Entramos en una heladeria.
-¿De que quieres el helado?
-Mmm... ¿Vainilla y Chocolate? -pregunto.
-Vainilla y chocolate. -afirma viendo que le gustó mi respuesta- Mi preferido. -sonríe.
Me pasa su brazo por el hombro y nos ponemos a esperar en la fila a que la dependienta nos atienda.
-Uno grande de chocolate y vainilla, por favor. -pide Dani el helado.
Seguidamente nos sentamos en una mesa, a la espera de el helado.
-Aquí tiene. -llega una camarera con nuestro helado.
Y la muy... No paraba de mirar a Dani. Ni de coquetear con él.
-Gracias por el helado. Ya te puedes ir bonita. -le digo a la camarera acercandome mucho a Dani.
Esta me mira mal y se va.
-Estabas celosa eh. -se ríe Dani.
-¿Yo? Que va.
-Para nada eh. -eleva una ceja.
-Tonto. -digo cojiendo un trozo de helado con mi dedo índice y poniéndoselo en la nariz a Dani.
Este se pone bizco intentando verse el helado, haciendo que yo estalle en carcajadas.
-Eres mala eh. -me vacila.
-Mucho. -le sigo.
Ahora es él , el que coje un trozo de helado con su dedo y lo posa sobre mis labios.
-Vaya, creó que tienes algo en la boca... -se hace el despistado.
Y en seguida de lanza a besarme.
Un beso de película.
Puede que el más intenso.
Sabiendo que va a pasar bastante tiempo hasta que le puede tener a milímetros de mi.
Hasta que le pueda volver a besar.
Me separo de él tras el largo y tierno beso.
-Te voy a echar de menos, que lo sepas idiota. -digo posando mi nuca en su hombro.
-Y yo a ti enana.
[...]
Estamos paseando por las hermosas calles de Sevilla. Quizás la última vez en mucho tiempo hasta que lo vuleva a hacer al lado de Dani.
-Oye, ¿porque no te quedas en mi casa? Así, podré tenerte conmigo la última noche que pase aquí.
-Dalo por hecho. -le sonrío.
Cuando llegamos a su casa subimos directamente a su habitación. Ya que habíamos parado a cenar en un McDonalds.
-Oye, no tengo pijama.
-Toma. -dice lanzándome una camiseta suya desde el armario.
-¿No pretendras que me ponga esto, no? Que se me ve to'.
-Tranquila que solo te voy a ver yo. -pone cara de pillo.
-Solo por ser tu y por se la ultima noche contigo eh. Que conste.
-Lo que quieras.
Me meto en el baño para ponermela. Y la verdad, no tardó mucho. Así que salgo rápido.
-Wow. Que sexy. -dice Daniel con cara de pillo nada mas verme.
Se acerca a mi y me rodea con sus manos la cintura.
-Estas preciosa. -me susurra al oido- Siempre lo estas.
Le rodeo su cuello con mis manos.
-¿Sabes todo lo que te voy a echar de menos cuando no estés aquí conmigo?
-Claro que lo sé. Me vas a echar de menos, todo lo que yo te voy a echar de menos a ti .
-Te quiero Daniel Oviedo. No lo olvides nunca, te quiero.
-No más que yo a ti. Eso tenlo claro.
Y me besa.
Me besa antes de que pueda articular palabra.
Me besa cuando menos me lo espero.
Me besa para mucho tiempo.
Y lo hace, haciéndome sentir una princesa, su princesa.
Me hace sentir más que nunca todo su amor, todas sus promesas, sus recuerdos, todo...
[...]
Mi madre se ha ofrecido a llevarnos al aeropuerto en su coche.
Yo voy sentada en la parte de atrás. En el sillón del medio. Entre Dani y mi hermano. Voy con mi cabeza apoyada en el hombre de Dani
Ya que no hemos dormido mucho ayer por la noche.
Jesús y Nini van con los padres de los gemelos y Juan Carlos, su hermano.
Tras veinte minutos en coche, llegamos al aeropuerto, cosa que a mi se me pasaron volando ya que me quedé dormida.
Mis padres fueron a tomarse un café en lo que mi hermano, Nini y yo íbamos a despedir a toda la familia Oviedo.
Yo no era capaz de soltar de la mano a Dani, sabiendo que tardaría en volver a verle.
-Es la hora. -me indica Dani al oír por megafonía que su vuelo iba a tardar poco en despegar.
Pega su frente con mi frente.
-No olvides nunca que te quiero, nunca ¿vale? -decía entre lágrimas, cosa que me contagió- Porque cuando no te lo esperes, llega alguien que le da por cambiar tu vida, por hacerla un poco menos complicada que te hace ver las cosas de otra manera. Poco a poco, día a día, confiando y sonriendo en lo que mejor está por venir. Raro, especial, ese tipo de personas por las que merece la pena luchar. Por el sentir mucho... mucho. Pero tarde o temprano uno se de cuenta de lo que merece la pena o no, de lo que vale la pena, o simplemete lo que le corresponde. Pero bueno, hay que aprender a pasar página, o simplemente a cambiar de libro, con tal de no volver a caer, a que no todo sale como uno quiere, que la vida es un abrir y cerrar de ojos, que no hay que desperdiciar ni un momento de tu vida. Entonces es cuando uno se da cuenta de la pura realidad, que hay que olvidar para poder avanzar. Que no puedes entregar todo porque te quedas estancada en el pasado, olvidando pero sin parar de recordar. A veces es mas facil decir que no te importa, que admitir que te esta matando. Pero al fin y al cabo, siempre llega ese momento, en el que algo le da color a tu vida de nuevo, que te ilumina, pero no es otra persona, si no tu. Te das cuenta de que te centras en otras personas sin antes conocerte a ti mismo y eso es malo, muy malo, ya que es capaz de hacer que la cagues, otra vez. Por es mejor que dejar que el destino te guie, sin forzar nada, sin buscar ya que el amor no se busca, se encuentra. Y Natalia, joder, no sabes lo que has hecho de mi. Me has hecho ver lo que me parecía invisible, creer en lo impensable, sentir lo imposible, entender lo encriptado. En fin, que te quiero a rabiar. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Y ten por seguro que el destino nos volverá a unir. Porque dos corazones que se quieren no se pueden olvidar.
-Última llamada a los pasajeros del vuelo 470 rumbo a Madrid. -nos interrumpe una señora por megafonía.
Y Dani, sin pensarlo me besa.
Me besa como nunca me ha besado.
Puede que sea el beso más sincero que haya sentido nunca.
Y vaya, ahora si entiendo la frase esa de:
"Los aeropuertos ven más besos sinceros que las iglesias."
