Hogar, dulce hogar.
Londres.
Donde el cielo es siempre gris.
Donde el verano ni se asoma.
Donde puedes sentir la niebla.
Donde nadie te juzga.
La ciudad de mis sueños.
El tiempo juega una mala pasada en esta ciudad; va demasiado rápido, así que nunca la veré florecer. Otras veces va demasiado lento, y te sientes solo rodeado de millones de personas. Otras veces te rompen el corazón y te destrozan como si fueras un trozo de papel.
Pero hasta en nuestra hora más oscura todos encontramos una brillante luz.
Esa luz es el alma de la ciudad y no puedo irme sin luchar por quedarme para siempre.
Me encantaría decirle a todos los turistas que Londres es mucho más que una torre, un puente, un museo,
pero la gente viene a disfrutar de todas las espadas destrozadas y quedarse buscando a tientas la hora de cierre de los museos y las tiendas, pero nadie puede ver el maravilloso tono dorado de esta ciudad, ni su cálido frío.
S. Harrison
