Ojos verdes

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-mira Lily la tormenta los ha dejado congelados. Se Rió con descaro la otra niña.

-pobrecillos... no te rías tunney.

-Lily, creo que ya son suficientes. Espeto la otra niña.

-deberíamos llevarlos a casa y ponerlos en calor para que sobrevivan.

-siempre viven Lily recuerdas los anteriores, creo que tienes talento para con las aves.

-anda regresemos petunia.

No podía más con la curiosidad que inundaba mi mente y me asome por un orificio del sauce. Pero vi con desepcion que dos pequeñas niñas que se alejaban atravesando el lago que dividía la colina.

Momentos más tarde regresé a casa ya que el frio empezaba a calar los huesos y ansiosamente corrí en busca de mi madre.

-mamá, mamá ya encontré.... Espete. Pero me detuve en seco al ver a Tobías situado en la mesa esperando la cena.

-se puede saber ¿qué encontraste severus? Expreso con su voz pastosa.

-A la señora collins se adelantó a decir mi madre. -le mande un mensaje con severus pero no estaba así que él se ofreció a ir a buscarla, es un encanto nuestro hijo verdad, Tobías, dijo mi madre mientras me abrazaba.

Tobías solo se limitó a asentir ligeramente con la cabeza y prosiguió con su comida.

-además mañana cumple diez años. Que rápido pasa el tiempo. Expreso con una conmovida sonrisa que rasaban sus ojos.

Después de ello la cena fue algo de lo más anormal, el impenetrable silencio se hacía presente.

la tristeza inundaba la casa, a pesar de que lo había gritos. me coloque mi vieja ropa de dormir y me sumí un profundo sueño.

Por la mañana mi madre me despertó con una diminuta tarta de cumpleaños que dejaba salir diez pequeñas velitas.

-feliz cumpleaños severus. Espeto con dulzura mi madre acompañada de mi padre que esperaba en el umbral de la puerta.

-mira un obsequio que he te hemos hecho tu padre y yo. Fingió mi madre, sabía perfectamente que el obsequio era solo de ella. Era un conjunto nuevo de ropa mouggle.

Solo me limite a agradecer el obsequio y bajamos a desayunar.

La nieve dejo de ser un impedimento para salir y regrese al sauce hueco con la esperanza de encontrarme de nuevo a esas niñas que llevaban cadáveres de pajarillos en una canasta para salvarlos, lo cual me parecía gracioso apenas un hechizo serviría para que estos vivieran de nuevo.

Para mi grata sorpresa regresaron. Oí de nuevo los murmuros de dos niñas que eran las mismas de la vez pasada.

Asome mi cabeza y esta vez eran las dos niñas con una pequeña jaulita con alrededor de diez pajarillos de colores, los cuales soltaban poco a poco.

Una de ellas era alta delgada y con rostro aceitunado, tenía cara de pocos amigos. Mientras la otra estaba de espaldas y tenía una linda cabellera rojiza. Podía notar cierta magia en ella, algo diferente al resto de los mouggles que vivían por aquí.

No solía tener amigos, la gran mayoría del tiempo la pasaba en casa solo, era la oportunidad de empezar a tenerlos. Pero solo después de dos minutos mis planes se fueron abajo cuando estas dos niñas se alejaron de ahí y las perdí de vista.

Que tonto eres severus. Me regañe a mí mismo. -ya se debemos practicar para la próxima vez que venga. Me dije a mi mismo

-¿qué hacen?.....

El diario del Príncipe mestizo   Tomo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora