✯𝑭𝒂𝒏𝒇𝒊𝒄𝒔 𝑪𝒉𝒓𝒊𝒔𝒄𝒉𝒆𝒍✯

✯ 𝑫𝒊𝒗𝒐𝒓𝒄𝒊𝒐. 𝑰

MinellyH 🦭

Christopher

Las botellas de whisky se deslizan delante de mi en la barra. El barman me observa preocupado por las miles de libras que he desperdiciado en los litros de aguardiente destilado.

Un novato se hubiera rendido a mitad de la primera botella, pero yo; un experto, voy empezando la cuarta y mi lengua se siente demasiado liviana para mi propio bien, pero me importa una mierda... Todo, todos. Principalmente la maldita perra Lewis, a quien le deseo que se refunda en el infierno. Como la vea soy capaz de matarla con todo el placer macabro que se puede llegar a sentir alguna vez.

En cuanto salí de mi propiedad tiré el jodido anillo que se empeñó en que usara por una carretera desolada. Nunca lo apreció en mi dedo y eso la enfurecía; la mandé al diablo en cada oportunidad. Dos semanas casado con esa bruja y quería colgarme las bolas alrededor del cuello en el cuarto de baño hasta asfixiarme.

Puto engaño. Ella y la oportunista de su madre quisieron meterme un supuesto crío que no es mío... ¡Un maldito niño que ni siquiera existe, mucho menos existió! La cólera me hace vaciar la botella en mi estómago vacío. «Me vieron la cara de imbécil» Nunca más, maldita sea. Nunca. Más.

Un cuerpo sollozante proviene de entre la multitud y se asienta a mi lado. «Hoy es mi día de suerte. Puta mierda...» Miro de reojo a la mujer aparecida con molestia. Trata de apartarse los mechones húmedos del rostro pero no trae un coletero ni nada que sea de utilidad con lo cual llevar acabo su cometido, así que llora más fuerte.

—Lo siento —se disculpa al notar mi enfado. No la miro, pero oigo como respira profundamente poniendo de sí para calmarse pero no le funciona—. P-perdón, yo...

—¡Cállate!

Lo último que quería —y necesitaba— esta noche era lidiar con una mujer desgraciada.

Le hago entrega de la botella en mi mano para que aplaque sus nervios y deje de atosigar mi tolerancia. Parece captar mi intensión porque diviso una fina mano pálida con dedos largos y manicura francesa rodear el cuello de la botella y halarla en su dirección. Decido seguir mi instinto para saciar mi curiosidad y me giro para verle la cara.

Mis ojos van comiendo centímetro por centímetro de su cuerpo y la sangre de mi cabeza baja de golpe a mi polla antes flácida.

—Gracias —agradece con una tímida voz baja esa boca carnosa y perfecta.

La mujer es una puta diosa, que haría que mi exesposa la loca sin facultades mentales llorara por sus carentes curvas y belleza londinense aburrida.

Piernas largas y torneadas bajo la tela del vaquero ajustado, muslos gruesos que de seguro recibirían una buena azotada con mordidas incluidas. Caderas anchas, cintura estrecha... «podría rodearla con ambas manos y sería más que suficiente». Senos firmes y redondos bajo el top negro que los empuja hacia sus clavículas. Cuello terso, y esbelto. Rostro ovalado con una sedosa melena negra como cabellera, y solo se pone mejor. Boca rosada, nariz respingona, rasgos suaves como los de un querubín, cejas definidas sobre los grandes ojos tan azules como el mar más puro, y largas pestañas oscuras. Las señales de llanto no disminuyen su atractivo rebosante, de hecho, lo aumentan.

—Me está poniendo nerviosa —confiesa ya achispada.

Tú me estás poniendo duro como un mástil.

«¿Cuánto se tomó? ¿Tan poco aguante tiene?»

Sacudo la cabeza para salir del aturdimiento en el que me sumí al repasarla.