No podría ser peor ¿verdad?

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Antes de iniciar con el capítulo de hoy, les diré que me canse de ser tan inconstante, así que me hice una promesa, actualizare los viernes una vez por semana o dos a lo mucho, además de que editare los capítulos, así que las ediciones la subiré una vez a la semana o una vez cada dos semanas, los sábados. Deséenme suerte.

—Carajo, carajo, carajo— solté un bufido que delataba el maldito coraje y dolor que llevaba atravesado en la garganta, no me podía ni parar, ¿qué mierda iba a hacer? No podía pedirle ayuda a mis padres, entrarían en pánico, entonces ¿a quién? No llegaría así al hospital, pensarían lo peor y harían un interrogatorio interminable con entorno a mi, ¿qué les diría? ¿Qué una parte de mi vive en una realidad alterna en la que unos novicios me golpearon hasta que mi héroe llego a rescatar mi maldito pellejo? ¡Ja! Lo único que harían sería curarme y mandarme a un manicomio donde recibiría medicamentos de por vida, encerrada en una celda blanca y acolchada rodeada de otros locos donde tendrían que mandar a alguien a que me limpiara además de ponerme camisa de fuerzas, sedantes, y y...

—Alexia, cálmate por amor a Jesucristo, no llegarás a nada poniéndote paranoica, ahora...inhala, exhala— metí una gran cantidad de aire en mis pulmones y me aseguré de relajarme, cuando la paranoia regreso ¡estaba sangrando, mierda! Repetí el proceso más acelerada, buscando desesperada con la mirada mi celular, mi maldito celular.

Sentía que iba a colapsar de un ataque de impotencia, pánico y hemorragia masiva cuando el sonido del vibrador contra el piso llamó mi atención; la luz increíblemente fuerte de la pantalla iluminaba debajo de mi cama ¡me estaban llamando! Me giré sin cuidado y estire el brazo, el celular no dejaba de vibrar contra las puntas de mis dedos cuando por fin pude tomarlo, mis ojos vieron el nombre de quien me marcaba y mi cerebro proceso la información en cuestión de nada ¡era Ileana! Bendita sea esta mujer. Conteste rápidamente, no quería perder esta llamada.

—Mujer, ¿dónde estás? Estuve llamando y todo me mandaba a buzón, estaba por iniciar una búsqueda policiaca—sonreí al escuchar su tono preocupado, como amaba a esta niña.

—No tengo tiempo de explicar, ven a mi casa, en serio necesito de tu ayuda en este momento como no te das una maldita idea, es una emergencia, código rojo— la línea se corto, Ileana había colgado y conociéndola no tardaría en llegar como un torbellino a la casa, gritando incoherencias y paranoias. Ahora mi prioridad era contener el sangrado lo suficiente para dar tiempo a que la ayuda llegará.

Hice un torniquete el cinturón que llevaba puesto y me quedé sentada en el piso, luchando contra el impulso de cerrar los ojos «Ileana, date prisa».

Tras los minutos que para mí fueron años, mi mejor y pequeña amiga entro despotricando en mi habitación, hasta que me vio tirada en el suelo. Se me fue encima en un abrazo, pero se detuvo de golpe al notar toda la sangre.

—¡¿Qué mierda, Alexia?!— grito asustada y comenzó, estaba diciendo paranoias e incoherencias tan rápido que no lograba comprender ni la mitad de lo que me decía. Lleve mi dedo pulga e índice a la boca, a lo que chifle lo bastante fuerte para que se concentrará en mi.

—No es por interrumpir tu paranoia, pero me estoy desangrando aquí— comente con total normalidad, a lo que mi amiga reaccionó corriendo a mi baño a buscar mi botiquín, no era la primera vez que me lastimaba de alguna forma y ella sabría cómo curarme.

Regresó con el botiquín entre sus manos y me miro, antes de ponerse tan roja como un jitomate.

—Por favor, no te emociones pero debes sacarte los pantalones— si hubiera tenido sangre suficiente que llegara a mis mejillas, estaría roja, pero no era el momento para tener pudor. Como pude, saque el pantalón, fue cuando me percaté de la otra herida, esta vez en mi pierna izquierda «Mierda, fue cuando me caí del caballo, espero no esté infectada», no tenía buen aspecto, eso es cierto, pero ya tenía una gran costra.

—Mujer, deja de hacer deportes extremos— suspiro y me miró —Te va a doler— no dije nada porque al instante comenzó a verter en la herida agua oxigenada, tuve que ahogar un grito y golpear el piso con fuerza para no golpear a Ileana.

No sabía cuánto había pasado, pero todo el dolor de desinfectar la herida y suturarla me habían dejado agotada. Tenía vendadas ambas heridas, con algo de pomada alrededor para bajar la inflamación y evitar alguna infección. Ileana me ayudó a ponerme en pie y recostarme en la cama.

—Me debes unas buenas explicaciones, Alexia Castile— sentía su mirada recriminatoria fija en mi, sabía que ella no se iría hasta que le diera una buena respuesta que mereciera la pena y la calmará.

—Digamos que...si muero allá, muero aquí— solté de golpe mirando fijamente a mi mejor amiga, que parecía tardar en asimilar mis palabras pero cuando lo hizo, mire en su rostro el terror y el dolor de imaginarme muerta.

—Alex, no— me rodeo en sus brazos al borde del llanto —No quiero perder a mi única y mejor amiga, por favor, si seguirás esta locura ten cuidado pero escoge en donde quieres quedarte tan pronto puedas, este es un gran peligro para ti— acaricie con gentileza su cabello, para que controlará su llanto, pero en mi sentí algo extraño. «Este es un gran peligro para ti», repitió mi cabeza intentando encontrarle algún sentido a esa frase, fruncí el ceño, intente hacer memoria, había algo peor que yo o que mi muerte, algo mucho peor, pero no lograba recordar qué, había una laguna mental en alguna parte de mis recuerdos, una laguna que representaba la vida o la muerte de alguien, lo descartaría por ahora, pero no dejaría pasar algo como eso.

El resto del día estuvimos viendo películas en mi habitación, necesitaba esa sensación, estar en mi hogar y sentirme a salvo, sin nadie que quisiera matarme, siempre sintiéndome acosada por la mirada de Altaïr, ah, mi dulce Altaïr. Fruncí ligeramente el ceño, lo estaba retrasando muchísimo en sus misiones, será mejor que yo también aprenda a defenderme por mi cuenta si quería seguir viva y acabar con esto pronto. No, había algo más que me hacía fruncir el ceño, algo sobre Altaïr, algo sobre un peligro del que mi cuerpo necesita advertirle pero ¿qué peligro sería ese? Algo me faltaba en ese rompecabezas, y no estaba contenta con piezas faltantes de mi memoria, porque yo no era de olvidar cosas importantes, algo me había pasado, y descubriría qué demonios me había sucedido, necesitaba respuestas, necesitaba proteger a Altaïr del peligro, tal vez ese era mi propósito, protegerlo de algo que él no vería venir, y si ser su ángel de la guarda era mi trajo, lo cumpliría, así me costará la vida.

Entre la realidad y la realidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora