Estaba ante la entrada a la aldea de Masyaf, los dos guardias me miraban extraño, fue cuando me percate de mis prendas pero se distrajeron al escuchar la característica voz de cierto sarraceno-¡Arre!-se escuchaban ya muy cerca los golpeteos de los cascos del caballo así que aproveche de entrar en la aldea y sentarme en un banco pero con mi ropa no pasaba muy desapercibida que digamos. El tiempo se detuvo por un instante, ante mi dos figuras aparecieron, ambas mujeres, si no estaba mal eran Minerva y Juno. La primera mencionada me miro de arriba abajo.-Escucha, niña, no tenemos mucho tiempo así que he de ser directa-hizo una ligera pausa, como sopesando sus palabras-has fragmentado tu alma, entre la realidad que conoces y esta realidad, tú tienes un objetivo, en ambas realidades, pero solo podrás cumplir uno... tendrás un mes, en el que vivirás en ambos mundos, por llamarlo de alguna forma... al terminar el plazo de tiempo, deberás escoger tu realidad-me quede perpleja ante aquellas palabras, era tan repentino.
-¿Cuál es mi objetivo?- interrogue, casi desesperada ya que ambas figuras se desvanecían, como un espejismo en medio del desierto.
-Tú debes descubrirlo, solo tenemos probabilidades-respondió Juno simplemente mientras se marchaba con el viento, del cual apenas me había percatado, volvía a soplar y en menos de lo que me di cuenta, el tiempo retomaba su movimiento-3...2...1-y justo como predije, caí de bruces contra el suelo cuando Altaïr, mi ídolo, me empujo mientras caminaba acelerado.
Me miro, más bien, miro mis ropas con un gesto algo confundido pero pese a mis pintas (tan raras en la época) tomo mi mano con gentileza mientras tiraba de mi para ponerme en pie y tan pronto como vino, se fue pero sabía que iría a la fortaleza de Masyaf donde sería escarmentado pero entonces eran atacados por los templarios.
Abrí mis ojos cual platos, ¡Templarios! Mierda, mierda, mierda, eso no tardaría en suceder así que o me ganaba el favoritismo de alguien pronto para que me llevara a la fortaleza o buscaba un escondite, opte por la segunda, me escondería en un fardo de paja y problema resuelto pero antes... comencé a caminar por la aldea, viendo lo que ya había visto y conociendo lo que conocía pero nada era comparado con la realidad, poder sentir el aroma de la montaña, escuchar el correr tranquilo del rio, el aire fresco en cada poro de mi piel, la calidez de aquel intenso sol, poder ver a la gente más viva que computarizada, con sus problemas y sus alegrías, me sentía en casa, como si encajará allí.
Mi recorrido fue interrumpido cuando vi al informador correr aterrorizado hacia la fortaleza a avisar del ataque templario, así que corrí a mi escondite, rogando que todo saliera bien.
Escuche los gritos desesperados de la gente, el cantico del acero de las espadas chocando entre ellas, para luego oír como todos se iban a la fortaleza. Cuando creí que todo había pasado, sentí una mano grande y callosa tomar mi brazo y halar de él "¡Mierda, esto es malo!". Me llevo a rastras hasta Robert dé Sable, aquel pelón desvariado desesperado y deseoso de poder; no contuve mis impulsos y escupí en la cara del hombre, el cual me soltó una bofetada-Será un rehén, llevadla con los demás-caminamos cuesta arriba hasta la entrada del cuartel de los Asesinos, a continuación venia el parloteo del anciano traidor y luego la arrogancia del pelón, para dar paso a él tan ansiado salto de fe. Sabía que Altaïr estaba a salvo y pronto soltaría los troncos, lo cual, fue así pero me vi en apuros, no tenía a donde ir y los troncos rodaban muy rápido para correr pero sentí una mano tomarme del antebrazo, cargarme al hombro mientras corría sobre los troncos hasta ponernos a salvo junto a los demás Asesinos, pero de repente, al dejarme en medio, todos me miraron, de arriba abajo, escudriñándome de manera desconfiada.
Mire a mi salvador que curiosamente, era Altaïr.
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Entre la realidad y la realidad.
Roman d'amourDisclaimer: Altaïr como todos los personajes de Assassin's Creed pertenecen a UBISOFT. Pair: Altaïr Ibn La'Ahad/OC. Contendrá-posiblemente-lemmon Summary: -¿Qué eliges? ¿Cuál realidad, de verdad deseas?- allí estaba, entre la espada y la pared, el t...