Capítulo 43

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Capítulo 43
Jordan

Mich está llamándome al celular. Un pequeño rayo de luz al final del túnel se atraviesa. Me da un poco de esperanza pensar en lo que tiene para decirme, quizás simplemente me va a regañar fuerte y decirme que por más cabeza dura y tonto que pueda ser, no me va a dejar solo en este momento.

—¡Mich!—exclamo. Estoy seguro que soné más emocionado de lo que quisiera. Me retracto y vuelvo a decir su nombre esta vez con más seriedad y calmado—. Mich.

—Necesito que vengas con la llave de tu casillero —su voz es autoritaria y sin ningún tipo de emoción, más allá de la que usualmente muestra, así que no puedo descifrar el porqué de su llamada y porqué necesita la llave de mi casillero. No quiero siquiera imaginar las posibilidades.

—Puedo pasar esta tarde. Nos vemos en un rato entonces.

—Bien —contesta y se queda callado unos segundos, de hecho pienso que ha terminado la llamada hasta que habla—. Te espero entonces —ahora sí la finaliza y estoy seguro que eso se sintió tan incómodo como se escuchó, tanto para él como para mí. Termino de organizar algunas cajas en la sala, mañana es el día en que todo esto se moverá a otro lado, y aunque dejo atrás muchos años de mi vida,siento algo de alegría por saber que algo nuevo está por venir,pero por demás está decir que la nostalgia también es parte de los sentimientos que se arremolinan en mi interior, sin embargo, no me siento triste.

Salgo hasta el gimnasio de Mich y todo está tranquilo. Pocas personas están ejercitándose, y ninguna de ellas las conozco. Toco despacio la puerta de la oficina de Mich y él grita que pase. Está sentado en su escritorio escribiendo algo. Me siento en una de las sillas de enfrente y él levanta la vista.

—¿Trajiste las llaves? —pregunta.

—Sí, claro. Por eso estoy aquí.

—Mira —él baja su torso en busca de algo debajo de su escritorio y saca una gran bolsa negra—. Aquí tienes todas tus pertenencias. Quise esperar a que vinieras y las sacaras tu mismo, pero ya mañana empiezan todo el asunto del entrenamiento y no los quiero retrasar.

—Sí,pero que voy a hacer con todo esto aquí afuera. Es cierto que lo haremos duro, pero no para tanto como para no guardarlo todo.

—J, no van a entrenar en mi gimnasio. Irán a otro lado, con Igor y otro entrenador. Cuando les dije que saldría de esto, lo dije en serio.vSoy un hombre de palabra —él ha encontrado la manera de parecer que las palabras han sido sutiles, pero la realidad es que no lo son. Son duras y punzantes. No sabía qué tan real y firme fue suposición.

—Entonces esto es todo —él hace su expresión a modo de disculpa. Aunque trate con toda su fortaleza de parecer macho alfa, sé que se siente igual que yo, triste, otra palabra no lo definiría mejor. Me levanto de mi asiento y tomo la bolsa que está junto al escritorio, la cuelgo sobre mi espalda y me despido.

—No tengo forma de agradecerte lo que has hecho por mí, pero solo diré gracias —me voy sin darle tiempo a darme una respuesta. El silencio que quedó se extiende a pesar del ruido que hay a mi alrededor en mi camino hasta la salida del gimnasio. No quiero mirar atrás, porque hacerlo es mucho más doloroso que imaginar lo que pasará en lo adelante.

(...)

Me encuentro justo a las seis de la mañana con mi nuevo entrenador para ir a probar la velocidad en una carrera a orillas del mar. Realmente me dijo su nombre, pero es impronunciable, así que solo será el nuevo entrenador por ahora. La carrera consiste en un aumento gradual de la velocidad, hay que tomar en cuenta que la arena seca debajo de las zapatillas deportivas, hace la tarea más difícil, mientras corro , tomo la firme decisión de no pensar en nada que pueda desconcentrarme y sacarme de mi cauce.

FIGHTING ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora