Capítulo 6

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Ángel manejaba su auto con tranquilidad, mientras escuchaba la música de fondo. Había logrado escapar de las incógnitas de el hombre y la mujer, y decidió dirigirse a un lugar en particular.

Las casas se veían claramente, aun cuando la oscuridad inundaba el barrio. Eran grandes, de tres pisos, y un color celeste pintaba la mayoría de ellas. Ángel acercó su mano a la radio y apretó el botón de apagar. Redujo la velocidad del auto cuando se fue acercando al lugar, y parqueó al frente de la casa.

Era grande, al igual que las demás. Le diferenciaba el color rosa que tenia el exterior. Ángel se acerco al portón y al llegar a la puerta, agarró la aldaba entre sus manos y golpeó dos veces. Se escucharon pasos en el interior y la puerta se abrió segundos después.

La madre de Mary llevaba una bata blanca hasta los tobillos, y un pequeño gorro en su cabeza.

—Ángel—dijo con sorpresa. La mujer le dio paso, e hizo un gesto con la mano para que siguiera.

La casa, aunque grande, era modesta. Tenia unos pocos muebles en la sala, y la mayoría de cuartos estaban vacíos. Había una pequeña mesa de noche al lado de la puerta, encima de ella se encontraban varias pastillas que la madre tomaba todas las noches.

—Y dime ¿a que se debe tu visita?

Ángel la observó. Su cabello rubio estaba recogido en una coleta y sus ojos azules le observaban con curiosidad.

—Vamos a un lugar más cómodo.

La mujer asintió y ambos se dirigieron a las sala. Ángel se sentó en un sillón y la mujer en el de al frente.

—Supongo que ya sabe lo que ha sucedido con Mary.

La mujer negó con la cabeza, y sirvió té en las tazas que estaban en la mesa de al lado. Ángel ya sospechaba desde el principio que ella no iba a saber nada al respecto.

—¿Que sucedió con Mary?—preguntó curiosa.

Ángel se acomodó en la silla y entrelazo las manos. La mujer agarró la taza de té y empezó a tomar de ella, mientras esperaba una respuesta de parte de Ángel.

—Me temo, señora, que su hija a hecho algo imperdonable—respondió con seriedad.

La señora dejo la taza en la mesa y se puso una mano en el pecho, sorprendida. Se cruzo de brazos y observó a Ángel con el ceño fruncido.

—¿Que hizo mi hija para que digas eso?

—¿No ve las noticias?—preguntó él. La mujer negó con la cabeza—. Están hablando mucho de ello.

—Estás dandole muchas vueltas al asunto—replicó ella con un suspiro—. ¿Qué es lo que hizo?

Ángel sonrió de manera breve, pero volvió a su semblante serio con rapidez. La mujer, quien tenia los ojos llenos de curiosidad, se retorcía las manos con nerviosismo.

—Pues es muy simple.—Ángel sacó una foto de su bolsillo y se la mostró a la mujer—. Su hija mato a su propio gato.

Ella abrió los ojos con sorpresa, respirando con pesadez. Agarró la foto y se quedo unos segundos mirándola. Observó a Ángel, y este vio como la mujer caía al piso con un estruendo. Sus ojos se cerraron, y su respiración se ralentizo, hasta que no se escuchó ni un respiro.

Y Ángel, al ver la oportunidad, salio de la casa con prisas, sin siquiera levantar el cuerpo del piso.



















Cuando los gatos van al cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora