Cuando los gatos van al cielo

Capítulo 9

Ángel observó su alrededor con precaución antes de dirigirse a la casa de Mary. Los policías estaban ocupados revisando la casa de la señora Morgan y pasarían varias horas antes de que pasaran por su casa para hacerle el interrogatorio que acostumbraban hacer. Sacó la carta de su bolsillo y caminó por el andén. El día era soleado y las personas caminaban en los jardines de su casa; la mayoría de ellas pintadas de un monótono color marrón.

La casa de Mary no estaba cuidada del todo. Tenía algunas plantas en su jardín, pero la mayoría que cubría este era el pasto y el buzón era lo único que decoraba el frente de la casa. Se acercó hacia él y deposito la carta, mientras en su mente deseaba que ella reaccionara de la forma esperada.

Escuchó un estruendo proveniente del interior de la casa de Mary antes de volver a su residencia. Caminó hacia la entrada, agarró la aldaba entre sus manos y golpeó tres veces, esperando alguna respuesta. No escuchó nada durante unos segundos.

Suspiró. Pensó que seguramente el tema del gato de Mary le estaba volviendo paranoico. Caminó de nuevo hacia su casa, y cuando pasó en frente de la ventana que conectaba su patio con la casa de Mary, vio una sombra correr en frente del vidrio. Y la sombra maulló antes de desaparecer entre los muros de la casa.

Mary sintió como su corazón se apretaba ante las palabras del policía. Su mente quedó en blanco y no pudo evitar retroceder un paso al ver al policía abrir las esposas para ponerlas en sus manos.

La cara seria del oficial duró tan solo unos segundos, antes de empezar a reír a carcajadas y guardar de nuevo las esposas en su bolsillo. Mary frunció el ceño y observó al policía con confusión.

—Ha sido solo una broma pesada—dijo, mientras movía la mano con indiferencia—. En realidad estoy aquí para averiguar ambos casos; tanto el del gato, como el de tu madre. Aunque el último dudo mucho que duré más de dos horas antes de que las autoridades lo declaren como muerte natural.

Mary suspiro de alivio. Por un momento pensó que la policía había encontrado las suficientes pruebas para inculparla, pero se tranquilizó al saber que solo fue una mala pasada de parte del oficial.

— ¿Qué quiere saber?

—Según tengo entendido, su madre sufrió de un infarto apenas se dio por enterada de la situación.

Mary se quedó sin aliento.

— ¿Quién le ha dicho eso?

—Ángel, su vecino. Visité su casa esta mañana antes de venir aquí. Me dijo que le podía preguntar lo que necesitara esta tarde, aunque no me dijo que le había dicho con exactitud.

Las sospechas vagas de Mary acerca de que Ángel fue el que visitó a su madre antes de su fallecimiento, fueron confirmadas en aquel instante. ¿Por qué estaba tan empeñado en hacerla ver como la culpable?

—Y teniendo en cuenta las acusaciones que se hicieron el día de ayer—prosiguió el policía, sacando un papel que tenía en el bolsillo—. Lo más probable es que la hubiera presentado a usted como la asesina.

El policía le mostró una foto que le quitó el aire. En ella se podía ver a su gato, Lemir, con su pelaje negro mojado por la sangre y sus ojos abiertos con terror, oscuros e inertes.