43. Pase lo que pase.

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Me llegaban cientos de llamadas y mensajes al día, los cuales decidí ignorar. Afortunadamente a nadie se le había ocurrido visitarme, algo que me pareció extraño, especialmente de parte de Dante.

Dejé transcurrir los días intentando desempeñarme como una persona normal sin echarme a llorar en el proceso. Antes de que me diera cuenta, me preparaba para regresar al instituto y convertirme en alumna de último año.

Entré al salón y sentí la mirada de tres personas que conocía muy bien. Los ojos claros de Nick y An no se apartaban de mí. Sin embargo, los ojos oscuros de Dante fueron los que lograron perturbarme. Hizo ademán de levantarse de su asiento, cosa que no le fue posible por la llegada de nuestra profesora más estricta. Me senté y evité cualquier reclamo por el momento.

—¡Alto ahí, loca! —proclamó An desde el extremo opuesto del aula. Ella estaba sentada bastante lejos de mí, lo cual me dio la oportunidad de correr despavorida cuando sonó el timbre. Sentí un objeto contundente golpearme en la espalda, en consecuencia, proferí un leve chillido.

—¿Un borrador? —interrogué, furiosa. Ella se encogió de hombros, antes de que siquiera pensara en perseguirme, reanudé mi apresurada marcha. No me siguió.

Se repitieron escenas similares en el transcurso de una semana. Cada día trataron de hablar conmigo mientras que yo los evadía. Dante solamente me analizaba sin ninguna expresión, no lo entendía, a pesar de que fuera mi culpa me entristecía. No obstante, creo que las cosas están mejor ahora porque previene que alguno sufra en el futuro. Soy una cobarde, siempre lo he sido.

—¡Sophie! —gritó Coraline cuando me vio por los pasillos. Alexis se posicionó delante de mí, bloqueándome el paso.

—¿Puedo ayudarte en algo, Coraline? —le respondí, fingiendo que mi actitud no había sido horrible últimamente.

—¿Eres tonta? ¿En qué puedes ayudarme? ¿No es obvio? —Nunca la había visto alterada a estos niveles. Anteriormente, la escuché sollozar y lamentarse. En cambio, ahora estaba enojada e incluso parecía decepcionada—. ¡Me has mentido! ¡Somos simples personas para ti! ¿Por qué huyes de nosotros sin ninguna explicación? ¿Hemos hecho algo mal? ¡Si es así, ten el valor y dilo! No soy la mejor para aconsejarte esto, pero eres importante para mí. Quiero a la honesta y valiente Sophie de nuevo, sé que está ahí —me observó con los ojos humedecidos, deteniéndose para respirar y dedicarme un último vistazo antes de que Dante hablara.

—¿Qué hice mal? Ha sido mi culpa, ¿verdad? Si es así, no te molestes con ellos, la culpa es mía. Prometo no volver a hacerlo, ¿qué hice...? —Dante me sostenía por los hombros, provocando que sus suplicantes ojos castaños fuera mi único panorama. Mi corazón se encogió, tentándome a ceder, pero luego recordé lo que había pasado. Si permitía que esto continuara así, las cosas terminarían peor. Quiero evitar que la historia se repita y que mi pasado me acorralara nuevamente.

—No es culpa tuya —comencé, dudando. Lamentablemente había tomado una decisión que se volvió mi convicción—. Simplemente prefiero que finjamos que no sucedió. Dejé que esto ocurriera y lo lamento mucho, pero no quiero que siga. Esto me fastidia. Quiero parar. A largo plazo, será una molestia. Acabemos con esto, Dante. Acabemos con lo que debí finalizar hace tiempo —Mis palabras fueron pronunciadas con intención que se convirtieran en cuchillas que atravesaran al chico que tanto quería sin piedad alguna. Jamás me había sentido tan mal de haber logrado algo.

—Sophie... —susurró An, conmocionada. Había extendido los brazos y abrazaba a su hermano con ternura. Él luchaba por no llorar así que tuve que alejarme para no imitarlo.

—También me refiero a mi amistad con ustedes, al club de literatura, me refiero a todo —reanudé mi marcha hacia la salida del instituto porque sus reacciones solamente me lastimarían. Me preguntaba de dónde había aprendido palabras tan contundentes e hirientes. Los insultos no eran necesarios para destrozar a una persona, aun más si eras importante para esa persona. Yo lo sabía bien. ¿Por qué lo estoy haciendo? ¿Qué acabo de hacer? ¿Estaba tan rota desde lo que ocurrió? ¿Por qué el sufrimiento no se va, sino que incrementa? ¿Por qué?

(...)

—Por favor, ¿podrías irte? —Suri negó con la cabeza, cerró la puerta de mi habitación y se acomodó en la cama. Sin consultármelo siquiera, empujó mi cara para que cayera en su regazo y así poder acariciarme el cabello. Debido a su brusquedad, era lógico que me doliera. Del dolor emocional al físico, este día no podría mejorar.

—Te conozco, sé que estás lastimada. Siempre lo has estado y no te he ayudado, perdóname. Pensé que eras invencible, lo he creído desde que tengo memoria. Eres fuerte, demasiado, pero hasta las personas necesitan que alguien los consuele. Seré eso para ti, hermanita.

Le conté acerca de las inseguridades y traumas que me afectaban hasta la actualidad. También del razonamiento mediante el cual prefería alejarme de las personas para protegernos de cualquier tipo de sufrimiento que pudiéramos ocasionarnos. Suri me prestó atención y sentí que la carga disminuía poco a poco.

—Entiendo —dijo ella—. He llegado a una conclusión.

Ladeé la cabeza, expectante.

—Eres tonta.

—No me hace gracia.

—¡Pues no debería! Te has equivocado una y otra vez, en lugar de disculparte, vuelves a arruinarlo. ¿En qué momento muestras un poco de inteligencia? ¿No tienes el suficiente criterio para darte cuenta de que Claire y tus amigos son personas diferentes? No piensan lastimarte, te quieren, más de lo que crees. Están sufriendo y tú lo provocaste. Intentas que no salgan heridos y eres el motivo por el que las cosas son más dolorosas. ¡No debería hacerte gracia! —reiteró a gritos, totalmente exasperada.

Suri pretendía seguir reclamándome, pero fue interrumpida cuando escuchamos a nuestra madre.

—¡Tienes visita, Sophie!

Antes de que pudiera reaccionar, Dante cruzó la puerta. El cuarto quedó en silencio conforme entraba. Tenía una computadora entre sus manos. Apartó unos libros que tenía en el escritorio para colocarla en ese sitio. Manteniendo un semblante gélido, la abrió y reprodujo una canción. Dio comienzo con un piano y posteriormente con la calidez que Dante transmitía cuando cantaba. Era una calidez que provenía exclusivamente del italiano y que solamente me dirigía a mí.

There I was again tonight forcing laughter, faking smiles. Some old tired, lonely place. Walls of insincerity. Shifting eyes and vacancy vanished when I saw your face. All I can say is it was enchanting to meet you —A cada palabra que entonaba, mi interior se teñía de diversos colores que no podía distinguir por encontrarse unos encima de otros. Me recordaba a una pintura que carecía de lógica, pero que escondía un significado cuya explicación causaría que se perdiera la magia—. This night is sparkling, don't you let it go. I'm wonderstruck, blushing all the way home. I'll spend forever wondering if you knew. I was enchanted to meet you too.

Suri me pellizcó. No hacía falta ser un genio para comprender que me exigía que fuera valiente e hiciera lo que ambas sabíamos que debía.

Please don't be in love with someone else. Please don't have somebody waiting on you. Please don't be in love with someone else. Please don't have somebody waiting on you —Esa parte la cantó casi con desesperación, notándose a través de las facciones de su rostro. Aquellos ojos cafés no eran espectaculares, lo que agradecía, porque no quería ni imaginarme que pudieran decirme más de lo que ahora gritaban.

I was never in love with someone else. I never had somebody waiting on me. Cause you were all of my dreams come true. And I just wish you knew. Sophie, I'm so in love with you. 

Me observó luego de calmarse.

—Pase lo que pase, estaré enamorado de ti. Así no quieras y solamente consiga lastimarme, lo estaré, porque no quiero arrepentirme. Si logro acompañarte en tu dolor y aliviarlo un poco, estaré feliz, aunque no estemos juntos después. De eso consiste el amor, debe demostrarse. Al fin y al cabo, cambiaste mi mundo. Lo que sentimos el uno por el otro es amor, estoy seguro. Te quiero... —me sonrió mientras un par de lágrimas rodaban por sus mejillas—. Pase lo que pase.

FIN CAPÍTULO 43.








Otra comedia romántica absurda [OCRA #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora