—Sé que nos conocemos y hablamos antes, pero estoy segura de que olvidé algo importante —murmuré para mí misma. Me alejé y tomé asiento—. Dime qué fue lo que pasó entre nosotros —exigí con decisión. Estaba completamente segura de que era algo que no debí haber olvidado.
Alexis abrió la boca, yo lo observé fijamente. Ninguna palabra salió de ella, la cerró en el instante en que Nick irrumpió en la sala cargado con botellas de agua.
—¿Se estaban conociendo? ¡Lo siento por interrumpir! —suplicó y nos dio una bebida a cada uno.
—No hay problema —tranquilicé.
—No era importante —dijo Alexis a su vez, mirando tanto a Nick como a mí.
Dante y An se tomaban demasiado en serio el juego, creo que en este momento estaban gritándose y acusándose de hacer trampa. No les presté mucha atención porque mi cerebro intentaba desesperadamente recordar a Alexis. ¿Qué relación teníamos? ¿Habíamos hablado antes? ¿Cómo pude olvidarlo?
Él me recuerda, parecía apenado al verme por primera vez, lo que significa que me reconoció. La intriga se hacía presente en mi interior, ordenándome que le preguntara de nuevo. Probablemente no me respondería, pero debía intentarlo. Sin duda, lo que sea que ocurrió entre nosotros fue importante, lo suficiente para que él actuara de esa manera y tuviera tantos deseos de ocultármelo. Necesitaba saberlo.
—¿Qué te pasa hoy, chica limón? —interrogó Dante. Mis ojos estaban enfocados en Alexis, observándole en compañía de Coraline. Ellos regresaban a casa juntos porque vivían cerca. An y Nick se habían ido y Dante insistía en acompañarme.
—No es nada, solo... —Iba a preguntarle al italiano, sin embargo, él seguramente no sabía nada, así que opté por guardarme mis preocupaciones—. Olvídalo, luego te cuento —aparté la mirada y caminé hacia mi casa.
—Intentaré ayudarte, puedes decírmelo —pidió Dante.
—Bien, ya que insistes, te preguntaré. ¿En qué secundaria estudió Alexis?
Era mi única opción, Alexis Hale no vivía cerca y yo no salgo mucho. El único lugar en el que pude conocerlo fue en la escuela. Él era un año menor, por lo tanto, existían posibilidades de que hubiéramos estudiado en la misma secundaria o primaria.
—No, no lo sé. ¿Por qué quieres saberlo? —cuestionó, juzgándome.
—¿Te molestaría que no te lo dijera? Es algo privado —repuse, mirándolo de tal forma que entendió la importancia del asunto.
—Ya veo, lamento ser tan entrometido —agachó la cabeza como si fuera un cachorrito y lo hubiera regañado.
—No te preocupes, Dante —le sonreí, me alegraba que se preocupara por mí a pesar de que no tenía por qué hacerlo. Me apretó ambas mejillas para después tomar las comisuras de mis labios y estirarlas. Mi rostro comenzó a dolerme y no dudé en golpearlo en las costillas para que me soltara. Él cedió rápidamente y tocó el sitio donde lo agredí.
—Dios, simplemente quería que sonrieras así de nuevo. Perdóname.
—Eres un idiota. Lo dices como si nunca sonriera —me puse de puntillas y logré estar a su altura. Sus ojos y los míos se vieron directamente. Me alejé un poco para que pudiera verme extendiendo otra sonrisa.
—Me gusta tu sonrisa, Sophie —murmuró, sonriendo también.
—Con que así te ves sonriendo. Sonriendo genuinamente, me refiero —susurré, posando mi mano por unos segundos sobre su mejilla. Quería analizarlo lo más que pudiese para evitar olvidar más momentos, insignificantes o no. Deseaba formar recuerdos que se adentraran en mí y quedaran guardadas. Si comenzaba recordando aquella sonrisa, sería un gran inicio.
(...)
Miré a Dante por el rabillo del ojo, él asintió con la cabeza. Horas antes, me prometió que lograría que Alexis y yo nos quedáramos a solas durante la reunión del club de literatura. No tenía idea de su plan, pero esa señal indicaba su puesta en marcha.
Nadie se esperaba que el italiano se levantara y se dirigiera a los libreros, aprovechando el hecho que solamente yo le prestaba atención, para empujar una de las estanterías y provocar que los libros salieran disparados hacia él. Dante precipitándose al suelo hizo que todos se alarmaran. Nick y An apartaron los libros y lo ayudaron a incorporarse. En su rostro se plasmó un moretón. Nunca le dije que se sacrificara de tal modo, aun así, lo hizo. Estaba realmente agradecida, aunque no aprobaba su imprudencia, por supuesto. An, Nick y Coraline lo llevaron a la enfermería, ignorando completamente que era un acto planificado.
—Fueron demasiado obvios —suspiró el chico delante de mí. Se acomodó las gafas a la cara y levantó su mirada—. ¿Y bien? Supongo que insistirás, vamos, te escucho.
—Dime, ¿de dónde nos conocemos? —cuestioné mientras azotaba mi mano contra la mesa. La intimidación era la alternativa menos estúpida que se me ocurría, desgraciadamente, solamente tenía ideas mucho más incoherentes que esa.
—Si quisieras saberlo con tanta insistencia... —apuntó Alexis, manteniéndose sereno—. ¿No crees que no lo habrías olvidado en primer lugar? Simplemente continúa de ese modo. No te importa realmente y a mí me importa lo suficiente para que permanezca en secreto.
Me reí. El chico era tímido, sin embargo, sacaba su lado oscuro cuando se tocaba el tema de su pasado al igual que yo. Podría comprenderlo, tal vez. Sí, tal vez, si dicho pasado no estuviera tan ligado al mío.
—Lo sabré tarde o temprano —declaré con la poca confianza que me quedaba—. ¿Podrías decirme siquiera el motivo por el que luchas para ocultármelo?
—Es un asunto que seguramente quisiste olvidar. Ahora que lo conseguiste, sería descarado de mi parte recordártelo de nuevo —reveló Alexis. Luego se levantó y antes de irse a la enfermería se volteó para verme—. Por favor, borra de nuevo esto de tu memoria.
Cerró la puerta a sus espaldas y me invadieron unas inevitables ganas de hacer justo lo contrario.
FIN CAPÍTULO 17.
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Otra comedia romántica absurda [OCRA #1]
Ficção AdolescenteLa historia se centra en Sophie Adams, una chica solitaria y pesimista que piensa en la adolescencia y el romance como un fastidio. Ella escribe un ensayo exponiendo su punto de vista, el cual la lleva a ser castigada. ¿Su castigo? Ser la tutora de...