Quince

7K 450 64
                                    



Sostenía la llave con ambas manos frente a mis ojos, con el ceño fruncido como si estuviera realmente enfadada con ella. Aunque en realidad no hacía más que darme fuerzas para animarme a usarla, cosa que se veía lejana, ya que en mi cabeza la llavecita hablaba y me provocaba. "

¡Anda, úsame! ¿No te crees tan ruda? ¿O es que eres pura palabrería y nada de acción?" me gritaba, y luego me escupía. De cualquier forma ahí estaba, observando los pequeños destellos plateados que producía la luz del pasillo al chocar con la lleve y sin usarla.

Había pasado una media hora, aproximadamente, desde que había llegado. Las cosas sucedieron más o menos así: Tyler terminó de darme un discurso exponiendo su idea de que yo debía aparecer ante West y no al revés, obviamente decidí no escucharlo e irme a sacar las cosas de las valijas, también pasé una buena parte del día viendo videos estúpidos en internet, luego me pinté las uñas, comí y leí una columna de chismes en un blog. Hasta el momento mi mente se había mantenido libre de culpas, o así fue hasta que llegó la hora de dormir. Mi consciencia me atacó en los sueños y terminé despertando a las tres de la mañana con un revoltijo de vagos recuerdos acerca del estúpido sueño que me hizo abrir los ojos. Acto seguido corrí a la cocina, saqué una manzana de la frutera y me puse a masticarla sentada sobre el mesón. Luego encendí el televisor de la sala, el cual estaba sintonizado en un canal donde la primera imagen que apareció después de los comerciales fue una tipa mirando melancólicamente por una ventana, luego no sé cómo pasó, pero de alguna manera una de esas irracionales ideas mías apareció. Trastabillé hasta mi cuarto, me metí dentro de un pantalón, agarré una sudadera horrenda con la que nunca salía en público y tomé un taxi.

Y así fue como llegué a las 4:30 de la mañana al departamento de West, y bueno, ya saben que ahora estaba batallando con la llave. No estaba muy segura de si sería buena idea entrar, además cuando venía subiendo por el elevador me miré en los espejos y vi que traía la cara completamente limpia, el cabello revuelto y esa fea sudadera encima. Estaba horrenda.

Por otro lado, ya me había tomado la molestia de venir. Aunque si me largaba ahora nadie vería mi apariencia en la oscuridad. Pero si me iba habría hecho a West esperar varias horas y eso no se sentía muy bien. Aunque había pasado menos de un día...

"¡Sólo úsame y abre la jodida puerta! ¡Zorra!" me increpó la llave, casi haciéndome botarla por el susto.

-¡Bien!.- le grité de vuelta, aunque me tapé la boca enseguida.

Tomé unas cuantas bocanadas de aire antes de introducirla en la cerradura, la giré suavemente y luego abrí muy despacio. Asomé la mitad de mi rostro encontrándome con la profunda oscuridad de una sala con las luces apagadas y entré, cerrando con cuidado tras de mí. Todo estaba muy negro, apenas podía distinguir las siluetas de los sillones y de las mesitas, por lo que elaboré el magnífico plan de avanzar apoyada contra las paredes. Sabía que la casa de West era un desastre y si tropezaba con cosas a plena luz del día no quería intentar andar por allí de noche.

Pegué mi espalda a la muralla y empecé a avanzar poco a poco, choqué unas pocas veces con cosas que colgaban de la pared, tuve que rodear un mueble y pateé de casualidad una lata de pintura, aparte de eso no hubo más inconvenientes.

Al final logré llegar hasta la entrada de su cuarto, pero me detuve justo en el marco de la puerta al notar que ésta estaba abierta. Esperé hasta la cuenta de tres para asomarme e inspeccionar el lugar, al hacerlo vi que dentro las cortinas estaban abiertas, por lo que una vaga luz exterior entraba a la habitación y la alumbraba un poco. Mis ojos cayeron automáticamente sobre la cama y vi a West tendido sobre ella.

DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora