Cuando los gatos van al cielo

Capítulo 15

Mary escuchó el sonido de los autos de policía alejarse y entró a casa con la carta en las manos. Aún tenía cansancio, parecía que en cualquier momento iba a desfallecer, pero sus pocas fuerzas alcanzaron para llegar al sofá. Su cabeza ardía, sus manos sudaban y sus ojos se cerraban de manera involuntaria, su cuerpo rogaba unos minutos de descanso.

Llegó al sofá y miró las escaleras con los ojos entecerrados. Decidió que dormiría en el mueble para no subirlas y evitar una caída en el camino.

Observó la carta y lanzó un suspiro que se convirtió en bostezo. Necesitaba dormir, pero más necesitaba leer lo que Lemir había escrito para ella. Sus manos se movieron con pesadez cuando intentó abrir la carta, como si alguien estuviera sosteniendolas para evitar el acto, pero logró abrirla con mucho esfuerzo y sacar la carta de su interior. Las letras se vieron borrosas al principio. Parecían puntos en el papel, pero su vista logró enfocarse, hasta que fue comprensible lo que estaba escrito en ella:

"Mary:

Las cosas están saliendo como lo tenía planeado. ¿No sientes escalofríos?

No necesitó decirte mucho ahora, pues mañana será el último día, el día definitivo. Todo será revelado y podrán quitarse la venda de los ojos, aquella que evitaba que vieran la verdad.

Habrá muerte, y también habrá vida para que todo siga su rumbo. El fin se acerca y ahora comienza el conteo regresivo.

Lemir"

La carta fue breve, pero Mary sintió como su corazón empezaba a palpitar más rápido en su pecho. Se preguntó si estaría siendo demasiado paranoica, si todo lo que pensaba eran suposiciones, pero los pensamientos se perdieron entre el sueño y los bostezos.

Recostó su cabeza en el sofá y al cerrar los ojos, antes de caer en sueño profundo,las imágenes empezaron a llenar su mente.

Era su padre, recostado en una camilla de hospital, pronunciando palabras que no se entendían y parecían atropellarse entre si. Era la carta que demandaba la orden de muerte de Lemir entre sus manos temblorosas días atrás. Eran los ojos de su gato, llenos de vida y brillo.

Excepto que la última de las imágenes no paso solo por su cabeza.