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-Jesús.-Me susurra al oido. Y sin estar del todo depierto consigue que mi piel se erice.

-Mmh.-Murmuro, acurrucandome a ella.

-Cuidado los puntos.-Susurra.

Me separo rapidamente de ella abriendo mucho los ojos.

-¿Te e hecho daño?-Digo preocupado.

-Que va.-Y ahora es ella quien se acurruca a mi. Será...

Le acaricio la cabeza, mientras enredo mechones de su pelo en mis dedos.
Oigo como suspira, porque sé que le encanta que le toque el pelo.
Paro de acariciarla y hace un sonido de desaprobación. Me coje la mano y me la vuelve a poner en su cabeza, como estaba anteriormente.
Por lo que suelto una carcajada.

Es como una niña.

-¿Vamos a desayunar?

-¿Te vas a ir?-Pregunta disgustada.

-Princesa, tengo que ir a trabajar.

-Me vas a dejar otra vez sola.-Se remueve en la cama quitandose de mi lado. No...

-Tengo que ir...

-Ya, claro.-Se levanta de la cama.-Pues nada vete, adiós.

Se mete en el baño de un portazo y suspiro desesperado. ¿Que puedo hacer?
Me bajo de la cama, y voy hacia la puerta del baño.

-Princesa.-La llamo, pero no obtengo llamada alguna.-Ey, abre por favor.

-Déjame.

-¿Estás llorando?-Me preocupo, pegando mi cuerpo más a la puerta.

-No.-Susurra.

-Venga...sal...-Insisto.

La puerta del baño se abre, y sale Inés con algunas lágrimas en la cara. No llores princesa...

-No llores...

-¿Como no quieres que llore, si te vas y me vuelves a dejar sola como el día que casi me matan? Si te parece me río, y si vuelve a venir, ¿Que, eh?-Me mira a los ojos.

-No va a volver.-Digo tranquilamente para no alterarme.

-¡Eso decías la otra vez, y mira como e acabado! ¡Con doce puntos, en tres partes diferentes del cuerpo y un puto esguince en el pie!

-¡Eso no es nada! ¡Yo tengo cicatrices por todo el cuerpo!-La recrimino perdiendo los nervios

-¡Porque elegiste esta mierda de trabajo! Yo no elegí nada, era una chica normal y corriente, con una tienda de estética.-Dice furiosa.

-¡Si no llega a ser por mi ya estarías muerta!-Grito.

-¡Pues mira, vete, vete a trabajar pero si cuando vuelvas estoy muerta, como tú dices, no vengas luego con penas!-Grita el doble de fuerte, y se vuelve a encerrar en el baño de un portazo, el doble de fuerte.

Le doy un puñetazo a la parez liberando un poco de tensión y enfado, dejandola un poco abollada, pero ahora mismo todo me da igual, Inés me odia ahora mismo.

Me paso las manos por la cara desesperado.




¡Joder!

Protégeme.{Gemelier}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora