22. No ocurrirá de nuevo.

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—Quiero bailar con ustedes dos de nuevo —suplicó An. Coraline y yo caminábamos delante de ella, decidiéndonos a ignorarla. Con una ocasión fue suficiente, ambas habíamos pasado la vergüenza de nuestra vida. Además, Magic Coffe logró recuperar la clientela por lo que ya no existían motivos para hacerlo.

—Vamos, será igual de divertido—insistió la francesa.

Miré a Coraline por el rabillo del ojo. Suspiramos al unísono y continuamos con el acto de fingir que no estaba ahí.

—Bien, par de amargadas. Por eso ninguna tiene novio —dijo An mientras hacía un puchero.

—No es algo que me preocupe —me encogí de hombros.

—Auch, eso dolió. No todas tenemos la suerte de gustarle al chico que nos gusta —Coraline parecía triste. An la sostuvo por el brazo y la obligó a mirarla a los ojos.

—Lo siento, preciosa. Lo dije sin pensar, olvidé el asunto con Abraham. Perdóname —An le acarició el brazo y sonrió. Coraline asintió y le devolvió la sonrisa.

Tenía curiosidad por saber sobre Abraham, pero como a Coraline le afectaba, no le pedí que me contara. En cambio, las tomé del brazo y las guíe hasta el baño. Me adentré en un cubículo mientras An y Coraline me esperaban frente a los lavamanos. Una vez dentro, me senté y escuché que la puerta del baño se abrió.

—Oh, eres tú, Angelette —Aquella voz me resultaba demasiado familiar. No era necesario asomarme o salir para descubrir la identidad de la chica que estaba hablando.

—Sí, soy yo. ¿Olvidas los rostros tan pronto, Dilery? —gruñó como respuesta.

Dilery chasqueó la lengua.

—No es eso, solamente me extraña que estés por aquí. Pensaba que me estabas evitando.

—Por favor —An rio secamente—. No te des tanta importancia.

—Eres realmente desagradable —culminó. Oí como ella se retiraba del baño azotando la puerta.

—Perdónala, sigue sin arrepentirse por lo que hicimos. Alyssa y yo sí nos sentimos mal —intervino una segunda voz. A ella no la recordaba, debía ser alguna de las otras chicas que me atacaron.

—Me alegro, Summer —No podía ver el rostro de An al decirlo, sin embargo, podía jurar que las había intimidado.

Summer se aclaró la garganta.

—Oye, Coraline, quisiera pedirte un favor.

—¿Qué clase de favor?

—Uno muy importante, ¿puedo decírtelo a solas? Ya sabes, en nuestro salón.

—Claro —accedió Coraline, poco convencida. A continuación, se dejó arrastrar por Alyssa y Summer. No tenía idea que ellas dos fueran de primero. Ahora que lo pienso, tampoco sabía que Dilery iba a nuestra clase. Me había distanciado durante un año entero después de todo, ¿qué esperaba?

Salí del cubículo para encontrarme con An, quien no apartaba la vista del espejo frente a ella.

—Se las verán conmigo si le hacen algo a mi Coraline. Ya te han hecho daño a ti, no puedo permitir que lo hagan con ella también.

(...)

—¿Cómo pudiste haber accedido en ayudarla? —gritó An, clavando una mirada acusadora en Coraline. Ella respondió frunciendo el ceño.

—Sé lo que Summer le hizo a Sophie, pero me dijo que estaba arrepentida. No tenemos que guardarles rencor, si la ayudo, volveremos a llevarnos bien entre nosotros —explicó con calma. An azotó una mano contra la mesa de madera del club. El resto contuvimos la respiración y permanecimos en silencio.

—¡Tonta! ¡Ingenua! ¡Torpe! ¡Dante! —An comenzó a rugir insultos.

—¿Desde cuándo mi nombre es un insulto? —espetó el chico ofendido.

Su hermanastra lo miró, levantando una ceja. Dante se estremeció y se disculpó por haber hablado.

—Entiendo que no tengo derecho a mandarte ni decirte qué hacer, Coraline. Es solo que me sentiría muy mal si Summer te hiciera algo... —Coraline la interrumpió.

—No me pasará nada. Simplemente apoyaré a Summer con su campaña presidencial. Ella me pidió ayuda para elaborar un par de propuestas. Hay fuertes rivales que quieren ser presidentes estudiantiles también —Coraline la tomó por los hombros y extendió una cálida sonrisa—. Mi ayuda no significará gran cosa y por ello no saldré involucrada en nada malo. Lo sabes, ¿verdad?

—Bien, confiaré en ti —cedió An con honestidad.

Coraline la abrazó y la francesa le correspondió.

—Son tan lindas, mucho más dulces que comer pastel y algodones de azúcar —bromeó Dante.

—Tienes tres segundos para irte o...

—¿O qué? —retó el italiano.

—Les diré a todos lo que te pasó cuando teníamos siete años y fuimos al zoológico.

—Pues dilo, no me importa —él la observó con terror.

—Bien, cuando este tonto tenía siete años, fuimos al zoológico. Él quería acariciar a los elefantes así que entró a la reserva y... —An se detuvo cuando Dante se fue prácticamente huyendo de la sala.

—Eres muy mala, amor —rio Nick.

—Tan mala que les diré de todas formas, Dante se cayó y terminó en el excremento de los elefantes. Mamá tuvo que regarlo con la manguera del patio porque se negaba a dejarlo entrar en la casa.

Nos reímos a carcajadas.

A pesar que la francesa reía, pude notar que seguía preocupada por Coraline, ella se percató que la miraba y asintió con la cabeza lentamente. Entendí el mensaje. Quería que ambas vigiláramos de cerca a Summer y nos aseguráramos que no perjudicara a Coraline. Yo estuve de acuerdo, no dejaría que ocurriera de nuevo.

FIN CAPÍTULO 22.


Otra comedia romántica absurda [OCRA #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora