Aquel lunes entré en clase de la mano de Rose. Estaba nerviosa por cómo actuaría la gente ante mí, lo que susurrarían a mis espaldas e insinuarían en mi cara. De normal me hubiera dado igual algún que otro comentario, me hubiera hecho gracia incluso. Pero me estaba dando cuenta de que no era tan inmune a la gente como pensaba. El instituto podía ser un sitio muy cruel.
Por el pasillo de camino a clase me había cruzado con Jota Chancellor. Él me miró fijamente, buscando contacto visual, pero yo no le devolví la mirada. No estaba preparada aún para volver a mirarle a los ojos. Si lo hiciera, probablemente le soltaría algún que otro insulto y mala palabra. Y no quería hundir más nuestra relación, si es que acaso había alguna. Aún tendría que convivir con él entre esas paredes dos años más, mejor no dificultarme eso a mí misma.
Hacía mucho tiempo que no hablaba con Scarlet y Charlotte. Era agradable volver a retomar el contacto con más gente. En las últimas semanas apenas había ido con más personas que Yanet y Delila. Y Jota.
Y aquello sólo me había metido en peleas, fiestas y alcohol, y líos. Así empezó todo una vez. Debía intentar centrarme y no volver a desviarme como hice en verano.
-¿Cómo te has enterado?
Me di la vuelta un poco sobresaltada. No me había dado cuenta de que en aquel descanso entre clase y clase, Fiona se había puesto a mi lado. Estaba apoyada contra la ventana, comiéndose un chupa-chups. El pelo lo llevaba de un rosado muy brillante, se lo debía de haber teñido hacía pocos días.
-¿Me dices a mí?- pregunté confusa, mirando alrededor.
-¿A quién sino le diría?
-No sé. Es que no sé de qué me estás hablando.
-Oh, no te hagas la tonta, Elenna.
¿Qué coño había hecho yo ahora? La liaba sin darme cuenta. Y me ponía muy nerviosa tener la incertidumbre de pensar que había hecho algo mal sin saber siquiera el qué.
-Hace días que no hablamos, Fiona. ¿Podrías explicarme aunque fuera?
-Fui discreta, pero supongo que tienes amigos en todas partes- hizo una mueca de disgusto. No podía entender nada.
-Oye, Fiona, de verdad. Dime qué coño está pasando.
-Espera- hizo una pausa y analizó mi expresión- ¿no has sido tú?
-¡¿Pero hacer el qué?!
-Esta mañana mi puerta ha aparecido con una pintada.
-¿El qué ponía?
-Judas.
-Y... ¿eso qué tiene que ver conmigo?
Se le crispó la mirada y sonrió de medio lado.
-¿Cómo se siente la humillación, Elenna?
-¿A qué te refieres?
-A lo de Jota.
Un ligero agobio inundió mi cuerpo al oír aquel nombre.
-Ah, ya- me hice la indiferente.
-¿Entonces?- ladeó la cabeza, impaciente. No sabía el qué, pero había algo en su actitud que no me acababa de transmitir confianza. Y su comportamiento no tenía ningún sentido.
-Pues fue incómodo.
-¿Sólo eso?
-Creo que no te sigo, Fiona- respondí toscamente. ¿Qué querría esta ahora? Hacía días que no hablábamos, la había llamado alguna vez y no había recibido respuesta así que decidí darle su espacio. ¿Y me venía así de la nada, de esta manera?
Apoyó una mano en el respaldo de mi silla. Se inclinó hacia delante, poniendo su cara muy cerca de la mía.
-Cuando las zorras de tus amigas y tú os compinchasteis para dejarme en mal lugar delante de Los 8 y Los Diamond en aquella fiesta.... No tienes ni idea de la humillación que sentí.
¿Qué? No, no podía ser. Esto no podía estar pasando.
-Yo no tuve nada que ver con eso, Fiona.
-Sí, claro- resopló-. ¿Entonces quién le dijo a Delila que yo pensaba que era bollera?
-No se lo conté con la intención de que luego te jodiera, sólo lo dije para serle sincera respecto a tu mal comportamiento con ella. Estaba rayada- chasqueó los dientes. Su cara expresaba una mezcla de asco e indiferencia-. Eso que dijiste de ella estuvo fatal por tu parte. Fue un error tuyo, no mío.
-N-no me repliques- concluyó tras una breve pausa, sin saber muy bien qué decir-. Tuviste la misma culpa que ellas de que pasara lo de la fiesta. Te lo he devuelto para que veas como jode.
Tenía los ojos llorosos, pero eso no hacía que me sintiera menos enfadada de lo que estaba comenzando a estar.
-¿Se puede saber qué hiciste exáctamente, Fiona?
-Le dejé a Megan una nota en el bolso diciendo que Jota y tú os habíais besado y quedábais en secreto, explicando cómo varias personas os habían visto. Me lo había inventado, sí, realmente sólo me interesaba el numerito que te armaría. Pero para mi suerte resultó ser cierto- concluyó con una sonrisa.
No me lo podía creer. ¡Puta falsa! ¿Cómo se atrevía? ¿Cómo podía la gente ser así? Quería matarla ¡Si yo no había hecho nada, y ella era mi amiga!
Y, qué reacción más infantil. Prefería devolver el daño a intentar arreglarlo. Es cierto, he de admitirlo: durante muchos años yo había sido así. Pero ya teníamos una edad para madurar y aprender a hacer las cosas bien. Y más cuando se trataba de amistades.
Intenté calmarme internamente para evitar montar un nuevo show delante de mucha gente. Sabía que esperaba de mí un gran enfado, gritos e insultos, quizás que saliera corriendo de la clase como ella hizo en aquella fiesta. Quería ver lo mal que me sentaba. Pero eso era un placer que no le iba a dar.
-Realmente me da igual que alguien sepa que me he liado con ese. La gente es gilipollas, me da igual lo que digan de mí- puso los ojos en blanco con cara de incredulidad, sabía que era mentira-. Lo que me ofende es que lo hicieras con la intención de hacerme daño. Pensaba que éramos amigas.
Titubeó unos momentos. Su expresión de enfado no hacía más que aumentar en silencio. Rápidamente se secó una lágrima incipiente, y, antes de marcharse a su sitio, dijo:
-Sí, yo también pensaba eso.
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Internados: Rompiendo las normas
RomanceEl Internado Rowhamsphire es reconocido por su gran disciplina, resultados académicos y capacidad para corregir conductas irresponsables. Consta de tres sencillas normas inquebrantables que deberán ser acatadas bajo cualquier circunstancia: 1.- Se...