LXI | Capítulo

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CAPÍTULO 61


—Mucho dolor—parpadeé un par de veces antes de encontrarme con su mirada, esa mirada de triunfo—. Pero no es momento para eso—nego levemente—. Deben soltarme.


—Debes estar malditamente loco si crees que te dejaremos vivo después de esto—la voz de Hernan tembló a lo último.


—No lo creo, se que me soltarán—nos miro a todos antes de que sus ojos cayeran en Alexander—. ¿Tu no les contaste nada, verdad?—cuando no recibió respuesta sonrío con dificultad—. No me digas que fuiste tan idiota de no contar ese pequeño detalle.


—¿De que mierda estás hablando? todos esperamos atentos la respuesta a la pregunta que hizo Ethan.


—Él sabe quién es mi salvación— sus ojos no se apartaron de Alex—. Y al parecer fue lo suficientemente estupido de no decir nada.


—¿A que quieres llegar? —mire las manos de Alexander hechas puños.


—Tu la dejaste ir. Tu le perdonaste la vida, aún sabiendo que ella era la traidora. Ese fue un movimiento muy idiota de tu parte.


—¿Iris? —mire a Hernan cuando dijo eso, antes de volcar mi mirada a Alexander.


—¿Qué? ¿Nunca les dijo? Alexander había descubierto quien era la infiltrada en su organización, el la descubrió y la dejó viva a cambio de que Olivia quedara con él. La dejo ir, sabiendo que ella era la respuesta a todo, hasta pudieron haber llegado a tiempo a salvar a tu amiga.


El silencio ensordecedor que le siguió a sus palabras fue como un balde de agua fría para la mayoría. Él pudo. Él pudo haber hecho las cosas diferentes. Él pudo haber hablado. Alexander pudo haber ayudado a encontrar antes a Ashley. Él pudo haber evitado que ella muriera.


Pero no.


Puso ante todo a la niña. Y a la mujer. Porque podía pensar muchas cosas, pero el pudo haberse deshecho de Iris, y aún conservar a Olivia.


El pudo haberla torturado, haberla hecho hablar, decir. Pero no.


El prefirió perdonarla. Y no por su hija. Sino por todo lo que seguramente habrán vivido.


Una vez más, Alexander.


Una vez más me decepcionas.


—Mel no...


—Ashley esta muerta—susurré.


—Yo no podía simplemente matarl...


—¡Ashley murió! —chille mirándolo—. ¡Ashley! Alguien malditamente inocente—mis chillidos eran acompañados por pequeñas lágrimas que caían por mis mejillas—. ¡Dejaste vivir a una maldita puta traicionera Alexander! ¡Pudiste haberla salvado, a ella, a alguien que si merecía vivir!

Una Madre En La MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora