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Conectó un mini altavoz que el sr. Arellano le había dado para así escuchar mejor la conversación entre Inés y Sergio.

-Hola guapa...-Se saca el ramo de flores de detrás  de la espalda y se lo puso enfrente a la chica.

-Hola Sergio.-Dijo cansada y resoplo.-¿Que haces aqui otra vez?-Levantó una ceja.

-Venir a ver a mi chica favorita, ¿No puedo?-Se hacerco peligrosamente a ella y la cogio por la cintura y con la otra le acarició la mejilla.

-No debes, que es distinto, y dejame tengo trabajo.-Se zafo de su agarre.

-Bueno vale, pero no sera la última vez que me veas por aquí, preciosa.-Hizo el intento de dsrle unbeso en la boca pero ella se hecho para atrás.

Perfecto, sigue evitandole, no caigas en su trampa guapa.

-Adios Sergio.

Y este se fue.

Desconecte el mini altavoz y salí de mi coche le cerré y me adentre a la tienda.

La chica morena de recepción, no dejaba nada que desear, la chica se removió incomoda en el silla de escrito y se dispuso a saludarle.

-Ho-hola, ¿Que desea?-Susurro, mirandole a esos ojos grandes marrones, y subiendo su mirada a ese pelo castaño oscuro peinado en un casi perfecto tupé.

-Quería cita con la srta. Inés.-Mostró una sonrisa que cualquier mujer en su sano juicio se moriría por ella.

-¿Para cuando?-Preguntó sin apartar la mirada de aquel chico que concentraba toda su atención.

-Me da igual, pero si puede ser hoy mejor.

-Rebeca, ¿me puedes confirmar esta cita para hoy?-Entró Inés en esa pequeña entradita, concentrada, mirando unos papeles.-Hola.-Susurro mirandome.

-Encantado.-Sonreí mostrando mis perfectos alineados dientes blancos.

-Inés, el sr...

-Jesús, Jesús Oviedo.

-El sr. Oviedo quería una cita contigo hoy.

-Eh... claro mira mi agenda, Rebeca.

La secretaria revolvió un poco todos los papeles que tenía, hasta dar con la agenda marron de cuero.
Miró las horas y dio con una que estaba libre.

-Dentro de media hora hay un hueco.-Levantó su mirada hasta mi.

-¿Y no hay una mas temprano?-Le susurro Inés a Rebeca.

La escuché de sobra, lo que me hizo sonreir, yo también quería la cita más pronto.

-Si por favor, necesito un masaje urgente en la espalda.-Me removi la espalda, y ella se puso roja, la había escuchado.

-Esperar.-Volvió su vista a la agenda y revisó.-Bueno... ahora hay hueco, pero tu nunca atiendes a esta hora.

-Da igual, pasé...

Y nos metimos en la pequeña salita, donde solo había una camilla para dar masajes...

Protégeme.{Gemelier}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora