Mata o te mataran.

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Lamento no haber actualizado, pero ¿qué creen? Mañana (lunes) entró a prepa ^^ deséenme suerte, entrare a clases de literatura para escribir mejor y tal vez mejore los episodios anteriores :) un beso gigante mis hermosos lectores ❤️ los amo.

Fui bienvenida a un nuevo día con el escozor en mis ojos provocado por la luz solar, molesta como ella sola. Quería seguir durmiendo, profundamente, dormir, dormir y más dormir. Suspire para mis adentros, eso sería el mismísimo paraíso; soñaría con que Altaïr me quería y y, ah, con ese abdomen esculpido que tiene, sus manos grandes tan perfectas, sus labios al mismo compás que su gran...
-¡Calla! ¿De verdad sueñas con eso? Y peor aun ¿sobre mi?-la voz del sarraceno me saco de mis pensamientos impropios pero tan deliciosos; sacudí mis ideas ligeramente para que luego mi mirada confundida viajará a los orbes dorados del dueño de esa ronca voz-¿Sueñas con que yo te quiera?-su voz era seria pero tenía un dejo de confusión entremezclada con burla sin embargo mis ojos se abrieron como platos, ¿era adivino? ¿Leía mentes?
-No es difícil adivinar cuando piensas en voz alta-me informo sonriendo a son de burla y diversión, ¡era imposible, jamás hablaba en voz alta! Mis mejillas ardían de vergüenza ante tal comentario, maldito seas Altaïr, maldita sea la Somniloquía que jamás me dejaba en paz.
Hace ya tiempo que no me ocurría, al menos hasta donde yo sabia, es más, podía abjurar que el Asesino estaba loco de remate, pero era jodidamente atractivo...yo sí le daba y no consejos, aunque le haya pegado hace un par de días con la escoba en plan "ahora sí maldito, me devuelves el cambio de las tortillas", mi madre en alguna ocasión me hizo eso con la servilleta de tela de las tortillas, nunca con la escoba.
Cuando era niña mi familia y yo éramos cercanos, demasiado, ahora cada vez que lo recuerdo me da un ataque de nostalgia por el simple hecho de que echaba de menos esa sensación de unión familiar, todos riendo, felices...ahora ellos estaban demasiado en sus trabajos y yo demasiado en la escuela, es el clásico cliché que cualquiera les contaría pero para ser cliché es lo más real a lo que me aferro ahora ¿eso es malo? Para estas alturas desconozco que es bueno, que es malo y que lleva a mi vida por el caudal de la perdición.
Sacudí la cabeza ligeramente, no era momento de pensar en eso ya que si seguía así terminaría con la mirada perdida además de distraída, lo cual no podía permitírmelo ahora mismo por el simple hecho de que Altaïr comenzaba a volver al camino mientras yo permanecía estática en mi lugar. Maldita sea, nunca sé controlar mis emociones y eso es patético, si sigo a este paso terminare llorando frente al Asesino que de verdad, le vale tres hectáreas si yo voy feliz o no.
-Date prisa, ya casi llegamos y no podemos retrasarnos-él ya estaba sobre el caballo esperando a por mi, no era justo hacerlo esperar así que me tenía que subir al caballo sí o sí. Fruncí la boca en una mueca, las pompas ya me dolían de ir montada en ese corcel todo absolutamente todo el viaje ¡joder! ¡No por favor! Mis gritos desesperados jamás salieron de mi mente, sabia que tenía que subir por lo que lo hice, era momento de callarme y ser todo un macho pecho peludo, aunque estuviera más lampiña que gato egipcio.
-¿Cuanto falta para llegar?-pregunte de manera firme aparentando ser algo que no soy, alguien valiente.
-Cruzamos este paso montañoso y parte del desierto, cuando comencemos a bajar por la ladera veras las murallas y torreones de la cuidad-Me informó mirando un horizonte inexistente puesto que las montañas bloqueaban la vista.
-Cuando lleguemos ¿iremos a la casa de Asesinos?-no medí mis palabras, esta bien, Santa Claus desnutrido no confía en mi pero si seguía diciendo cosas que no debería saber, Altaïr comenzaría a desconfiar de mi lo cual era precisamente lo que no quería.
-Sí...sigo sin entender como sabes tanto-espoleó al caballo mientras nos incorporamos al camino.
Teníamos que ir a un paso tranquilo, si apresurábamos nuestro avance terminarían por sospechar y descubrirnos, agregamos a esto el hecho de que perdí la escoba por lo que el único capaz de defendernos era el sarraceno.
Los soldados nos miraban raro, no podía culparlos; el Asesino me llevaba rodeada entre sus brazos para sujetar la brinda, además que no éramos peregrinos, íbamos en sentido contrario y a caballo, cuando se supone que como un protocolo autoimpuesto de los peregrinos es: te jodes y caminas bajo el implacable sol porque sino sospechan de ti.
Subíamos por una cuesta empinada pero al llegar a la cima Altaïr y yo apreciamos como al bajar había un grupo de fácil 12 soldados templarios. Trague grueso, luego mire al frente; allí, a tan poco camino a caballo estaba la cuidad de Damasco, que maldita suerte la nuestra.
-No te alejes de mi-susurro mi acompañante en mi oído-Toma-me entregó su hoja corta, a lo que la escondí entre las faldas de mi vestido. Tomo las brindas de manera firme, a lo siguiente comenzamos a bajar la ladera; mis manos sudaban, estaba temblando y sentía que el corazón se me saldría del pecho en cualquier instante. Toda sensación o pequeña esperanza de pasar desapercibidos se esfumo en el momento en el cual mi mirada choco contra un soldado templario de aquellos que cargaban esa pesada cota de malla con un manto con la cruz templaría, roja y brillante, el casco le cubría todo el rostro, su mano reposaba intangible sobre el mango de su pesada espada pero que seguramente sabría empuñarla como es debido. En ese momento, como un flash, el recuerdo de María Thorpe arremetió contra mi persona, la boca se me seco ¿y si Altaïr se enamoraba de ella? Si eso sucedía, el sarraceno habría tomado la decisión de irme o quedarme por mi. Realmente solo me mantenía en este lugar por el deseo cosquilleante de acompañarlo en este viaje donde su lado humilde salía a flote.
Todo pensamiento se esfumo cuando aquel soldado templario grito a todo pulmón "¡Hereje! ¡Asesino!" Mientras desenfundaba la espada, sus compañeros imitaron la acción. Altaïr miro a todos sus enemigos y luego a mi, lo siguiente que sucedió me dejo estupefacta. El sarraceno espoleó al caballo con fuerza, arrancando en una carrera con el fin de huir, el paso era tan acelerado que sentí que me caería.
"Esto no puede ser peor" me dije pero al ver las pequeñas torres de madera, con arqueros me arrepentí del pensamiento. Altaïr rodeo mi cintura con un brazo mientras que se inclinaba sobre mi para que ninguna flecha nos diera y ninguna nos dio, pero dos flechas impactaron en los cuartos traseros del corcel. Lo siguiente sucedió tan rápido, el caballo se venció de las patas delanteras, sentí como rodamos en la tierra, mi piel llegaba a lastimarse con las pequeñas rocas del camino.
Para cuando todo se detuvo, la cabeza me daba vueltas, para cuando abrí los ojos, a pocos metros de mi el caballo estaba muerto, su cuello estaba en una posición antinatural y bajo de el se formaba un charco de sangre que poco a poco teñía la tierra de rojo carmesí. Las tripas se me revolvieron, mire al otro lado y sentí el aire irse de mis pulmones cuando una espada templaría descendió decidida contra mi garganta. No alcance a reaccionar cuando sentí la punta afilada contra mi garganta, pero el resto jamás llego a tocarme.
Abrí los ojos cuando el sonido seco de metal contra metal se escucho, mire hacia arriba. Altaïr jadeaba, su espada estaba sobre mi cabeza bloqueando el ataque mortífero de su enemigo. El otro, le dirigió una mirada de odio puro. No había salida, era pelear o pelear.
El sarraceno quito la guardia del soldado, para luego darle una patada que lo mando hacia atrás. No me dijo nada, solo estaba concentrado en pelear. Hice el intento de incorporarme pero solté un quejido al notar un corte largo y profundo en mi pierna izquierda a todo lo largo de la espinilla, Altaïr me dirigió una mirada fulminante en señal de que me quedara quieta, a lo que obedecí. Avanzo decidido hacia sus enemigos, listo para matarlos, lo notaba en su andar, su postura, incluso su mirada oscura.
Un circulo de cinco enemigos se formo a su alrededor, todos atacando de manera firme pero torpe, mientras que el Asesino se mantenía con la defensa alta, se llegaba a descuidar y le hacían cortes superficiales pero él no presentaba ninguna señal de cobardía. Aprovechaba los ataques de sus enemigos para realizar mortales contraataques, cuando uno caía otro soldado los reemplazaba.
Sentía que se me saldría el corazón del pecho toda la pelea, jamás lo vi tan precavido y en el videojuego no veía la sed de sangre que se reflejaba ahora en los ojos templarios, la piel se me erizo sin piedad, no era posible la cantidad de sadismo que podían tener los humanos.
Durante lo que parecieron horas, el combate continuo, ahora únicamente se mantenían en pie dos, un soldado cualquiera y aquel templario fuertemente protegido. El soldado sujeto a Altaïr de la ropa, pero este solo le tomo de la muñeca y le doblo el brazo, para luego con una patada alejarlo. Aquel hombre se estrelló en el suelo, quedando inconsciente a mi parecer. Ya solo quedaban aquel templario y el Asesino.
Ese hombre atacaba de manera despiadada, en sus movimientos reflejaba las ganas de atravesar el cuerpo del sarraceno con su espada, bañarse en la gloria de la sangre de un Asesino, pero la suerte no estaba de su lado. Altaïr lo derribó y saltó sobre él con la hoja oculta, lo mato al instante pero no todo había acabado, aquel soldado que parecía inconsciente se incorporó, listo para saltar sobre el sarraceno para matarlo, pero yo reaccione. Tome la hoja corta, sentí la adrenalina golpear contra mi y en un único movimiento desesperado me levante rápidamente, luego salte sobre él, encajándole el frío acero del arma en la garganta, el único lugar descubierto; la sangre le salió a borbotones, bañando mis manos y parte de mi vestido con ese liquido carmesí. Sentí cuando la vida se le fue, ese ultimo suspiro antes de que cayera de boca contra el suelo.
Comencé a temblar con nerviosismo, mi respiración aumento y mis ojos se anegaron de lagrimas. Mire hacia el Asesino, sus ojos reflejaban sorpresa y estupefacción, mientras que seguramente los míos reflejaban horror.
-L-lo mate, no no no, ¡Lo mate!-exclame horrorizada, me cubrí la boca con las manos dejándome el rostro lleno de sangre, las tibias lagrimas bajaron por mis mejillas de manera caudalosa-Y-yo, soy una Asesina, no no-Altaïr me tomo de las manos, quitándomelas de la boca.
-Me salvaste, nos salvaste-trato de que su voz seria sonara ligeramente más comprensible-Así que relájate-mire hacia el cadáver.
-Sentí como soltaba su último suspiro, la vida se le escapo...por mi culpa esta muerto-Hablaba muy rápido que ni yo me entendía, tenía miedo, le arrebate la vida a un hombre ¿quién dice que no podría hacerlo de nuevo?
Fue cuando el recuerdo me golpeo de nuevo, no era la primera vez que mataba a alguien...mi amor, por mi culpa se fue, por mi jodida culpa abandono a sus padres. ¡¿Cómo mierda podría seguir viviendo a sabiendas de que yo era una asesina?! Intencional o no, era única y exclusivamente mi culpa.
-Yo, no quise hacerlo Altaïr, yo no quería matarlo pero tampoco quería que te hiciera daño-lo abrace sin más, temblando en sus brazos de manera incontrolable, sollocé contra su pecho sin pudor, me daba igual si alguien nos veía o más bien me veía en ese estado, no soportaba la culpa en este instante. Quería a Ileana, a mis padres, quería a mi familia de vuelta al menos para calmarme.
-No quiero decirte esto, pero si me acompañaras a mis misiones, deberás aprender a empuñar una espada y a matar sin perder los estribos-su voz me cayo cual balde de agua fría ¿matar a sangre fría? ¿Empuñar armas? Yo no sabia hacer eso, no estaba segura si podría y ahora mismo, mi cuerpo lo estaba aún menos. Las extremidades me flaquearon, los párpados me pesaban y luego, todo se volvió negro.

Entre la realidad y la realidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora