33. Regalo.

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—¿Aceptaste la tregua con Dilery? —Dante me miraba totalmente anonadado.

—Sí, no creo haberme equivocado. Han pasado dos semanas y todo está yendo bien. De hecho, la he visto un par de veces y ha cumplido el trato —respondí, encogiéndome de hombros.

—¿Alyssa y Ashley fueron suspendidas? —preguntó. El italiano apenas se enteraba a profundidad del problema.

—Ajá, no las expulsaron o arrestaron solamente porque Olivia intervino. No estarán durante el cierre de semestre, en su lugar, tomarán terapia. Fueron órdenes del director, por fin hizo algo bien —fruncí el ceño al recordar nuestra relación tormentosa con las tres chicas. Esta sería la última vez, olvidar el pasado estaba ligado a las condiciones de la tregua.

—¿Qué les ocurrió a las demás porristas? —interrogó, se veía bastante interesado.

—Ellas no tuvieron nada que ver, hablé hace poco con Vanessa y me contó que el grupo de Alyssa y Ashley se reintegró al equipo. Después de nuestra estadía, he notado que las chicas aprendieron a defenderse y empezaron a reconocer su valor, confío en que estarán bien —sonreí levemente, orgullosa de su progreso.

—Me alegro —susurró Dante—. Estas semanas me has dejado de lado, ¿seguirás haciéndolo? —cuestionó, mirándome enfurruñado. A continuación, recargó su cabeza en mi hombro. Fue un acto impredecible, pero viniendo de un chico volátil como él, no era completamente inesperado.

—Estuve ocupada, ya lo sabes —contesté. Espera, ¿me estaba justificando?

—Eso no es excusa, te extrañé mucho, más de lo que imaginé —había levantado la barbilla para murmurar aquellas palabras cerca de mi oído.

—Ya veo —dije, apartándome. Él hizo un puchero, decepcionándose de mi reacción. He llegado al punto que me justificaba ante él, por lo tanto, debía cortar de raíz lo que sea que estuviera ocurriéndome.

—¿Así que no me has extrañado? —No logré observar su expresión—. No es justo, yo estuve preocupado por ti y me demuestras que tú no harías lo mismo por mí.

—Te equivocas. Me importas mucho aunque no lo parezca.

Conservo el viejo hábito de ocultar mis verdaderos sentimientos, todavía estaba trabajando en cambiarlo. Sabía que cuando alguien adquiere tu confianza, es inevitable decirle lo que piensas, así sea vergonzoso o no. Mi misión del momento era darme la oportunidad de confiar.

Dante abrió los ojos como platos y por un instante noté que se ruborizó. Estaba por decirme algo cuando una chica de primer año apareció y nos informó que la orientadora Hemmings quería que fuéramos a su oficina.

—Hace mucho tiempo que no los veía —comentó, observándome fijamente. Me limité a asentir con la cabeza desde mi asiento frente a ella.

—Sí, ha pasado tiempo —dijo Dante al mismo tiempo que se sentaba a mi lado.

—Los llamé debido a los exámenes finales —Dante se estremeció. Efectivamente, dentro de dos días empezarían las pruebas, y el primer examen era el de química.

—¿Por qué? —él movió la pierna con nerviosismo—. ¿Cree que no pueda aprobar por mi cuenta? —inquirió, aumentando la velocidad del movimiento.

—No, no es eso. Estoy enterada de que has subido enormemente tu nota media en esa asignatura, lo cual se lo debemos a Sophie —Hemmings me dedicó una sonrisa—. Ella te dio las bases y ahora puedes estudiar por tu cuenta. El problema es que el profesor de química me informó que, a ti especialmente, que has reprobado la mayor parte de sus pruebas, te aplicaría un examen con mayor dificultad y cantidad de preguntas con respecto al examen de tus compañeros.

Otra comedia romántica absurda [OCRA #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora