Enrique me fue contando la evolución de aquel extraño romance en sus ratos libres. Antes, sus ratos libres eran todos, menos cuando me cortaba el pelo y cuando iba a cobrar su cheque al Banco. Ahora, sus ratos libres eran aquellos en que Nadine le soltaba la mano porque tenia que asistir a sus cursos en la Facultad de Ciencias. El resto del tiempo, Nadine se paseaba por nuestro techo, por París, y por la vida, llevando de la mano a un Enrique menos convencido que nunca de nada y más sospechoso de todo que nunca, esto último a decir de los camaradas del Grupo.
Incluso a mí me costaba trabajo aceptar la falta de vitalidad y de entusiasmo con la que se había lanzado a aquella aventura amorosa: era más bien Nadine la que se le había lanzado encima tras haberle servido una copa de vino y muchas más, de servirle de una vez pa' todo el año en aquel almuerzote con el que Rolland se despidió de nuestro techo y de la vida. Bueno, ya había sido testigo de eso, es cierto, pero en mi opinión él ya estaba demasiado grandecito como para andarse dejando engatusar tan
fácilmente. No, él no se había dejado engatusar por nadie, él había bebido porque todos bebíamos y porque Rolland jamás hubiese aceptado que en su banquete se bebiera leche. Y, por último, había bebido porque le provocó beber como a cualquier
mortal humano.Y también, humano muy humano, aceptó la secreta invitación que le hizo Nadine para tomarse la del estribo en su cuarto, escuchando un poco de música, conversando un rato, y mirando la luna llena de lluvia por la claraboya. Y en eso estaban, copa,
música, claraboya, y en invierno es mejor un cuento triste, cuando lo tomaron de la manita como a cualquier hijo de vecino. Enrique aclaró que él no asumía responsabilidad alguna en esta vida, por razones que prefería ocultar, y Nadine le dijo que ella asumía todas las responsabilidades que él no quería asumir, por razones que no podía seguir ocultándole. Después se le lanzó encima musitando palabras de amor y llorando con su voz bien ronca y resultó que era virgen.—La verdad —le dije a Enrique, recordando mi primera noche con Inés—, este techo no parece estar en París: está plagado de vírgenes.
—Estaba —me corrigió él.
—¿Y ahora qué vas a hacer? Perdona mi curiosidad, pero Nadine anda hablando de matrimonio. No cesa de decir que te va a encontrar un trabajo, que te va a presentar a sus padres, que...
—Bueno, no voy a herirla. Eso es lo más importante. Ya verás: que pase un poco de agua bajo los puentes del Sena, poco a poco se irá desilusionando.
Pensé que iba a tener que pasar íntegra el agua del Sena, bajo los puentes, al ver llegar a Nadine de la Facultad. Radiante, estaba radiante como se estaba radiante antes de la crisis actual del capitalismo, y traía una de esas caras de estar tan enamorada que, a mi entender, desaparecieron de Francia cuando en 1968 la juventud mandó a gritos a la mierda todo lo burgués, por imbécil, todo lo radiante, por sublime, todo lo sublime, por ridículo, y al general De Gaulle, que se había formado siempre una cierta idea de Francia.
Pero entonces recién nos estábamos acercando a aquellos acontecimientos, que también hoy han envejecido un montón, según parece, dejándome de vez en cuando decrépito en mi sillón Voltaire. Volvamos, pues, a Nadine, que aún podía permitirse el
hoy antediluviano lujo de tener una de esas caras de estar tan enamorada. Pobrecita, realmente parecía que el amor la había agarrado de lleno por la cara, y en cambio a Enrique con seguridad no lo había agarrado de ninguna manera por ninguna parte, y por razones que prefería ocultar, además. Qué tal raza, así cualquiera. Pero yo quería saber cuáles eran esas razones y se lo pregunté un día. Nada, él prefería ocultarlas.Definitivamente, Enrique había optado por ser el hombre más sospechoso de París.
Mi Director de Lecturas no tardaría en declararlo gigoló, además de policía.
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La vida exagerada de Martín Romaña (A. Bryce Echenique)
General FictionLa vida exagerada de Martín Romaña, publicada en 1981, es la tercera y, probablemente, la novela mayor y más característica del talante biográfico y narrativo de Alfredo Bryce Echenique. Si por lo primero estamos ante una biografía inclusiva, que ha...