✯ 1. 𝑹𝒆𝒗𝒐𝒍𝒗𝒊𝒏𝒈 𝑫𝒐𝒐𝒓

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Rachel

La preocupación me hace palpitar las sienes con persistencia.

Aprieto el collar que me cuelga del cuello sintiendo los detalles de la joya punzar en mi palma. Su significado me mantiene a raya en lo que verdaderamente me importa.

—¡¿Es usted Rachel James?!

Me giro en dirección a la voz que hizo la pregunta, hallando a un doctor de mediana edad con semblante pálido, y baja estatura.

Doy un asentimiento.

—Así es —me esfuerzo por contestar con seguridad—. ¿Dónde está?

—Gracias al cielo. —El sudor le baja por la frente perlada—. Está estable, sin embargo, su inflexible temperamento puede hacer que aquello cambie. Sigame, solo quiere verla a usted.

Digiero el peso de sus palabras, que se asienta en mi estómago como un puñetazo preciso.

—P-por supuesto —me obligo a reaccionar siguiéndole el paso.

Me lleva al piso en que lo tienen. En la sala de espera fuera de la habitación yacen caras familiares, pero también unas que desconozco. Tres mujeres, de las cuales dos son jóvenes, quizás ronden mi edad. Una de ellas, en especial, llama mi atención, tiene la cara húmeda por las lágrimas, y la que está a su lado, parece una amiga íntima, puesto que le susurra cosas al oído mientras la abraza de costado con soltura. La tercera es mayor, y comparte rasgos similares con la chica que llora, luce como una madre profundamente angustiada por su hijo.

Alex Morgan —que conforma al grupo reducido de caras familiares— abandona su puesto, poniéndose de pie al reconocerme.

—¿Rachel?

Hundo las uñas en la correa de mi cartera.

—Hola —saludo nerviosamente, incómoda bajo la mirada sorprendida de los demás presentes.

Patrick, Alexa, y Simon también están aquí, ocupando la última hilera de asientos. Sara Hars está desconsolada cuando eleva el rostro para mirarme, desde el puesto a la izquierda del Ministro.

—¿Él te llamó? —inquiere el padre de Christopher con la espalda erguida en tensión, y los puños cerrados.

La expresión en mi rostro responde a su pregunta.

—Señorita, sería buena idea que nos apresuremos —insiste el doctor.

Hago ademán de disculparme con Alex, pero él es quien realiza un movimiento de muñeca alentándome a seguir.

—Ve.

Aflojo los músculos una vez que me encuentro dentro de la habitación con bajas temperaturas. El cuerpo grande que reduce la cama de hospital está ajeno a mi presencia, por lo que su voz rasposa y malhumorada sale con desprecio cuando habla.

—Quienquiera que seas, vete.

Limpio mis mejillas con el dorso de mi mano rápidamente antes de estirar mis labios en una sonrisa.

«Agradezco que el maldito esté bien»

—Ni siquiera Owen se pone tan furioso cuando no obtiene su leche.

Se recompone con otra cara.

—Llegas tarde —se queja, apoyando su espalda del cabecero—. Mandé a buscarte hace horas.

Dejo mi bolso sobre la incómoda silla a un lado de su cama.

—¿Debo recordarte que estoy a horas de distancia? —retiro el gabán deslizándolo por mis brazos, y no resisto el impulso de abrazarlo—. Me tranquiliza que estés bien. No me imagino criando dos niños sola.

✯𝑭𝒂𝒏𝒇𝒊𝒄𝒔 𝑪𝒉𝒓𝒊𝒔𝒄𝒉𝒆𝒍✯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora