Pero te lo creíste

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Querido anónimo, querido lector, querida yo, querida A. Lennon:

Te lo creíste. Y ese es el problema, ¿no? Que en lugar de demostrar que no eres patética, ni inútil, ni idiota; asentiste a sus humillaciones. Que en lugar de luchar y luchar, y nunca rendirse, no desvanecer; caíste al principio. En lugar de valorarte, en lugar de discutir sus palabras, les creíste. Creíste sus insultos. Podrías haber gritado un ¡BASTA! que te desgañitase la garganta. Pero no lo hiciste. En lugar de pararles los pies, de no dejarles avanzar en su intento por destrozarte, les dejaste hacer. Les diste vía libre para machacarte. ¿Y de quién es la culpa? Tuya, claro. Por permitirlo. Ellos únicamente se crecieron. Quisieron creer que les pertenecías alimentando ese patético instinto humano de creerse propietarios de algo, o de alguien. Y tú eras eso. Su juego. Y les creíste.

Pero, dime, ¿Cómo no creerse algo que te repiten una y otra vez consiguiendo que resuene en tu cabeza hasta volverte totalmente paranoica? ¿Cómo creerse útil si a cada paso que das te dicen que lo haces mal?

Dime, ¿Cómo?

S. Harrison.

Manual de desahogo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora