Entre la realidad y la realidad.

Culpa

¿Lo mate? Sí, lo mate, por un momento creí que era una mala idea mía pero no lo fue.

-¿Por qué? Alexia...yo te amaba, ¿Por qué me hiciste esto? ¡Nos hiciste esto!-me grito, con sus penetrantes ojos negros perforando en mi alma, en mis recuerdos.

Íbamos saliendo la fiesta de Carmen, una vieja amiga. Todos estábamos ebrios, unos menos que otros pero Adam, mi amado novio, para ese momento recreaba una escena del Exorcista y caminaba como si estuviera en un barco al igual que yo.

-¡Conduce Alexia!-me grito entre hipos Cris, mejor amigo de Adam y por endé, también mío. Parecía idiota, hablando sin que se entendiera una palabra, intentando ligar pero terminaba vomitando; aun no podía recordar porque carajo acepte ir, ¡odiaba las fiestas! Y esta no fue la excepción.

-Vale, vale, yo conduzco-acepte sin saber muy bien a que había accedido hacer, pero me importo poco con tal de volver a casa rogando el perdón de mis padres por escaparme y llegar borracha. Saque las llaves del bolsillo de Adam, abriendo su mini cooper con poca coordinación; Cris, Carlos y Pamela, novia de Carlos, subieron al asiento trasero todos amontonados diciendo incoherencias. Luego subí a Adam, que gritaba a sus amigos "Vomitan mi auto y juro que les corto los huevos, hijos de puta", era un idiota ebrió.

Cerre la puerta de un portazo para luego subir tambaleante al asiento del piloto; logre encender el auto hasta el quinto o sexto intento, creo, hace rato que había perdido la cuenta y la noción de en que orden iban los números. Emprendimos el camino a casa de alguno de nosotros cinco, ninguno llevaba el cinturón de seguridad. Cris gritaba intentando cantar junto a Adam, mientras Carlos y Pamela se comían en el asiento de atrás.

Nunca supe en que momento sucedió, recuerdo que un par de luces blancas me ilumino todo el rostro, de fondo sonaba Creep cuando paso. Un camión nos impacto de mi lado, volcando el auto sin más, casi no recordaba nada luego de eso, lo poco que conservaba estaba difuso, entremezclado y la mayoría de lo que "recordaba" parecía irreal, o eso quise creer.

Cris y yo fuimos los únicos que sobrevivimos al accidente, jamás entendí porque, pero era doloroso. El conductor del camión iba siendo prudente, tenía familia, me enteré de ellos porque a los dos días quise disculparme por mi estupidez...me corrieron de la casa diciendo "Maldita asesina". Luego, las familias de mis fallecidos amigos y novio me miraban con odio disfrazado de dolor pero nada de eso se comparaba con la culpa que cargaba dentro.

El recuerdo más claro que tengo de aquella noche fue a mi Adam, mirando el cielo con sus preciosos ojos vaciós, aterrados, su rostro cubierto de diversos cortes mientras una profunda herida se abría paso por su cabeza, pero eso no lo mato, lo mato un golpe en la nuca y mi imprudencia. Jamás me perdoné ni me perdonaré lo sucedido, esas tres muertes siempre mancharán mis manos y es cuando me cuestionaba ¿cómo es posible que los asesinos que matan a consciencia puedan vivir con ellos mismos? Nunca quise averiguarlo.

El solo rememorarlo dolía, sentía las lágrimas escocer en mis ojos y la dolorosa presión en el pecho, además de la carencia de aire en mis pulmones.

-Adam...perdóname por favor-rogué llorando

-Nunca te lo perdonare, Alexia-dijo con frialdad; sentía cada pizca de odio en su voz perforar mi corazón, haciéndome sentir impotente, entonces llore, comencé a llorar cual condenada...por que lo estaba, su fantasma me seguía a donde sea que fuere.

Me derrumbe sobre mis rodillas, sollozando mientras mi nariz y boca luchaban con el llanto por conseguir aire, sentía mi cuerpo ser recorrido por el zarandeo de mi estado. No sabía cuanto tiempo duraría de la misma manera pero se detuvo de golpe al sentir una caricia cálida, de una mano algo callosa sobre mi mejilla. No pudo ser Adam, su toque siempre fue frío pero su mano suave, si no fue él ¿entonces quién?

-Alexia-ese acentó solo podía ser de...-Alexia, despierta-sin lugar a dudas, Altaïr.

Abrí los ojos de golpe, mi respiración era agitada y las cálidas gotas de agua salada bajaban por mis mejillas.

-¿Qué sucedió?-mire a todas partes, intentando ubicarme o saber si estaba despierta.

-Estabas llorando, tenías una pesadilla-explicó empleando ese tono serio pero calmado-Y mencionabas a un tal Adam-agregó mirándome fijamente.

-Larga historia que no quiero contar-solté de golpe, dando por terminado el tema.

-Ya veo...ten-me entrego un pañuelo-Haremos guardias, te toca-apenas me había percatado de que estábamos acampando en una pequeña cueva y el fuego chisporroteaba tranquilamente, recordándome a esas épocas decembrinas donde el frío te cala hasta los huesos pero mi familia se organizaba para hacer una fogata en el jardín. Eran buenos recuerdos de mi infancia.

-Claro, descansa-observaba embelesada las llamas, pero no me paso desapercibido el asentimiento de cabeza del sarraceno acompañado de su sútil "Gracias".