C a p í t u l o 7 - Yanet

5.8K 295 48
                                    

La primera semana había pasado mejor de lo que me esperaba. Pensaba que estaría sola y no me encontraría del todo cómoda con la gente con la que hablara, pero no estaba mal con el grupo de amigas con el que me había juntado. Obviamente me estaba costando separarme de mi antigua vida, pero habiendo tocado fondo lo único que podía hacer era o ir al psicólogo o empezar de cero, y la primera opción no parecía funcionar conmigo.

Poco a poco me estaba formando una nueva rutina y me estaba desintoxicando de mis antiguas malas costumbres, pero el mono del tabaco me estaba matando. Supuse que con las reformas de las leyes y que al ser un internado de menores estaría prohibida su venta, y me había traído 5 paquetes por si acaso, pero el primero ya me lo había fundido y quería guardarme dos bajo llave por si en el futuro tenía alguna emergencia, como un ataque de ansiedad o algo por el estilo. Últimamente no tenía ninguno, pero tuve una etapa bastante fuerte.

Delila me había contado que estaba prohibida la venta de tabaco y alcohol y que algunos alumnos que se iban el finde con su familia aprovechaban para comprar y pasar de contravando. Ella sabía a quién comprarle, pero me había asegurado que no salía nada rentable el precio.

Era jueves, mi cuarto día en el Internado. Iba a comer junto a Rosaline, Scarlet y Delila. Estábamos en la fila del comedor cuando pasó el incidente.

Yanet, la chica cubana de la que había hablado Rosaline el otro día, estaba delante de nosotras en la fila. Iba con dos botones del cuello del polo desabrochados, enseñando algo de escote. Cuando terminó de servirse y fue a salir de la zona de autoservicio hacia las mesas, Megan, seguida de Mónica y Cassandra, chocó "accidentalmente" contra ella, derramándole por el canalillo el líquido blanco de unas natillas que llevaba en la mano. Yo había visto cómo antes de ello habían estado esperando a que llegara hasta el final de la barra, y entonces habían andado hacia atrás disimuladamente, con el brazo con el postre bien extendido como si no la hubieran visto.

-Ups, perdona, lo siento mucho- se dio la vuelta Megan, disculpándose. La cara de Yanet era indecisa y de odio, no sabía qué pensar en aquel momento. No se fiaba nada de ella- No te había visto. Como tu piel se funde con el color de la pared...

Monica y Cassandra se rieron a carcajadas ante semejante estupidez sim gracia.

-¿Qué cojones es esto...?-Miró la mancha blanca de su escote.

-Ah, no sé, tu lo sabrás mucho mejor que yo, teniendo la costumbre de ser cubana...

Hizo un gesto lascivo con la mano y la boca.

-¿Me ves con cara de gilipollas, zorra anoréxica?- elebó la voz entrando en cólera.

-Eh, perdona, te me relajas dos puntos antes de hablarme, que me contrato a dos sicarios y acaban contigo en esto-. Chasqueó sus dedos, los cuales lucían una manicura francesa perfecta.

Yanet le hizo un gesto indicando que le comiera el coño, seguido de la palabra "puta" deletreada por sus labios, a lo que Megan contestó con una bofetada mal dada.

Yo estaba expectante, flipando con aquel espectáculo. Tenía miedo de lo que pasara a continuación. Me habían contado varias historias sobre aquella muchacha, y carácter y enfado tenía para rato.

Yanet soltó la bandeja en la barra, cogió algo de impulso y, antes de que la rubia pudiera hacer nada, le asestó un puñetazo en la mejilla derecha. Megan se cayó al suelo.

El resto de la sala se había percatado de la pelea, y, silenciosa, había fijado su atención en ella. Aún aturdida, la agarró por los pelos y le arrastró varios metros por el suelo. Le asestó como despedida una patada en el estómago, lo que hizo que le dieran retorcijones. Fue ahí cuando dos profesores la agarraron por los brazos y se la intentaron llevar.

-¡Zorra racista asquerosa de mierda! ¿Pero quién coño te crees?

Necesitaron otros dos profesores para llevarse a Yanet de ahí, quién oponía resistencia por dar por finalizada la pelea.

-¡Yo no necesito sicarios para darte una paliza! La próxima vez te arranco las extensiones de cuajo, acuérdate- gritó mientras desaparecía por la puerta.

Un coro de aplausos y vítores se extendió en las mesas del fondo. En otras mesas se oían las exclamaciones de horror ahogadas.

Mientras tanto, yo, quién lo había visto todo en primera fila, sólo podía flipar.

Fue expulsada por una semana. Tendría que haber sido más tiempo, pero allí el dinero mandaba.

 Tendría que haber sido más tiempo, pero allí el dinero mandaba

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Internados: Rompiendo las normasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora