Pasada una hora fui a mi habitación a cambiarme de ropa. Me puse zapatillas, vaqueros y una sudadera holgada. Cuando iba a la habitación de Luca siempre me vestía así. Si me veían por sus pasillos me podrían decir algo, y de espaldas con esa ropa se me confundía con un tío. Al menos no quedaría grabado cómo una alumna entraba en la habitación de su profesor.
Llamé con una combinación que nos habíamos inventado. Cuatro toques rápidos, una pausa, y dos lentos. Me abrió la puerta y entré.
Estaba fumando, tenía el pelo revuelto e iba en calzoncillos. Su pecho lucía dos chupetones que le había hecho hacía unos días. Estaba realmente sexy así.
-Amore mio- me saludó como siempre lo hacía en su lengua materna. Me encantaba que me llamara así.
Cerré la puerta, le quité el cigarro de los labios y le di un beso.
-Corazón- le contesté.
-¿Cómo estás?
-Bien, acabo de merendar con estas.
Le di dos caladas al piti y se lo devolví. Me quité la sudadera, me quedé en un top gris de tirantes y me tumbé sobre su cama deshecha.
Su habitación era el doble de grande que la mía, estaba repleta de cachibaches y para mi sorpresa el desorden era su estado natural, algo que no me esperaba la primera vez que entré.
-Te echaba de menos.
-No más que yo a ti.
Se sentó sobre mi cintura y me dio un beso más prolongado que el anterior.
-¿Qué estabas haciendo?
-Estaba leyendo "Decamerón" de Giovanni Boccaccio.
-No me suena.
-A nivel internacional casi no es conocido, pero en Italia es un clásico imprescindible.
-Guay, ya me lo pasarás.
-Bueno, amore, está en italiano.
-Pues ya me enseñarás a hablarlo- sonreí, y se acercó y me dio otro beso.
-Qué dulce eres- me miró tiernamente-. Quédate exáctamente así un momento, no te muevas.
Se levantó y fue a buscar algo a la estantería. De nuevo se sentó sobre mí y comprobó la luz y el enfoque de su cámara Leica. Era un aficionado de la fotografía, era algo que le apasionaba. Tenía un montón de álbumes llenos de infinitas fotos que había hecho a lo largo de su vida. Su colección me impresionaba enormemente.
-Quédate quieta... No, no sonrías. Ponte como estabas al principio.
Sonó un click y se hizo la foto. No pude continuar seria por más rato, y solté una carcajada. Me hizo una segunda foto.
-Eres preciosa.
Lo observé fijamente unos segundos, deteniéndome en los pequeños detalles de su rostro; sus pecas, la montura de sus gafas, las pequeñas arrugas de su frente, los cortos pelos de su barba incipiente. No pude evitar pensar en todo lo que él era, y en lo que estábamos empezando a ser. No sabía cómo alguien como él, tan culto, inteligente y elegante se había fijado en una chiquilla como yo, una cría menor de edad. Tenía mucha suerte.
Pensé en Jota, otro crío inmaduro. Quizás él me quiso, pero de ninguna manera lo hizo como lo estaba haciendo Luca. No me respetó ni tuvo en cuenta, el miedo le podía. Le faltaba valentía y madurez.
Prueba de eso era que cada vez que me lo encontraba por el pasillo comentaba por lo bajo algo con sus amigos, y la mitad de las veces estos se reían de lo que fuera que él dijera. A veces se dirigía a mí directamente en el skatepark, tratando de achantarme y hacerme sentir mal. Alguna que otra vez había vuelto a llamarme "zorra" a la cara. Y sólo una vez contada había venido a mi cuarto a disculparse y a pedirme por favor que volviéramos.
Obviamente, lo mandé a la mierda. Estaba harta de tener que sorportar sus tonterías y de que intentara rebajarme. Como reacción tuvo un ataque de cólera, algo que a decir verdad me asustó cantidad. Se acercaron varias personas que estaban pasando por el pasillo a ver qué sucedía y toso.
Aunque lo hubiera pasado mal por él, y de vez en cuando aún lo siguiera haciéndo y algunas noches llorara pensándole, me había quitado un gran peso de encima dejándolo. Era un niño, y yo no necesitaba eso. Necesitaba a alguien que hubiera experimentado, que supiera un poco más de la vida y fuera capaz de comprenderme. Alguien maduro que se valiera por sí mismo. Alguien como Luca.
Alcé la mano y le acaricié la mejilla al chico del que me estaba enamorando
-Qué suerte tengo- susurré.
-¿A qué viene eso?- sonrió con su común ternura, con sus cucos y bonitos hoyuelos y sus finas arrugas en los ojos achinados.
-Ahora sé que todo lo que me ha pasado tenía que suceder para llegar hasta tu lado. Todo el dolor, todo el sufrimiento. Infinitas veces volvería a vivirlo para acabar aquí, en este lugar remoto, en este país lejano a mi casa, si eso, mi corazón, significara estar junto a ti.
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Hola, mi gente 🌸 Quiero aprovechar para comunicarles algo. Esta tarde he estado esquematizando los puntos siguientes de la historia y calculo que el libro tendrá entre 10 y 15 capítulos más como máximo. ¡Estamos llegando al final! En los siguientes capítulos habrá más salseo y se irán resolucionando todos los conflictos. Pero, no os preocupéis, que esto no se acaba aquí porque ¡habrá segunda parte! Me alegra mucho ver hasta dónde está llegando esto, intento aprovechar el tiempo libre de las vacaciones y ponerme con ella cada día. También me alegra mucho que a vosotros os esté gustando la historia y la hayáis continuado hasta aquí. Muchas gracias por todo vuestro apoyo 💘 Nos vemos próximamente :)
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Internados: Rompiendo las normas
عاطفيةEl Internado Rowhamsphire es reconocido por su gran disciplina, resultados académicos y capacidad para corregir conductas irresponsables. Consta de tres sencillas normas inquebrantables que deberán ser acatadas bajo cualquier circunstancia: 1.- Se...