Epílogo. Quise rellenar un vacío.

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Me desperté por la madrugada, sin poder dormir. Salí en pijama y zapatillas a la calle, cuando no pasaba más que algún otro coche. Crucé la esquina de mi edificio y subí por las escaleras de emergencia, para no molestar a mi vecino. Entré en su casa sin hacer ruido y fui a su habitación. Lo moví un par de veces, se sobresaltó y se levantó con los ojos entrecerrados.

-¿Qué pasa? -dijo estirándose.

-No puedo dormir -dije y sonrió.

Me hizo un té caliente y nos sentamos en las escaleras de emergencia, con el ruido de los coches de fondo.

-¿Y ya estás mejor? -me preguntó.

-¿No debería preguntarte yo eso? -sonreí-. Pero sí. Estoy mejor. Estuve pensando mucho.

Hizo un sonido a modo de respuesta y miró al horizonte.

-Oye, ¿crees que no me di cuenta de que te colaste en mi casa cuando estuve con Allison? -dijo y se rió.

Miré hacia abajo arrugando la frente.

-¿Cómo lo supiste? -pregunté.

-La Coca-cola que te llevaste, era la última que me quedaba aquel día. Y luego, cuando me quemé con el aceite, también te colaste. Supuse que fuiste tú.

Me reí y le di un golpe en el brazo.

-Oye, ¿por qué cojones te liaste con Allison? -dije algo asqueada.

-Supongo que para rellenar -dijo encogiéndose de hombros.

-¿Eh? -dije sin comprender.

-No sé, tú... Tú estabas con Kellin en ese momento. Y pues quise rellenar un vacío que tenía en el pecho -dijo-. Pero créeme, no podía.

-Me querías, ¿verdad? -apreté los labios y alcé la mirada.

-Todavía te quiero, Azulada.

Le brillaron los ojos, me acarició las mejillas y me besó.
Me besó delicadamente, como si el choque de nuestros labios pudiese resquebrajarme, para luego dar paso a unos besos más apasionados, llenos de deseo.

Jadeábamos, disfrutábamos, nos amábamos el uno al otro.

Sin duda alguna, esa fue la mejor noche de mi vida.

***
Me desperté, en una gélida mañana. Completamente sola y con un dolor en el pecho. Me mandaron un mensaje. En el mensaje me citaban en un lugar y en una hora.
Pero el destinatario no aparecía en el mensaje.
Por mucho que lo intenaba, no sabía de quién era. Hasta que lancé el móvil al suelo. Era Kellin. O era Scott. No lo recordaba. Era un sueño muy borroso. Tal vez el principio de todo. O puede que resultase ser el final.
Y finalmente me desperté realmente sin comprender mucho.
Me levanté de la cama, con Darrence a mi lado, aún como un tronco. Fui al baño y me puse lo más decente posible.
Salí a la calle para ir a por un café al Starbucks. Pero por el camino me encontré con una figura conocida.
Tenía un canoso pelo largo y se encontraba de espaldas.

-¿Señor Wells? -dije.

Se dio la vuelta y me miró con sus ojos castaños sonriendo.

-Hombre, Brooklyn, ¿qué tal? -dijo poniendo una mano sobre mi hombro-. ¿Te apetece un café?

-Justo ahora iba a por uno -sonreí-. Claro.

Llegamos al Starbucks y nos sentamos en una mesa libre.

-¿Cómo le va todo? -le pregunté.

-Muy bien, estuvimos mi esposa y yo de crucero por el Mediterráneo. Pero dentro de poco volveré a la rutina -hizo una mueca y sorbió su café oscuro.

-Qué pena que ya haya acabado el instituto, no asistiré más a sus clases.

-Anda, no me hagas la pelota -dijo y reímos.

-Pero no, enserio, adoraba sus clases -sonreí.

-Me alegra, de veras -dijo-. Y bueno, ¿tú qué tal? ¿Te pasó algo interesante durante las vacaciones?

Fruncí el ceño y miré hacia mi café. Luego una sonrisa se asomó por la comisura de mis labios, recordándolo todo.
Verdaderamente, en el fondo, yo era muy feliz. Por un lado, estaban los buenos momentos, en los que disfrutaba, o los que me ponían los pelos de punta. Como con aquellos extraños sueños que nunca pude entender. Había tenido mucha suerte. Acabé en una buena familia, dentro de lo que cabe. E hice unos muy buenos amigos. ¿De qué podía quejarme?
Inspiré, abrí la boca y comencé a relatarle la historia del mejor verano de mi vida.
Había vivido muchísimas emociones. Tantas que me sería imposible describirlas en un solo capítulo.

Pero os lo contaría todo. Si los deseos y ambiciones de los demás se acabaron cumpliendo. O si Darrence y yo acabamos estando juntos.

Aunque eso será mejor dejarlo para otro momento. ¿No?

Azulada ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora