El inicio del principe

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Tienes los ojos de tu madre, pronuncie sollozando a solo segundos de mi muerte, perdido en sus ojos, recordando los de esa dulce mirada que desde niño marcó la felicidad y desdicha propia en mi vida.

La visón ya se creaba nítida, borrosa, solo mi mente era la que podía moverse y esta viajaba al pasado, por las polvorientas y desoladas casas de la calle de la hilandera en Cokeworth. Transitando por la pedregosa calle mi vista se detiene en ese viejo diario sobre la mesa de dormir en la habitación de ese humilde y frio lugar que alguna vez llame hogar.

Puedo ver a Eileen prince, mi madre, una excelente hechicera y ex jugadora de quiddich. Tenía unos inmensos ojos negros que dibujaban una ineludible tristeza que, aún sobreviven entre mis tantas memorias.

Ella fue quien recién me regalo ese diario que fue el mayor testigo de este gran teatro que fue mi vida. No solo por eso yo la quería, ella me recordaba en cada momento cuanto era que ella me amaba fue la única fuente casi escasa de amor mutuo que tuve siempre.

De mi padre tengo atemorizantes recuerdos, siempre fue un hombre serio, prepotente y avaro, el cual escasas, casi nulas veces mostraba sentimientos o afecto hacia mi, que más podía esperar de un mouggle, a decir verdad no necesite de el en ninguna circunstancia de mi vida. mi madre siempre fue mi pequeña fuente de alegría y motivo de felicidad, simplemente no necesitaba de mas que no fuese ella, el poco amor que tenia de ella me mantenía en pie, eso e ir a Howarts.

A escondidas de Tobías, mi madre traficaba con sus antiguos objetos para hacer pociones para que yo practicase a escondidas de el, además de un libro de hechizos para principiantes, además me explicaba difíciles maleficios y me contaba todo sobre Hogwarts y el mundo mágico y las prisiones para los magos tenebrosos que practicaban las tres imperdonables maldiciones imperdonables, las cuales ella me explicaba sin tapujos.

Pasaba la mayoría del tiempo abajo de mi cama, iluminando tenuemente con una candelilla, la mayoría del tiempo la casa estaba inundada en gritos atemorizantes que provenían de todos lados, ya era costumbre escuchar las múltiples quejas de mi madre por la miserable vida que teníamos, sin dinero, sin magia y lo peor de todo, sin amor.

Con tan solo nueve años ya esperaba ansiosamente que llegara mi carta de Hogwarts para ir a la escuela de magia. Ese era mi más grande sueño. contaba los días por salir de esa casa que solo me atormentaba, anhelaba salir de la miserable vida que vivía, alejarme tanto como pudiera de esos gritos que constantemente eran la causa de las frecuentes pesadillas que atormentaban mi mente.

Lo único bueno que tenía el seguir ahí era que, siempre antes de dormir, mama me contaba las maravillosas historias que vivió durante su estadía en Hogwarts. Cuando papa se iba de casería me mostraba los conjuros y maldiciones que ella practicaba antes de casarse con Tobías. Lo cual día con día me hacía desear mas el hecho de ir a Hogwarts y aprender hechizos pociones y transformaciones. Esos eran los momentos que valía la pena recordar de la casa Snape.

-mama, un día ¿me enseñarías a volar en escoba?

-baja la voz severus. claro que si, pero quiero que seas el mejor mago de todos.

-mama, ¿por qué dejaste de jugar quiddich?

-bueno severus... como sabrás conocí a tu padre nos casamos y tiempo después venias tu en camino y el quiddich es un deporte muy peligroso y yo no te iba a poner en peligro a ti.

-pero mama porque...

-ya severus es tarde. Interrumpió. -debes dormirte tu padre no tarda en llegar y ya sabes cómo se pone si nos escucha hablar sobre esto.

Sin mucho tiempo pensarlo mis ojos se empezaban a cerrar y me hundí en un profundo e inocente sueño cobijado por el frio invierno que no amenazaba con cesar si no en un par de días.

El diario del Príncipe mestizo   Tomo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora