-Así que desde mañana serás mesera.- resumió West luego de que le contara todo lo que había sucedido en la oficina.
Estaba recostado en el sillón de su sala, con los pies encima de la mesita de café y trazando líneas rápidas y fluidas sobre su block de dibujo. Después de todo el tiempo que llevábamos juntos ya me había acostumbrado a que estuviera dibujando mientras le hablaba. Al principio me molestaba porque creía que me ignoraba y que le daba igual lo que estuviera pasando en mi vida, luego descubrí que en realidad sí me escuchaba y que muchas de mis quejas fueron en vano.
-¿Lo puedes creer?.- le pregunté por enésima vez. Dejé mi vaso de jugo en la mesita lejos de sus pies y me desplomé a su lado.
-Relájate, estoy seguro de que serás la mejor mesera de la ciudad.- a veces odiaba que fuera tan optimista.
-¿Has tenido un accidente últimamente?.-
-Eh, no.- respondió sin quitar los ojos de lo que hacía.
-Porque te debió haber dado un derrame cerebral para que no recuerdes los catorce empleos como mesera que tuve.- le reproché.
Entrecerró los ojos mientras rebuscaba en su cerebro la confirmación para lo que acababa de revelarle y me sorprendí de que le llevara un minuto entero darse cuenta de que, efectivamente, ya me había desenvuelto en ese campo. Apenas terminé la escuela tuve que buscar algo que hacer, Tyler estaba en la universidad y su madre me miraba feo cada vez que me encontraba echada perdiendo el tiempo... Así que un día me vestí lo mejor que pude, salí a la ciudad y rogué porque alguien me contratara.
-Oh Dios.- dijo ahogándose con una respiración y dejando el block a un lado.-Lo recuerdo... la segunda vez que nos vimos estabas trabajando en ese café que está cerca de la plaza.- dijo sentándose en la orilla del sillón, olvidándose completamente de lo cómodo que había estado segundos antes.
-Detente.- le advertí también irguiéndome.
-Pedí un café y me aseguré de que tú me lo trajeras.- sonrió.-Nunca pensé que me lo aventarías en los pantalones, ¿te mencioné que creí que tenías Parkinson?.-
-Unas dos mil veces, sí.-
-Eras la peor mesera del mundo.- dijo divertido, como recordando tiempos mejores.-Pero no te preocupes, estoy seguro de que ahora lo harás mejor.-
-Voy a arruinarlo.- dije con toda certeza, porque en verdad estaba segura.
-Todo lo que tienes que hacer es creer en ti y verás que todo sale bien.- me aconsejó.-Personalmente creo que lo harás estupendamente.- me animó acariciando mi mejilla.
Me quedé pegada mirándolo por lo que parecieron ser varias horas. En mi cabeza rondaban un montón de razones que trataban de justificar la confianza que me tenía West, ni siquiera yo creía tanto en mi misma. Pero no importaba cuantas horas o días le dedicara a buscar la respuesta, nunca la encontraría.
-Llevamos dos años juntos y juro que todavía no te entiendo.- dije acercándome un poco.-Eres demasiado complicado, pareces una chica.-
-Llevamos juntos un año, más o menos.- me corrigió luego de pensarlo.
-¡¿Qué?!.- exclamé alejando su mano de mi cara.-Hemos estado juntos como por dos años ¿acaso no sabes sumar?.-
-Honey, creo que estás confundiendo las cosas.- me habló con tranquilidad, obviamente tratando de contagiármela.-Nos conocemos hace tres años, ¿cierto?.- asentí con el ceño fruncido.-Y empezamos a salir al año de conocernos, ¿no es así?.-
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Desastre
ChickLit(Descontrol 2) Podríamos decir que luego de cuatro años Laila se habría convertido en una mujer medianamente responsable, pero a sus 21 años sigue siéndole fiel a la personalidad impulsiva y despreocupada que en tantos problemas la metió. A esto se...