Capítulo 12

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Fuego, sangre y cenizas. Personas que apagaban el fuego y dos sentadas en el borde del andén: Ángel y Mary.

El cadáver en frente de ellos causaba escalofríos. Desde lejos, aun cuando varias personas lo cargaban para llevarlo a la morgue, se podían ver las quemaduras de tercer grado que las llamas habían causado. Unos pasos más y podrían sentir el olor a carne quemada y tener una vista completa del cuerpo de Mark.

Mary parecía ser la más tranquila de los dos. Veía como el cuerpo de Mark era retirado y escuchó el motor del auto marchar, y aunque su expresión se mantenía impasible, en su interior quería gritar por lo irónico del asunto. A su alrededor lo único que quedaba era el auto destrozado y los policías alrededor, que analizaban la escena para saber que había provocado la explosión.

Los bomberos terminaron de apagar el poco fuego que aún quedaba alrededor. Habían llegado demasiado tarde para salvar la vida de Mark. Los vecinos tuvieron que avisar, pues Mary y Ángel parecían no querer moverse del lugar en aquel momento, pues ambos recordaron la carta de inmediato, y seguía en sus mentes cuando los policías les indicaron acercarse.

Ángel reconoció el rostro del hombre y la joven que estaba al lado de él.

—Tú...Lo que dijiste...

—Buenas noches, oficiales. —Ángel ignoró las pocas palabras que pronunció el hombre apenas se posicionaron a su lado—. ¿En qué podemos servirles?

—Hoy parece no ser su día, señorita Morgan—dijo uno de los oficiales, el mismo con el que Mary había hablado esa mañana. Las caras que hacía unos días no hubieran podido reconocer, ahora reconocía por el simple hecho de que parecían investigarla a fondo—. No creí verme con usted en un mismo día.

—Curiosidades de la vida—dijo, mientras intentaba mantener una expresión tranquila. Creyó y confió en que por primera vez en el día, algo no estaría relacionado con Lemir, pero por alguna razón supo que lo estaba de manera indirecta—. ¿Para qué nos necesitan?

—La necesito solo a usted—declaró el oficial—. El señor Sánchez necesita al señor García.

Ángel giró su cabeza en dirección al otro oficial y efectivamente la sonrisa en su rostro confirmaba que él era el aludido. Ambos aceptaron con un asentimiento de cabeza y tanto Ángel como Mary tomaron caminos diferentes.

—Necesito tu testimonio sobre lo ocurrido. —El policía mantuvo una expresión serena. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho, y observaba a Mary con paciencia.

—Regresé a casa con Mark en el auto, y cuando iba a salir...

—No me refiero a eso —aclaró el oficial, mientras negaba con la cabeza—. A lo del gato. No quiero que me des un testimonio exacto, como si hubieras estado presente, sino uno en donde me digas que hiciste ese día. Es parte de la investigación. Entre más datos, mejor.

¿Si lo decía, se incriminaría? Mary pensó en todas las cosas que habían pasado en los últimos tres días, y en si en algo de lo que dijera pudiera contradecirse. Pensó su respuesta y contesto con máxima seguridad.

—Salí a un café y regresé en mi auto alrededor de las nueve de la noche y y-yo p-pues...

Mary empezó a tartamudear. La seguridad que tenía pocos segundos antes se había desvanecido cuando una hoja de papel cayó en el piso al lado del oficial. Un sobre, específicamente, que esfumó en el aire un rato después.

— ¿Mary?

Volvió a tomar seguridad para continuar con su historia casi inventada, pero un presentimiento, una visión, la hizo desfallecer nuevamente. La chica al lado del oficial tenía el sobre en la mano.

El oficial se detuvo al lado de uno de los coches de policía y la mujer se hizo detrás de él, escribiendo de manera despreocupada en su libreta.

—No mató al gato de Mary.

—Gracias, si no me lo decía...

—No es momento para bromas. —El hombre le detuvo antes de que continuara. Detrás de él, Diana anotaba en su libreta con la cabeza baja y los ojos clavados en la hoja—. Es un ser vivo, ahora muerto, el que está en investigación, y estoy seguro de que no fue usted.

—Creo que son demasiadas las veces que he aclarado quien mató al gato.

—No hay pruebas, solo testimonios. Solo su testimonio.

Ángel no pudo evitar sentirse desinteresado. Por alguna razón, había perdido un poco el interés en el caso, y lo único que quería era que Mary se sintiera oprimida, asustada, casi paranoica. Pero ¿cómo sentirse alegre cuando el mismo se sentía así?

—Mary confesara—aseguro, aunque no estaba completamente seguro de ello—. ¿Solo me ha traído aquí para eso, señor?

—En absoluto. —El hombre sonrió de manera amplia y posicionó las manos detrás de su espalda. La muchacha seguía absorta en su libreta—. Me parece algo sospechoso que haya sabido de la muerte de la madre de Mary antes de que la policía lo declarara.

—Lo comprendo a la perfección. —Ángel metió las manos en los bolsillos—. Pero ya ha sido declarado que su muerte fue natural.

—No le estoy diciendo que asesinó a la madre de Mary, Ángel. Estoy diciendo que uno de sus vecinos lo vio entrar y salir de la casa, y quiero saber el porqué.

Ángel se quedó paralizado. La razón no se podía explicar en cinco minutos y dudaba mucho que llegara a poder decírselo a alguien sin cambiar la versión de los hechos. Había algo en el motivo que le impedía pronunciarlo en voz alta.

En el cielo veía el camino de sangre que ella había dejado.

Se alejó lentamente, no quería apresurar el paso y parecer un cobarde. El hombre no se lo evitó, aunque la muchacha había levantado la mirada para oír con claridad la respuesta de Ángel. Una respuesta inexistente.

Alguien pagaría por el hueco que aquel pobre animal dejó en su corazón.

Ángel dio una mirada de reojo a Mary, quien hablaba con el oficial con expresión neutra. Parecía por su expresión tranquila que ya había estado antes con el policía, pero eso fue lo único que alcanzó a deducir. Entró a su casa y volvió a subir las escaleras, mientras intentaba desaparecer los recuerdos de esa noche. Los maullidos llenos de dolor y las gotas de sangre cayendo desde su techo llenaban su mente aunque no lo quisiera.

Mary tarde o temprano pagaría por ello.




Cuando los gatos van al cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora