4. Era imposible.

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—¡Mamá, ya llegué! —grité. Acto seguido, cerré la puerta. Dante se encontraba a mi lado.

—¿Quieres que diga que soy tu novio? —interrogó, levantando una ceja.

—Muérete —murmuré porque escuché a mi mamá bajando las escaleras.

Ella me sonrió, percatándose de la presencia de Dante luego de unos instantes y provocando que sus ojos se abrieran de par en par. Antes de que pudiera protestar, Dante tomó una de mis manos y la envolvió entre las suyas. A continuación, extendió la sonrisa «príncipe azul 2.0».

—Buenas tardes, me llamo Dante Moretti. Hace poco inicié una relación amorosa con su hija, quiero pedirle su autorización.

—No es... —Para impedirme desmentir eso, el chico acarició mi mejilla, dejándome lo suficientemente estupefacta como para reclamar algo.

Mi madre frunció el ceño.

—Esas bromas no funcionan conmigo, chicos. Sophie no ha traído amigos a casa desde hace años. No creo que de repente consiga novio —razonó, mirándonos fijamente—. Además, Dante, pareces simpático, estoy segura de que mi hija odia a las personas simpáticas.

Dante me soltó y se echó a reír. O tal vez se estaba ahogando, ni idea.

—Tu mamá te conoce bien —masculló cerca de mi oído—. Está en lo cierto, su hija es mi tutora de química.

—Ah, es más lógico —asintió, convencida.

Creo que ambos están dispuestos a humillarme, especialmente mi propia madre, lo siguiente en la lista es mostrarle fotos de cuando era bebé. Conociéndola, no dudaría en mostrarle una en la que estuviera bañándome.

—Pueden estudiar en la sala. En un rato les llevaré algo para que coman.

—Muchas gracias, señora Adams.

—Puedes llamarme Katherine. «Señora Adams» suena muy formal.

—De acuerdo, Katherine —Dante le dedicó una sonrisa antes de que mi madre subiera las escaleras y desapareciera.

Atravesé el umbral de la sala y me senté en el suelo quedando a la altura de la pequeña mesa de centro. Abrí mi mochila para sacar el libro de química, Dante hizo lo mismo.

—Entonces... reprobaste dos exámenes, ¿eh? —levanté mi mirada hacia él, su semblante era inexpresivo.

—Ajá. Ya lo sabías.

—¿Qué se te dificulta más? —pregunté haciendo un esfuerzo por desempeñar correctamente mi papel de tutora estrella.

—Veamos, entramos a segundo de bachillerato hace dos meses más o menos, en diciembre se realizan los exámenes parciales y con el propósito de aumentar nuestro rendimiento en ellos nos aplican pruebas de «práctica». Se han realizado dos, las cuales he reprobado, lo que se traduce en que probablemente repruebe los parciales si continúo tan bajo.

—Podías haber dicho «todo» y nos ahorramos explicaciones.

—Bueno, no entiendo nada, chica limón —concluyó finalmente.

—Esto será complicado —torcí la boca.

—Dímelo a mí —suspiró mientras se recostaba en la mesa.

—Me pregunto la razón por la que me tocó un chico popular, ¿acaso no estaban disponibles las personas comunes y corrientes?

—Tú lo que querías era un cerebrito, pero lamento informarte que ellos no reprueban —expuso Dante molesto—. Al menos soy atractivo, tienes buena vista, tal vista nunca hará que te quedes dormida a media explicación. En cambio, yo no tengo mucho que observar.

—Claro, lo dice el acosador que me vio durante todo el día en la escuela —Dante se avergonzó ligeramente—. Además, si fuera fea no se me declararían tres chicos al mes —declaré, creyéndome victoriosa.

—¿Solo tres? Pierdo la cuenta de cuántas chicas me confiesan sus sentimientos. Son de todos los grados, hasta chicas de tercero. ¿Se te ha declarado alguien mayor? —me miraba triunfante. Ay, maldito casanova.

—No, no lo creo. Aunque la verdad ni siquiera recuerdo sus nombres —revelé, sintiéndome cruel.

—¿En serio? Eres mala, seguro solo se fijaban en tu apariencia. Todas las chicas a las que les gustaba eran mis amigas.

—No eran tus amigas, fingieron serlo para acercarse, tonto.

—Al menos les gustaba mi forma de ser, no solamente el físico, como en tu caso.

—¿Acaso eres tonto? Les gusta tu personaje, el verdadero no les importa—dije en un intento de bajarle los humos.

Vaya que lo logré, el chico se quedó callado con la mirada gacha. Cuando estaba a punto de disculparme, oí la puerta principal abrirse.

—¡Sophie! ¡Mamá! ¿Dónde están? —preguntó mi hermana menor, la cual regresaba de la secundaria.

—¡Suri, estoy en la sala! —le informé, escuchando sus pasos acercándose inmediatamente.

Mi hermana estaba petrificada en el umbral, dirigiendo la mirada de Dante hacia mí y viceversa, estaba cubriendo su boca con la mano y sus ojos azules demostraban sorpresa.

—¿Quién es él? —dijo, apuntándolo con el dedo y en un visible estado de shock.

—Soy el novio de tu hermana —proclamó Dante, guiñando un ojo.

Bien, ya está recuperado.

—Mientes, mi hermana no tiene amigos. Sería raro que tuviera novio —rebatió Suri, rascándose la barbilla.

¿Mamá y Suri acordaron reaccionar así? Ninguna cree que sea capaz de tener novio. Es realmente humillante, Dante debe estar pasándola increíble.

—Sophie es bonita, estoy seguro de que tendrá novio pronto —Ese comentario hizo que mi hermana y yo lo miráramos con incredulidad. Sabía que era parte de su actuación, simplemente no me esperaba esa respuesta—. Soy Dante Moretti, tu hermana es mi tutora de química —explicó a modo de presentación.

Suri se limitó a sonreír y presentarse. Después subió las escaleras para saludar a mamá.

Mr. Simpatía y yo nos adentramos al texto del libro donde le di una breve explicación de conceptos fundamentales por medio de ejemplos. Pensé que ya había dominado lo básico en el momento que mi madre apareció para sugerirnos que descansáramos un poco y comiéramos algo.

Mi hermana y mi progenitora bombardearon a Dante con preguntas al mismo tiempo que masticaban un pedazo de pizza. Decidí comer y permanecer en silencio, no dudaba en que sus habilidades sociales le permitirían salir ileso, lo que me preguntaba era si las comisuras de su boca no se le entumecían por sonreír demasiado.

No pasó mucho tiempo hasta que el chico se levantó para marcharse. Antes de que pudiera escapar a mi cuarto, escuché a Suri y mamá decir al unísono:

—¡Me gusta como yerno! —exclamó mi madre.

—¡Me gusta como cuñado! —clamó mi hermana.

Yo las ignoré. Eso era imposible.

FIN CAPÍTULO 4.








Otra comedia romántica absurda [OCRA #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora