Querido anónimo:
Quería hablarte de algo que me lleva un tiempo rondando la cabeza. Bueno, algo no. Alguien.
Sí, has leído bien. Estoy enam... no puedo ni escribirlo.
Vale. En realidad no lo estoy. Ni lo quiero estar. Yo no creo en el amor.
Ni voy a creer nunca.
Soy un alma solitaria incapaz de sentir nada por nadie.
Entonces, ¿Qué es esto que siento?
Es algo raro. Como si mi corazón latiera más fuerte al oír su nombre. O su voz. O simplemente verlo.
Esa especie de odio al ver que habla con otras.
Y sobre todo, esa tristeza que me invade cuando se que nunca se fijaría en mi. Que le gusta otra. Que ni siquiera me habla. Que nunca le oiré pronunciar mi nombre. Que no le importo.
Y es que, si quisiera hablarme ya lo habría hecho. Y no lo hace. Por algo será.
Pero en fin, que el amor no existe y ni siquiera sé por qué tengo esperanzas con él o con cualquier chico.
Soy imposible.
Intento buscar cualquier excusa para olvidarme de él, o de cualquier chico.
Anónimo, no sé si alguna vez te habrás sentido así. Así de estúpida. Espero que no.
Veo parejas por ahí y por una parte me dan envidia. Y yo también quiero. Pero por otra me daría miedo. Sí, has oído bien. Me daría miedo el amor.
Pensarás que soy tonta.
Pero es que todo es demasiado difícil.
Cada vez que le veo siento la necesidad de hablarle, tocarle o incluso besarle. Qué estupidez, pensarás. Lo sé.
Duele, anónimo. Duele mucho. Y duele más si le ves todos los días.
Pero no estoy como para preocuparme por ese imbécil. Le odio, ¿Ha quedado claro?
Estoy bien sola, y teniendo en cuenta cómo soy, lo estaré siempre.
¿Sabes? Igual otro día escribo otra entrada sobre el amor.
De momento, mi corazón está cerrado.
S. Harrison
