Maya sentándose a mi lado.

-Hola -sonreí.

-Vamos a hacer una fiesta en la playa esta noche -dijo.

-Mola -dije.

-Chicas -dijo April acercándose mientras se tapaba con la toalla que llevaba encima.

-¿Qué pasa? -pregunté.

-Venid.

***

April se dio una ducha y se sentó en su cama.

-Pues veréis -comenzó diciendo-. Hace uno o dos días, cuando salimos a aquel bar por la noche; bebí demasiado. Y ya sabéis que cuando bebo demasiado, pues, hago alguna tontería. Pero esta fue muy gorda.
»Owen y yo nos peleábamos, con la estupidez de la apuesta. Salí afuera enfadada, nadie se dio cuenta, solo Owen que me siguió.

-¿Te hizo algo? -preguntó Maya.

-Al contrario -dijo April agitando su mano y negando con la cabeza-. Estaba muerta de frío y cada vez me acercaba más al mar. Me senté en la orilla, intentando calmarme un poco, pero Owen se sentó a mi lado.

-¿Y qué pasó? -pregunté intrigada.

-Me estaba helando. Era horrible. Pero entonces él se quitó su chaqueta, aún con el frío que hacía; y me la dejó.

-¿¡Quieres ir ya al grano?! -le gritó Maya agarrándola por los hombros y la agitó.

-Calla, queda bonito, como si narrara un libro -dijo rodando los ojos-. En fin, me pareció lindo, es estúpido, sí, pero ese gesto me enterneció. Entonces me lo quedé mirando algo confundida y vi que sus labios se tornaban a morados. ¡Se moría de frío por mí! Y bueno, se acercó a mí, yo me acerqué a él y...

Azulada ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora