Capítulo 10

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Mary estacionó al frente de su casa y soltó un largo suspiro cuando el motor del auto se dejó de escuchar. Se mantuvo en el silencio de su auto por unos segundos antes de abrir la puerta y afrontar la realidad que la agobiaba desde el día anterior.

Ahora sabía que Ángel había tomado fotos de su gato y las había mostrado a su madre. Probablemente eso provocó el infarto a su madre, y aquello causaba un inmenso cólera en su interior. Respiró profundo antes de dirigirse hacia el frente de su casa. Miró la casa de al lado mientras sacaba las llaves de su bolsillo. Se escuchaban ruidos en el interior, mesas que se movían y un jarrón que se rompía en el piso, además de un grito frustrado por parte de su vecino.

¿Qué le habría pasado? Mary, al escuchar el alboroto de la casa vecina, observó de manera involuntaria su buzón. Lo había revisado apenas ayer y lo más probable era que estuviera vacío, pero había algo, un aura extraña que la invitaba a acercarse y observar su interior. Decidió devolver sus pasos hacia al andén y guardar las llaves en su bolsillo, para poder mirar lo que podía encontrarse en el buzón.

Un sobre de papel estaba acomodado al lado derecho, mientras el resto parecía vacío. Mary empezó a sentir como su corazón latía más fuerte mientras abría el sobre y desdoblaba la carta. Su organismo pareció detenerse por un instante al ver las letras contenidas en el papel.

Una muerte puede provocar muchas otras, Mary. Los errores que cometas no quedaran impunes ante nadie, y mucho menos ante mí. Soy un cadáver con más poder del que crees.

Atentamente: Lemir.

Mary arrugó el papel y lo soltó en el andén. Duró unos segundos antes de reaccionar y correr hacia su hogar. Sin embargo, había algo que había hecho que su curiosidad se manifestara: la letra de la carta era completamente diferente a la anterior. Abrió la puerta y entró, mientras intentaba quitar la paranoia que su mente empezaba a acumular.



Ángel se sentó en el mueble y pasó la mano sobre su cabeza para poder tranquilizarse. Observó su alrededor. El panorama no le favorecía: El jarrón roto en el piso, la mesa pegada hacia la pared con todas las cosas regadas a su alrededor. En un lugar apartado, un papel arrugado y sucio le hizo bufar con fuerza. ¿Por qué le había afectado tanto?

Todo lo que decía aquel pequeño papel era cierto. Cada una de las oraciones, palabras o letras escritas con aquella desorganizada letra relataban su situación actual: Temor, venganza, rencor. Se levantó y camino hacia al rincón donde estaba la hoja. La desarrugó y volvió a leer el contenido para convencerse de que no había sido solo una ilusión:

Querido Ángel:

Ya estoy al tanto de tus planes desde hace mucho tiempo. Sé las intenciones que tuviste al mudarte al lado de la casa de Mary, y sé tus intenciones al querer mandarla a la cárcel a causa de mi muerte: Venganza.

Puedo ver como tus ojos brillaban al verla enterrar en el patio mi cadáver. Y sé que la causa de todo lo que haces no es precisamente el hecho de que haya enterrado mi cuerpo en tu jardín, pues he visto muchas veces que otra gente entierra palomas, quizá asesinadas por ellos mismos, en tu patio. No pareces inmutarte por ello.

Sé que lo haces por aquella situación de tu infancia. Por aquel recuerdo de esa niña que te sonrió y te dijo toda la verdad, para salir corriendo en dirección contraria. Han pasado cinco años desde eso, Ángel, y sé que aún no lo olvidas. Que aún no la perdonas.

Y yo tuve que pagar por tu maldito resentimiento, Ángel. Aunque creas que no soy más que otro animal, puede hacer grandes cosas. Cosas peores que la muerte de un gato o cualquier otro animal, cosas que podrían dar más años de prisión.

Recuerda que toda acción tiene una reacción.

Esta noche verás la primera prueba de lo que puedo hace, aun después de muerto. Soy más inteligente de lo que crees.

Atentamente: Lemir"


Cuando los gatos van al cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora