XI | Capitulo

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CAPITULO 9


MELISSA


— ¡Momi! —detuve mis pasos y mire a mi hijo en vez de ir de un lado a otro—. Teno hambre—se acaricio su pancita mirándome fijamente.


—Es hora de tu merienda cariño—murmure viendo el reloj en la pared.


Cabe destacar que ya habían pasado casi las dos horas, negué antes de ir a la cocina y servir algo dulce para Chris, no muy elaborado. Los nervios me carcomían en cada centímetro de mi cuerpo.


—Espérame un minuto bebe—murmure viendo que retomaba su dibujo, a Chris le encanta dibujar.


Justo en el momento que cerraba el pequeño tetero que contenía yogurt de frutilla, el timbre todo solo una vez, pero con ese simple sonido mi corazón se aceleró demasiado para mi gusto. Tome el plato con frutas que acabada de cortar, le di una pequeña sonrisa a Chris cuando lo primero que tomo cuando deje todo, fue el tetero.


Di una rápida mirada al espejo junto a la puerta, antes de contener la respiración y abrir.


Lentamente solté el aire contenido, el traje —de marca seguramente— se le ajustaba perfectamente a su cuerpo, sus manos estaban escondidas en sus bolsillos y en una de sus muñecas colgaba una"gran" bolsa color azul, no era chismosa ni nada, pero leí de donde era, conocía la tienda, juguetería en realidad, una de las más grandes de las cuidad.


Trague en seco cuando alzo ambas cejas a mi dirección, no dije nada solo me aparte dejándolo pasar. Lo siguiente de lo que fui consiente era que estaba sentada en un sofá individual, con Christian frente a mi comiendo frutas sin apartar la mirada del hombre que estaba sentado en la misma dirección que yo, frente a él.


Normalmente, a medida que pasan los días y así, me he dado canta que Christian le presta gran atención a todo hombre que se nos acerca, por eso no lo llevo mucho tiempo conmigo.


—Hola Christian—contuve la respiración al escucharlo hablar, dándole al niño aquella sonrisa con la que era capaz de vender hasta su mismísima alma a dios.


—Hola—dijo mi bebe con su boca sucia, rodeada de restos de banana.


—Es el Alexander, bebe—murmure después de que nada más se dijo.


— ¡Ale! —chillo sonriéndole al aludido—. ¿Quere ser amigo? —pregunto ladeando su pequeña cabecita a un lado, oh, mi bebe era un completo ángel.


—Si—vi a Alexander tragar—. Ten amiguito, te he traído esto.


La sonrisa de estúpida que debí de haber tenido en las siguientes dos horas fue inevitable, ver como mi bebe invitaba a jugar a aquel hombre era algo, divertido. Aún más lo fue ver la cara de Alexander cuando Chris le dijo que tomara el color rojo y recibiera un chillido al hacerlo, actualmente mi hijo sabe los nombres, pero aun no logra distinguirlos muy bien, por lo que al final Alexander termino con el "rojo" adecuado, que en realidad era un amarrillo.

Una Madre En La MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora