II | Capítulo

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CAPITULO 2


MELISSA


Divise mi casa desde lejos, siempre, por más que la haya visto mil veces, nunca me dejaba de impresionar, ubicada en una residencia privada, con un gran portón que gritaba la gran seguridad que la custodiaba, la casa de mi familia, en la cual me crie era hermosa. Los portones no ocultaban nada, no había nada que ocultar, solo los miles de guardias que caminaban cada segundo recorriendo cada tramo de la casa.


Sonreí viendo por el espejo retrovisor —de mi Mercedes Suv Coupe— como mi adorable hijo intentaba desligarse de los dos cinturones de seguridad que lo rodeaban, más las cintas que traía su silla transportadora, puede que él odie un poco mucho esa silla.


Baje del auto y antes que nada, le di una mirada silenciosa a unos de los guardias que se estaba acercando para ayudarme a bajar a Chris, no me gustaba que hombres que tenían un arma en su cinturón, a la vista, se acercaran a mi hijo, todo lo que era peligroso, lejos.


Rápidamente capto la mirada y dio una vuelta completa, baje a Chris, dejándolo que corra hasta la puerta y le diga a unos de los guardias que tocara el timbre por él, educadamente. No llegue a tiempo cuando la puerta fue abierta por una de las sirvientas y Chris desapareció corriendo dentro de la casa, salude a ambas personas antes de seguir el camino que seguramente mi hijo había dado.


Tal vez nunca le encontraría una explicación lógica, pero mi hijo amaba a sus tíos y a su abuelo, pero no era ese típico cariño de alguien familiar, era ese cariño que solo se le puede tener a una madre o padre.


—Ya decía yo que era raro que dejaras a Chris aquí solo—un sonriente Hernán apareció ante mí.


—Hola hermano—bese su mejilla.


—Ven, estamos todo afuera esperándolos para comenzar a comer.


Si había algo que caracterizaba a mi familia, que es todos poseíamos ese gen "ruso", la abuela de parte de mi padre era rusa "pura" por lo tanto que mi madre fue una rubial de ojos claros no ayudo en nada a que nuestra familia no tuviera algo diferente, en si todos compartimos características diferentes, pero nadie podía dudar que éramos hermanos y padre, ya que todos —hasta mi hijo— habíamos sacado ese rubio cobrizo de parte de mi padre, mas ojos de diferentes tonalidades, que en un final terminaban siendo diferentes tonos de azules.


Me senté viendo como mi padre tenía entre sus piernas a su nieto adorado, lo observaba y veía el cansancio entre sus ojos, pero estaba mejor de lo que estaba la última vez. Si había algo de mi familia que si adoraba, era el amor que cada uno tenía a mi hijo, siempre él es el centro, mi bebe lo es todo.


—Abue—Chris zarandeo su mano—. No quero.


Bufe antes de poder evitarlo, siempre era lo mismo con mi hijo, en casa come lo que hago, sin decir nada, pero acá sabe que puede aprovecharse de la situación, acá sabe que esta mimado por donde vea.

Una Madre En La MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora