VI | Capítulo

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CAPITULO 6


MELISSA


-Chris por favor no corras-murmure sin apartar la mirada del espejo, pero aun escuchando los rápidos pasos de mi hijo-. Christian-repetí.


-Momi-la imagen de mi pequeño dándome un tierno y falso puchero se instaló en el espejo.


-No corras-negué, viéndolo desaparecer de mi campo de visión.


Reí antes de volver a revisar cada parte de mí que el espejo reflejaba. Está bien. ¿Bien? Pose mi peso en una sola pierna mirándome de arriba abajo. La duda seguía instalada en mí, era la cuarta vez que me cambiaba y sinceramente esto era lo más decente, o bonito que había encontrado.


Le una miradita al reloj en la mesita de luz, aún tenía una hora más para maquillarme y ver que carajos me ponía. Naturalmente al ser hija de un "mafioso" mi armario debería estar completo de vestidos extravagantes, que le muestren al mundo quien soy y cuanto valgo. Pero desde que me embarace abandone ese mundo, exceptuando dos "cumpleaños" de los socios de papa, nunca más volví a ir a una reunión o fiesta rodeada de personas "importantes".


Aunque esta solo sería una cena y no debería importarme tanto el atuendo que lleve, por un lado lo pienso, volveré a ver a Alexander. Al hombre que hizo que mi mundo girara, que de solo recordarlo mi cuerpo se estremece, solo de recordar aquella mirada, aquel azul frio siento mis piernas temblar.


Alexander me hace sentir como una colegiala.


Lo intente, durante cuatro años lo he intenso, sacarlo de mi mente, borrarlo de mi cuerpo, exterminarlo de mí. Pero cada vez que lo intento, todo me recuerda a él, en especial Christian-quien es su viva imagen- con solo darle una mirada Alexander invade mi mente, los pensamientos me llevan a miles de caminos, ¿Qué hubiera pasado si lo hubiera dicho de la existencia de Christian? Lo más sensato es aquella respuesta que me aterra. Pero también esta esa que me hace sonreír.


Puede que Alex me hubiera perdonado y ahora seriamos esa típica imagen de familia única.


O también puede que hubiera estado tras mi culo, hasta que Chris naciera y me lo arrebatara de mis brazos.


Por lo tanto, me inclino más por la última.


En fin, hay que admitirlo, aun siento cosas por él, cosas que son todo, menos leves.


Apreté mis labios viéndome una vez más en el espejo, mi cuerpo estaba cubierto por un enterizo mono blanco, sin mangas. Era de una tela muy suave y fina. Lo que más me gustaba de él, era que aunque era sencillo, tenía un escote de muerte, no tenía fin, llegaba hasta la cintura donde había una cinta de la misma tela con un pequeño moño. La parte donde el escote mostraba mi piel, está cubierta por una gasa blanca.


Mi cabello brillaba bajo la luz, el degrade de rubio que me había hecho hace unas semanas tenía el efecto esperado, mi cabello natural es rubio claro, pero últimamente me sentía muy aburrida al mirarlo, por lo que me hice algo parecido a un degrade, comenzando de un Cataño-rubio a mi rubio natural. No me puse ningún collar, solo los aros y una pulsera de plata.

Una Madre En La MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora