✯ 𝑬𝒔𝒑𝒆𝒄𝒊𝒂𝒍, 𝑷𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒄𝒖𝒂𝒕𝒓𝒐: 17 𝒅𝒆 𝑵𝒐𝒗

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4. Man, I'm the greatest

Rachel

Mi nariz se arruga ante los penetrantes olores de dudosa procedencia que levitan en mi entorno.

Cuatro guardias me escoltan conservando la debida distancia suficiente como para que no invadan mi espacio personal, lo que es tranquilizante. Desde el suceso pasado hace dos semanas no manejo correctamente el contacto físico, la cercanía de desconocidos, o incluso la de amigos.

Silbidos y miradas lascivas se dirigen en mi dirección. Me encojo en mi lugar tras atravesar el área de baja seguridad. El pabellón de aislamiento es el siguiente y mi destino tan ansiado.

—¡Tienes visita, Legión!

Tres de mis vigilantes se apartan y el regordete es quien golpea la puerta de acero reforzado una, dos, tres veces... antes de abrirla sin autorización. Hago un mohín y golpeo la punta de mi tacón, nerviosa, al no divisarlo en el umbral a la espera de mi llegada.

Mi corazón se empequeñece ¿Acaso no quiere verme...?

Jadeo y me pongo extremadamente rígida cuando dos brazos me halan hacia el lóbrego interior de la celda. La puerta de acero se cierra con un estruendo y gimo destensando mi musculatura cuando olisqueo su aroma.

Sus labios atacan todo mi cuello, mis dedos aferrándose a su ropa.

—Hola, mi amor —alcanzo a decir.

Siento su sonrisa contra mi cuello.

—Hola, nena —me besuquea el rostro.

—¿Por qué está tan oscuro aquí? —inquiero.

Le permito que me alce en brazos y nos guíe hasta su catre.

Tengo muy presente en mi memoria la distribución de su... habitación confinada temporal.

Una cama anclada al suelo.

Una mesa y una silla.

Un lavabo y un inodoro.

Y una pequeña ventana.

—Intentaba soñar contigo —me río.

Me hago a un lado cuando se pone de pie, y con complicaciones, diviso su enorme silueta en la penumbra hasta que descubre la pequeña ventana que ilumina la celda. Me llevo una mano por encima de los ojos, pero acabo gimiendo de la impresión al ver los hematomas en su cara.

—Tuve que romper un par de mandíbulas —mete las manos en su overol color cobalto con despreocupación.

—No luces bien —musito con el corazón en la boca. Los ojos se me encarchan y Christopher se aproxima a mi encuentro—. Esto es un asco, el lugar es horrible, y tú sigues aquí ¡después de 2 semanas! —el desespero me cala, y él me aprieta contra su pecho—. Ni siquiera Alex ha podido conseguir tu libertad, ¿qué haremos?

—Nada.

Me separo.

—Christopher, debemos sacarte...

—Soy culpable, Rachel, y nada cambiará eso. No cuando tienen pruebas que refutan mi presunta inocencia —sollozo.

—E-estás aquí por mi culpa...

Me aparto las lágrimas con rabia.

—No —acuna mi rostro, con sus ojos observando cada centímetro—. Estoy aquí porque unos cabrones osaron de atemorizarte. La culpa es suya, supusieron que no me tendrían de pesadilla, destrozándoles los putos sesos y quemando todo hasta los cimientos por tí. —pega sus labios a mi frente—. Volvería a esparcir su sangre contra las paredes de aquel sucio callejón si eso te mantiene a salvo.

✯𝑭𝒂𝒏𝒇𝒊𝒄𝒔 𝑪𝒉𝒓𝒊𝒔𝒄𝒉𝒆𝒍✯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora