Un idiota encantador.

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Seguía abrazándole, fuerte, muy fuerte. Por un momento Daniel me parecía una persona sensible, por muy dura que fuese por fuera. No paraban de caerle lágrimas de los ojos. Cosa que me contagió.

-Sabes, hasta ahora, ni Jesús ni yo, hemos sido capaz de entrar aquí, hace 2 años que no entramos. Este lugar fue en el que más tiempo pasamos con él. Pero creo que ya es hora de aferrarse a la realidad y entrar otra vez aquí. A él le hubiera gustado que disfrutáramos de este lugar. ¿Por qué estas llorando? -intenta Daniel sonreír.

-Soy muy sensible, ¿vale? -digo, mientras él pasa su dedo por mis ojos para quitarme las lágrima.

-¿Y si cenamos? -pregunta.

-En serio, ¿estas pensando en cenar?

-Si. A lo mejor soy un poco idiota, pero tengo hambre.

-Eres un idiota encantador.

-Eso me gusta más. -sonríe.

Nos sentamos a cenar.

Hay unos trapos tampando algo, y por el olor supongo que era comida. Los levantó y veo unos tupers con croquetas, filetes empanados, ensalada, ...

-Que romántico. -le vacilo.

-No ves que soy un idiota encantador.

Ruedo lo ojos.

Cojo un filete empanado y me lo llevo a la boca.

-Esta bueno. -admito.

-Los he hecho yo. -sonríe victorioso.

Le miro dudosa.

-¿Que pasa? ¿No te lo crees?

-Yo de ti me creo cualquier cosa. -sonrío.

Terminamos de cenar, y ayudé a Daniel a recoger la mesa.

Después me senté en uno de los sofás rojos. Y, Dani trajo dos vasos.

-¿Que es? -pregunto.

-CocaCola. -dice este riéndose.- Solo CocaCola.

Ruedo los ojos.

Daniel se acomoda a mi lado. Yo,dejo el vaso que me ha traído en la mesa de madera y alzo la mirada.

-¿Es precioso? El cielo digo.

-Y que lo digas. -sonríe.- ¿Ves esa estrella? -dice señalando a una en concreto.

-Veo un millón de ellas. -me río.

-Esa. -la vuelve a señalar.- La que más brilla.

Yo asiento mirandola.

-Es estrella ahora es tuya.

-¿Mía?

-Si, tuya. Mi abuelo me la enseño una vez y me dijo que la cada vez que la mirará él me estaría observando desde esa misma estrella. También me dijo que un día se la tenía que regalar a alguien muy especial, para que se acordara de mi cuando yo no esté a su lado.

-¿Soy especial para ti? -le pregunto tímidamente.

-Te he traído aquí, donde nadie ha entrado jamás. Eso dice mucho, ¿no?

Me quedo mirándole, mientras él sigue mirando al cielo, concretamente a esa estrella.

Daniel baja la mirada y me mira, viendo que yo le estoy mirando.

Sonríe.
Sonrío.
Sonreímos.

-Nunca pensé que fueras a ser así. -interrumpo ese momento de intercambio de sonrisas.

-¿Así como?

-Así. Que tras esa armadura de chico malo, chulo y prepotente se esconde un idiota encantador, un chico sensible y soñador.

-¿Piensas eso de mi?

-Si. Por muy duro que te creas por dentro eres frágil.

-Nunca nadie me lo había dicho. ¿Como has conseguido averiguarlo?

-Tu mirada te delata. Ella deja ver quien en realidad eres. Tu sonrisa deja ver tu corazón el cuál siempre se ha escondido en la armadura de tu cuerpo.

-¿Pues sabes una cosa?

-¿Que?

-Esa mirada y esa sonrisa solo aparecen cuando tu estas cerca. -se sonroja un poco.

-¡Que cursi! -interrumpo el momento.

-¡Que aguafiestas! -me imita.

-Tss, que soy inimitable.

-Esta claro que no hay nadie como tu.

-Porque no hay nadie como tu, nadie que ilumine mi universo de color. -canturreo.

-Nadie que me ponga a bailar el corazón. Nadie que me eleve hasta el mismo Sol. -me sigue la canción.

-Porque no hay nadie como tu, nadie que me llene cada día de ilusión, nadie que me cure las heridas y el dolor, no hay nadie que me explique la palabra amor. -canturreamos a la vez.

-¿Como...? ¿Como te la sabes?

-Tengo mis contactos. -digo creyéndome importante.

-Nini, ¿no?

-Puede... -mi risa me delata.

-Ya pensaba que te habías aprendido toda las canciones.

-¿Y quien dice que no?

-De ti me creo cualquier cosa. -dice imitandome, como cuando yo le dije lo mismo antes.

-A ver, que no me imites.

-A ver, que no me imites. -me repite, sacandome la lengua.

Le saco yo también la lengua, intentando imitarle.

-¿Ahora me vas a repetir todo lo que yo haga?

-Si. -digo retándole.

-Ey, ahí has fallado me tenias que haber repetido. -sonríe victorioso.

-Ey, ahí has fallado me tenias que haber repetido. -le imito.

-Esta bien, ¿quieres jugar?

-Esta bien, ¿quieres jugar?

-Entonces tienes que repetir todo lo que yo haga. -levanta una ceja.

-Entonces tiene. Que repetir todo lo que yo haga. -levanto yo también una ceja.

-Amo a Daniel Oviedo. -dice él, sabiendo que lo voy a repetir.

-Amo a Daniel Oviedo. -digo mirándole con cara de asesina.

-Bien, vas mejorando.

-Bien, vas mejorando.

Mi única verdad. {Jdom}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora