Epílogo

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Invité a Dante a estudiar en mi casa. Le pedí su ayuda porque él se había vuelto un estudiante sobresaliente en química y yo no había entendido completamente el último tema.

—Bien, creo que puedo resolverlo por mí misma —murmuré, analizando el ejercicio.

—Sophie, no es justo. A mí me tuviste que explicar muchas veces, pero tú solamente me pediste que lo repitiera una vez —se quejó el chico.

—Perdón, lo siento, mentí. ¿Podrías explicarme de nuevo? —ladeé la cabeza en un intento por lucir confundida.

—Gracias, está bien. Aprecio que quieras subirme el ego como tutor —Dante negó con la cabeza, a lo que no pude evitar reír un poco.

—¡Tengo algo que enseñarles, chicos! —exclamó mi madre, irrumpiendo en mi habitación.

—¿Qué es, mamá? —pregunté, desinteresada. Por el contrario, Dante parecía genuinamente intrigado.

Ella sonrió, colocando el objeto que tenía entre sus manos frente a nosotros. Era un libro cuya portada mostraba a una chica leyendo, a un chico delante de ella y el nombre se encontraba debajo de la chica, simulando que estaba sentada encima. El físico de la chica se asemejaba mucho al mío, lo cual me perturbó. El título llamó mi atención, provocando que frunciera el ceño: «Otra comedia romántica absurda». Finalmente, se destacaba el nombre de la autora, Katherine Adams, mi madre.

—¿Es el libro del que me hablaste? ¿Ya lo has publicado? —interrogué. Dante observaba el ejemplar con los ojos abiertos como platos mientras leía la sinopsis.

—Mi editora me proporcionó un ejemplar, ya sabes, es una de las ventajas por escribirlo. Su fecha de publicación oficial será dentro de una semana —respondió mi progenitora—. ¿No te gustaría echarle un vistazo? —ella sonrió de forma que me puso nerviosa.

Dante me extendió el libro y leí la sinopsis. Me reí secamente cuando descubrí que la protagonista se llamaba Sophia McAdams. A continuación, abrí el libro para conocer su contenido, el cual era extrañamente familiar.

Como si un foco se encendiese, leí las palabras que yo misma había escrito. Mi ensayo estaba plasmado en la última página, justo antes de los agradecimientos. Fui directo al apartado de dedicación en el que mi madre decía que había sido su mayor inspiración y me otorgaba créditos por el escrito final.

—¿Has escrito un libro sobre nosotros? ¿De Dante y de mí? —Apenas podía digerirlo, ¿cómo apenas me daba cuenta?

—Sí, literalmente, eres un libro abierto —rio ella, Dante se cubrió la boca con las manos.

—¿No te incomoda, Dante? —le pregunté al italiano, quien no podía contener la risa.

—No, ni un poco. Al contrario, creo que disfrutaré mucho leer el punto de vista de tu gemela —respondió mientras le pedía a mi madre si podía prestárselo por un momento. Ella accedió y salió de la habitación, alegando que ya no le interesaba después de haberse involucrado tanto en mi vida. Esa mujer no me engañaba, trataba de que Dante y yo quedáramos a solas, tal vez espiándonos para una secuela o qué sé yo.

—Tú escribiste el ensayo, ¿no es así? —asentí con la cabeza a la par que lo leía al mismo tiempo que Dante.


¿Qué es la confianza para ti? ¿Cómo la has vivido hasta ahora?

❝Hacía años que mi confianza se había esfumado.

Lo primero que desapareció fue la confianza que depositaba en los demás. Mi corazón se volvió una herida palpitante que me hería y estancaba en el pasado. Eventualmente mi autoconfianza también se desvaneció sin siquiera darme cuenta. Me sentía incapaz de creer en alguien, en consecuencia, tampoco podía creer en mí.

Otra comedia romántica absurda [OCRA #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora