XL | Capitulo

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Capitulo cuarenta. 

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Cuatros años después.


Los rostros de aquellos cinco hombres frente a la casa mientras el McLaren p1 se adentraba a la propiedad, eran inexpresivos. Una fina línea se formó en mis labios rojos mientras el auto paraba y el chofer bajaba para abrirme la puerta.


Había vuelto, a esta ciudad, a esta casa nuevamente.


Observar a través de mis lentes oscuros como a tres metros aquellos hombres me inspeccionaban de pies a cabeza, simplemente éramos desconocidos, desconocidos que compartan sangre.


Ordene al chofer que se vaya a donde quiera que luego lo llamaría mientras caminaba con indiferencia y arrogancia hacia ellos. Miles de sentimientos corrían por todo mi cuerpo, peor no lo demostraba, nunca lo haría.


—Tanto tiempo, hermanita—sonreí escuchando a Mike ladrar la última palabra.


—Necesito apoyo—murmure sacándome los lentes—. Tengo que encontrar a Ashley.


— ¿Por qué te lo daríamos? —de reojo vi a Ethan cruzarse de brazos—. No tenemos por qué ayudarte, no después de tanto tiempo.


—Necesito encontrarla—solo mire a aquel que tenía esos ojos idénticos a los míos—. Solo por eso volví.


—Serás estúpida—mascullo Evans—. Nos abandonaste Melissa, nos alejaste de ustedes.


No aparte la mirada de aquella persona.


—No puedes venir acá y pretender que te ayudemos.


—Si puedo—hable por lo bajo—. Después de todo es su mierda lo que llevo a Ashley a desaparecer.


—No jodas...


— ¡Basta! —todo quedo en silencio—. Son hermanos joder—sus ojos brillaron mirándome—. La mierda guárdensela, no es momento.


— ¿Me ayudaras?


—Claro que lo hare, mi niña—me sonrió—. Siempre te ayudare—abrió sus brazos.

Una Madre En La MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora