Santiamenes de Amistad

82 7 0
                                    


Entré al comedor que, estaba desprovisto de las típicas mesas y rodeado de unas circulares. Caminando entre la multitud vi a Potter y su sequito, siendo el primero que observaba con especial atención a Lily a lo lejos.

Eso hizo que naciera en mi ese extraño sentimiento de angustia y ese ácido líquido que recorría mi estómago. Entonces empecé a alertarme por ello, Potter no tenia derecho ni de siquiera de poderla ver, era un miserable que no merecía que sus ojos se cruzaran vez alguna con los de ella.

Camine tan rápido como mis piernas me lo permitieron hasta llegar con ella, al sentirla más cerca de mi, que de el me daba tranquilidad. No llegue exactamente con ella que, platicaba animadamente con un par de niñas de distintas casas, si había algo más fascinante de ella, era que congeniaba con todas las personas de Hogwarts, no juzgaba a nadie por su condición ni estatus de sangre, era sencillamente hermosa, por dentro y por fuera.

La reunión se sentó mas animosa que de costumbre, por las canciones irlandesas que la profesora McGonagall reproducía en un enorme fonógrafo.

-Avery, ¿no crees que Mildred Street voltea mucho hacia acá? Creo que le gustas. Dijo con burla mulciber.

-Es mestiza, mulciber, además es demasiado delgada y esas gafas no le sientan nada bien a nadie. Dijo dedicando una mirada con especial desprecio hacia Mildred que dejo de hacer lo que llevaba haciendo hace media hora.

-y, ¿qué tanto miras Severus?

-¿yo?, no a nadie.

-no me digas que aun frecuentas a Lily Evans.

-yo, he...

El nerviosismo se apodero rápidamente de mi, pero no lo hacia notorio en absoluto.

-¿acaso no lo habías notado Avery? Pasa mucho tiempo con ella, yo podría pensar que son...

-¡claro que no!.- Musite con pena, que debo decir que en cierto modo me emocionaba que se volviera verdad.- ella es, es solo una buena amiga, eso es todo.

Dije ocultando, muy a mi pesar la cruda verdad.

La noche avanzó con más comentarios de este tipo que, sin duda me ponían nervioso, me pareció un tema muy poco habitual en la conversación entre nosotros, nunca hablábamos de chicas ni de sentimientos eso lo consideraban tonto e innecesario, todas la conversaciones giraban en torno a maleficios, ser el mejor mago o el señor tenebroso.

Poco a poco la sala empezó a ser deshabitada por los alumnos y entre ellos salía Lily. Dando excusas tontas salir del gran comedor tras ella, aun aunaba en mi mente la imagen que vi en el espejo, no deseaba que ella lo viese me apenaba que ella lo supiese, solo deseaba verla antes de que se fuera a dormir.

Me encamine hacia la la salida del comedor hacia donde ella se encontraba.

-¡sev!.- dijo ella mientras se alejaba corriendo del lado de Marry Clearn. Su amiga. Quien al percatarse de ello siguió su camino.

-¡Lily!.- Dije conmocionado, como si tuviere días sin verla.

Pero, un acto sorpresivamente fascinante para mi, me dejó pasmado por un momento y enrojecido de pies a cabeza por varios minutos, sus brazos se cruzaron por mi muy delgado cuerpo presionando el suyo, con el mío, el corazón me dio un vuelco, me sentí la persona más afortunada del mundo por ese gesto tan inesperadamente increíble para mi. Estuvimos así por unos segundos que para mi fueron como horas o días, podía sentir los latidos de su corazón, serenos, en comparación a los míos.

El diario del Príncipe mestizo   Tomo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora