Buenos días, querido anónimo.
Hoy te quería hablar de los pequeños gestos: un "buenos días", un "gracias", una sonrisa cálida...
Sí, esos pequeños grandes detalles que hacen que nuestra vida merezca la pena.
Te quiero contar una historia.
Hay un chico, al que llamaremos Michael.
Lo conocí el año pasado en una actividad extraescolar, pero nunca llegamos a hablar.
Bien, pues este año vamos al mismo instituto, solo que él a un curso más.
Mi clase está en el primer piso y la suya en el tercero.
Cada vez que voy al laboratorio lo veo allí, parado en la puerta.
Le miro.
Me mira.
Le sonrío.
Me hace un gesto. Ese gesto extraño que muchos chicos utilizan para saludarte.
Y yo, tímida, me voy corriendo hacia el laboratorio.
El otro día, mi timidez pudo conmigo.
Le miré, me miró y yo miré hacia la pared. Sin saludar, sin sonreír.
Al día siguiente no me saludó.
Hoy, tampoco me saludó.
Y mis días son más tristes si él finge que no me conoce.
Nunca me ha gustado, no me gusta, y probablemente nunca me gustará Michael.
Pero me gustaba verle ahí, apoyado en la pared, con sus camisas de cuadros y su pelo castaño revuelto.
Me gustaba que me hiciera ese gesto extraño. Y me gustaría que lo volviera a hacer.
Antes, iba al laboratorio con una sonrisa porque me había saludado.
Ahora ya no siento nada.
Sé que es una tontería, pero pequeños detalles como ese son los más importantes.
Anónimo, no lo olvides.
Sólo es un día más
Estoy mirando el lugar donde estás
Te vi y pensé en nosotros
Puedo ver tu sonrisa en mi mente
Me pregunto si tú piensas en mi
O si tu mente está ocupada por otros.
Sólo es una noche más
Me pregunto si mañana me saludarás
No es amor lo que siento
Pero abre tus ojos y mírame
Dime qué es lo que ves
Y dime por qué no hablamos
Como amigos, ya que no nos gustamos.
Mírame, intentando escribirte un poema
Cuando ni siquiera me gustas,
y mis rimas dan pena.
Si tú me sonríes, mi día es mejor
Aunque lo que sentimos los dos,
dista mucho de ser amor.
Tú no sientes nada, para ti soy sólo una chica a la que conoces y a la que saludas por cortesía.
Yo lo siento todo, aunque para mí sólo seas el chico con el que si no fuera tan tímida hablaría.
S. Harrison