Capítulo 8

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Silencio. Fue lo único que hubo después de que Mary terminara de pasar su pie a través de la ventana, además de las miradas sorprendidas que los dos le dedicaban. Su corazón se mantuvo normal, sin acelerarse, como si no tuviera que dar excusas que no tenía. Ocultó las manos detrás de su espalda y bajó la cabeza.

—¿Bajamos?—propuso Ángel, después de su saludo.

Ella y el policía asintieron. Salieron del baño y una pregunta pasó por la mente de Mary: ¿Qué excusa podría usar ahora? Su mente estaba en blanco y su corazón parecía apretarse mas por cada escalón bajado. Llegaron a la planta de abajo y tanto Ángel como el policía le miraban expectantes.

—¿Cual es tu explicación?—preguntó el policía. Se sentó en una de las sillas y enredó sus manos, impaciente—. ¿Intentabas escapar?

—No—contestó—. Necesitaba hablar con alguien.

El oficial le dedicó una mirada confundida, mientras Ángel recostaba su cuerpo en la pared, escuchando lo que decía. 

—Cuando estoy nerviosa, necesito hablar con alguien—explicó con la cabeza gacha—. Estaba nerviosa, aunque no hubiera hecho nada malo.

Las ultimas palabras salieron en un susurro. Le era difícil mentir cuando sentía a Ángel apuñalarla con la mirada, pero al final su excusa salió mejor de lo que pensó.

—¿Con quién hablabas?—preguntó el policía. Parecía no fiarse demasiado de su respuesta—. ¿Por qué hacerlo a escondidas?

—Hablaba con mi madre. No me hubiera gustado hablarle con alguien presente.

El policía soltó un suspiro y observó a Ángel, no muy feliz de tenerlo presente. Una sonrisa se extendía por su rostro y sus ojos brillaban con malicia.

—¿Tienes algo para contradecirla?

Mary rezó en voz baja  por que no lo tuviera. Pero tenía el presentimiento de que la bomba que Ángel estaba a punto de soltar no favorecería su excusa, ni la situación en la que fue encontrada con anterioridad.

—Es imposible que hubiera hablado con ella. Está muerta.


La casa de la señora Morgan estaba siendo examinada en ese momento, y Mary, con las manos entrelazadas, observaba el cuerpo inerte de su madre en la camilla.

—Infarto—dijo alguien a su lado—. Murió hace mas de 8 horas, pero encontramos su cuerpo a las tres de la mañana. No podíamos hacer nada por ella.

El hombre se quitó la gorra, la sacudió en el aire y se la volvió a poner a los pocos segundos. No tenía el uniforme de policía y no parecía venir de parte de medicina legal.

 Él se dio cuenta de la interrogante en su mirada y extendió la mano para presentarse.

—Soy Mark, vecino de la señora Morgan ¿y tú eres?

—Mary, hija de la señora Morgan — dijo luego de estrechar  sus manos—. Me enteré ayer por la noche, por mi vecino.

—Sí, recuerdo a alguien visitando ayer a la señora Morgan.—Mary cambió su expresión. ¿Ángel había visitado a su madre?—. Lo vi salir corriendo pocos minutos después.

Mary estaba a punto de formularle una pregunta, cuando un oficial de policía se acercó a su dirección. Abrió una libreta y sacó un bolígrafo de su bolsillo.

—Eres la hija de la señora Morgan, ¿verdad?—empezó mientras anotaba algo en el papel—¿Nombre completo?

—Mary Morgan Rochester. 

Mary empezó a rascarse la parte trasera del cuello con nerviosismo. Las siguientes preguntas que hizo fueron las típicas: Edad, residencia, familiares...

—¿Pasaba mucho tiempo con ella?

—La visitaba cada fin de semana.

El policía puso la libreta debajo de su brazo, y observó a Mark, haciéndole un gesto para que los dejara solos. 

—Un gusto conocerte, Mary.—dijo antes de alejarse. El policía lanzó un suspiro y se pasó la mano por la cara. 

—He escuchado lo que pasó ayer.

Mary cerró los ojos y maldijo en su interior. Ni siquiera con su madre en lecho de muerte aquello le dejaba de perseguir. Parecía que el destino no quería jugar las cartas a su favor.

—¿Qué sucede con ello?

—¿Su madre estaba enterada de ello?—interrogó. Mary negó con la cabeza—. ¿Conoce a alguien que pudiera haberle dicho algo al respecto?

Por su mente pasó un único nombre: Ángel. Y la afirmación que Mark había dicho anteriormente confirmaba su sospecha. Mary le relató esto al policía, quien torció el gesto e hizo una última anotación en su libreta.

—Se preguntara por qué le hago todas estas preguntas.

—Claro, intentan averiguar si mataron a mi madre. Pero fue un infarto, no se preocupe realmente por ello.

El oficial negó, metió la mano en el bolsillo y sacó unas esposas de este, dejándolas en el aire. Mary las observó mientras esperaba una explicación de parte del policía.

—He venido aquí para arrestarla, señorita Morgan.











Cuando los gatos van al cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora