C a p í t u l o 6 8 - Lucha de bandas

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Cruzados de brazos, Aiden y Gerard le respaldaban, y el resto de su grupo los ladeaban mirando seriamente, con autoridad.

-¡Que te vayas he dicho! O te parto la cara aquí mismo delante de todos- rugió con voz grave y severa.

Con paso rápido me acerco, sorteo a los otros dos y le agarro del hombro y tiro de él hacia atrás.

Como acto reflejo levanta la mano para pegarme, y yo me encojo del miedo en mi sitio. ¿Me va a pegar? ¿De verdad es capaz de hacer algo así?

La gente de alrededor exclama un grito ahogado, y cuando él se gira y se da cuenta de quién soy, abre los ojos, sorprendido, y avergonzado baja la mano al instante.

-¡¿Estás loco?!- chillo por todo lo alto-. ¡Déjale en paz!

Me interpongo entre los cuerpos de ambos, protegiendo a Zane, y empujo a Jota intentándolo alejar de él sin mucha eficacia. Su rostro estaba ensombrecido, y daba mucho, mucho miedo. Internamente estaba cagada, pero, al mismo tiempo, cabreada.

-¿Has visto cómo te estaba mirando? ¿Cómo te tocaba?

-¡Somos amigos! Sólo estábamos bailando.

-Eso no importa.

-¡Estás mal de la cabeza, de verdad!

-¡Tú sí que estás mal atreviéndote a bailar así con él! Da asco.

Di tres pasos hasta él y, aunque me sacara una cabeza de altura y fuera yo quien estuviera en desventaja física, le agarré de la camiseta.

-¡Déjame en paz! Estoy harta de ti.

-¡Yo sí que estoy harto de ti!

Gritó a escasos centímetros de mi cara. Sus ojos estaban inyectados en sangre, su expresión era realmente furiosa y el aliento le olía a alcohol.

Las lágrimas comenzaron a formarse en mis ojos. Estaba harta de que me tratara como la mierda. Me hacía daño que me dijera ese tipo de cosas. ¡No había sido yo quien la había cagado, y sin embargo él no paraba de actuar como si hubiera sido yo la mala de ls historia!

Pestañeé intentando extinguir las incipientes lágrimas. No quería llorar, no delante de él, y mucho menos delante de tanta gente atenta a la situación.

-Te estás pasando, Jota- Gerard se interpuso entre nosotros dos. Me empujó hacia atrás con delicadeza, sin apenas mirarme, centrándose en su mejor amigo. Por segunda vez, aquel chico me sacaba de una pelea.

-¿Y tú por qué te metes, si se puede saber, eh?

-Has bebido más de la cuenta. Deberías de irte a dormir- bajó el tono de voz-. Todo el mundo te está mirando.

-Que miren si quieren, a mí me da igual- contestó en un tono similar.

El ambiente era muy tenso. Ambos se miraban fijamente con una mirada penetrante. La escasa iluminación proveniente de unos focos en las vallas y del interior de los coches en marcha les daba un aspecto aún más feroz. Habían apagado la música y la gente estaba callada, sin saber qué hacer. Y asímismo lo estaba yo, ¿qué hacía para volver a un ambiente normal? ¿Cómo lo tranquilizaba? ¿Cómo me lo quitaba de encima

Un grito agudo cambió drásticamente la atención de todos los allí presentes. Rápidamente rodeé a Gerard y Jota para ver qué estaba pasando, y vi cómo a tres escasos metros Monica estaba agarrando por los pelos a Bárbara.

Sin pensármelo dos veces corrí en su dirección y la cogí a ella del cabello. Lamentaría haberse hecho aquella coleta alta.

-¡Déjala en paz!

-¡Esta zorra se ha follado a mi novio!

Tiré con más fuerza hasta el punto de ponerla de rodillas.

-Le sacas tres años, maldita loca. Y eso fue hace más de un mes.

Por fin la soltó, y Bárbara se agazapó en el suelo con las manos en la cabeza justo donde le habían hecho daño.

-¡Eh, deja a mi amiga en paz!

Megan se había acercado hasta donde estaba yo, y con aires de chula se había plantado a mi lado. Solté a Monica, de nada más servía tenerla amarrada, y con gran despreocupación miré a la rubia de arriba a abajo. ¿Qué me haría esta a mí? Ni se atrevía a levantarme la mano. Escupí en el suelo como gesto de asco, y me volví de nuevo hacia mis amigas.

Me sorprendí ante la imagen.

Ahora era Yanet quien tenía cogida a Monica por el cuello.

-¡Como le vuelvas a tocar un puto pelo de la cabeza a mi prima te mato, capulla! ¡Te juro que lo hago!

La agarraba con la mano derecha, y la alzaba a escasos centrímetros del suelo, teniendo a la otra de puntillas.

-¿Sabes quién somos? ¿Lo sabes? Acabamos contigo y todos tus putos amigos en un abrir y cerrar de ojos, zorra.

Nunca la había visto tan furiosa. Se le marcaban las venas en los brazos y el cuello, y tenía la boca tensa en una mueca.

-Eh, ¡eh¡ Basta ya.

Jota se acercó hasta ella con intención de establecer la paz y le puso una mano en el hombro para tranquilizarla. Esta soltó drásticamente a Monica, quien calló al suelo e intentó recuperar el oxígeno perdido, respirando con dificultad. Se volvió hacia él, aún furiosa, y le plantó el dedo índice en el pecho, como si le estuviera acusando de algo.

-¿Cómo te atreves a dirigirme la palabra después de cómo me has tratado en este mes, capullo?

-Yo no te he hecho nada- alzó las manos en alto, en un gesto de rendición.

-Me has ignorado, has pasado y te has burlado de mí, tremendo idiota.

Entonces, Megan interrumpió:

-No es nuestra culpa que nuestras bandas no puedan llevarse bien. Entérate, negrita, así van las cosas, son las normas no escritas. Vuestra amistad es imposible.

¿Banda? ¿A qué se refiere con eso?

-¡¿Qué me has llamado?!- se abalanzó sobre ella, pero Aiden y Ricardo la cogieron por los brazos. Ante aquello, los diamond salieron de entre la multitud y corrieron hacia ella para defenderla.

Sin darme cuenta, en un abrir y cerrar de ojos me vi envuelta en una enorme pelea.

-Elenna, vamos.

Jota me agarró de la muñeca por detrás y tiró de mí. Yo clavé los talones en la tierra. Ni de coña me iba a ir con ese pirado e iba a abandonar a mis amigas a su suerte.

Volvió a tirar, esta vez más fuerte. Molesta por su insistencia, me giré para enfrentarme a él. Pero me encontré con un rostro demasiado serio para la situación. Sus ojos estaban muy abiertos y su cuerpo entero estaba en tensión. Algo en su expresión no me gustaba nada. Tenía... ¿miedo?

-Si no corres ahora mismo, te llevaré yo a rastras.

-Pero, ¡mis amigas...!

Me doy la vuelta para ver cómo se encuentran todas, y de repente noto cómo el tiempo se ralentiza. Ahogo un grito cuando veo la navaja. Una de muchas invisibles que se abren en lo alto y cortan el aire.

Fue ahí cuando Jota me eleva con demasiada facilidad por los aires, me agarra de la cintura y me coloca encima de su hombro. Mientras nos alejamos y me introduce en uno de los coches que estaban aparcados, el mundo entero se ralentiza. Puedo ver cómo Gia agarra a Barbie de la mano y se la lleva corriendo, como Delila escupe sangre mientras tiene una pelea a puñetazo limpio con una de las Toxic, como Yanet está sumida en una pelea de cinco personas, mezcla de su grupo y el de Megan, y como Zane, el nuevo amigo que había hecho aquella noche, saca una pistola de su bolsillo y dispara.

Internados: Rompiendo las normasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora