7 - 8 de mayo

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Querido anónimo,

Hacía tiempo que no me sentía tan tranquila, tan serena. Si no fuera porque tengo la cara que parezco un mapache estaría realmente bien.
Hace tiempo que no te hablo de él, porque no sé, si lo pienso a mí no me apasiona precisamente que otras personas me hablen de sus relaciones y/o rolletes, pero quiero poder leer esto en futuro para no olvidarlo.
A veces los deseos, si los pides mucho y en voz muy baja se cumplen de veras, Anónimo. El 7 de mayo yo iba a ir a una excursión a Sevilla y justo coincidió que él iba a estar por la zona. Al principio me dijo que no podríamos vernos porque no iba a estar en Sevilla, pero, el día antes de ir, me dijo que tenía que verme sí o sí.
Las flores de los árboles se caían, como en el anime de Shigatsu wa kimi no uso, cuando caminaba por las calles de Sevilla. Él no me encontraba y me quedaban 10 minutos escasos para irme. Estaba esperando al bus, decidida ya a que volvería a casa sin haberle visto, pero, quién sabe por qué, giré la cabeza en ese instante y le vi caminando hacia mí. Mi cara fue un cuadro, literalmente. Abrí un montón los ojos, porque no me creía lo que estaba viendo y él los abrió mucho también y se paró porque yo estaba en ese estado de shock. Me tuve que rogar a mí misma que reaccionara porque me había quedado paralizada, y sin esperar más corrí a abrazarle. Me acogió entre sus brazos muy fuerte. Se notaba que había corrido, pobrecito mío, por verme. Y le acaricié la nuca mientras le abrazaba. Tras decirme «enana» y yo contestarle «imbécil» me susurró que me quería.
*quiero que os imaginéis esto con todos mis compañeros de clase alrededor*.
Me regaló una camiseta suya (aún huele a él) y le volví a abrazar. A los pocos minutos, me tuve que ir. Pero creedme, que todo el camino a casa estuve sonriendo como una tonta.
Y al llegar a casa, me encontré con que se había quedado con más ganas de estar conmigo y que al día siguiente cogería un autobús hasta la ciudad que está al lado de mi pueblo.
Pese a los inconvenientes, que no fueron pocos, pudimos volvernos a ver.
La foto que he puesto, es de él y yo (llevo la camiseta que él me regaló) que nos echó mi mejor amiga.
Puedo decir que le abracé, que casi le pego una patada en sus partes, que por ello quiso tirarme al suelo, que le vi sonreír y reír, que apoyó su codo en mi cabeza y me soltó un «encima de que eres bajita te bajas de la acera... En fin», que me abrazó por la espalda, que le agarré la mano muy fuerte, que le besé, que le pegué muchos cabezazos, que le acaricié la barba y que por mi culpa casi pierde el bus de vuelta a Sevilla. Puedo decir también que desobedecí a mis padres, que les mentí, tanto a ellos como a mi hermano, que hice lo imposible, pero que al final, todo eso, mereció la pena, por él, por volver a tenerle cerca.
También hay que decir que él, a espaldas de todo el mundo, cogió un bus de tres horas solo por verme.
Nadie había hecho tanto por estar conmigo en mi vida y eso que no somos novios. Pero también puedo decir que no quiero que desaparezca de mi vida, aunque al final solo seámos amigos, porque él es alguien muy especial para mí.
Realmente le debo mucho y tal vez no le valoro tanto como se debe, pero he pasado unos días un tanto raros...
Pero hoy puedo jurar que me alegra tenerle junto a mí, mucho y que me encantaría que esos dos días volvieran a repetirse. Que no tengo miedo y que quiero arriesgarme, porque, con tan solo unos minutos, un skype o unos mensajes me hace muy feliz. Y él es tan increíble, que no es capaz de verse... Como las estrellas, ¿recuerdas?
Le quiero mucho.

A. Lennon.

Manual de desahogo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora